Una ciudad verde requiere reglas de arborización y espacios verdes

“Este artículo es una publicación original realizada en el Blog Infraestructura Verde del Suplemento Ojo al Clima del Semanario Universidad, del 12 de agosto del 2021

Es innegable que los bosques urbanos son cruciales para dar respuesta a los desafíos esenciales actuales como el calentamiento global, el cambio climático, la degradación del ambiente y la pandemia COVID-19. Lo anterior ha provocado que en los últimos años se esté adquiriendo mayor conciencia de la importancia de los árboles urbanos en el bienestar de los habitantes de la ciudad y, por otra parte, la pandemia ha provocado un despertar sobre la importancia de los espacios verdes. De hecho, numerosos estudios en todo el mundo han demostrado el aumento del uso de la naturaleza urbana durante la pandemia.

Pero, la meta de arborizar la ciudad debe pasar por directrices claras y específicas, más si consideramos que en nuestro medio se busca no solo obtener beneficios directos como el enfriamiento de la ciudad sino contar con una mayor biodiversidad urbana, por lo que se hace necesario establecer algunas reglas básicas para desarrollar un programa forestal urbano exitoso, considerando que cada ciudad es diferente, lo que hace que sea difícil establecer objetivos transferibles entre ellas a través de varios contextos y configuraciones.

La regla de biodiversidad urbana 10-20-30

Los esfuerzos que se hacen en el país conllevan a preguntarse si la arborización, que actualmente se lleva a cabo, contribuye efectivamente a aumentar la biodiversidad de la ciudad o solo estamos llenando la ciudad de árboles sin consideraciones de tipo estructural, de composición y riqueza de especies.

Desde hace varias décadas, el ecólogo forestal urbano Frank Santamour propuso la regla 10-20-30 para garantizar la diversidad de especies en el bosque urbano. La norma establece que ninguna especie arbórea debe componer más del 10% del bosque urbano de un municipio, ningún género debe tener una cuota superior al 20%, y ninguna familia debe componer más del 30% del bosque urbano. Aunque esta regla ha sido debatida a lo largo de los años, se ha hecho ampliamente conocida y adoptada, lo que muy probablemente ha tenido un efecto positivo en la estructura y diversidad de los bosques urbanos. Una regla importante de valorar en las ciudades de un país tan diverso en términos de biodiversidad como el nuestro.

La regla anterior está enfocada en lograr la promoción y el mantenimiento de una biodiversidad arbórea razonable, sin embargo, probablemente debido a que su formulación ocurrió en la década de los 90, no tenía un enfoque que considerara los bienes y servicios proporcionados por la arborización urbana, pero que sí ha contribuido a mantener en contexto la biodiversidad en la ciudad. Actualmente se nos han añadido otras urgencias en los ámbitos de cambios en el clima y la salud pública por lo que han surgido nuevas propuestas de reglas que conduzcan a garantizar que los residentes de las ciudades tengan acceso a los árboles, espacios verdes y beneficios que estos proporcionan en el bienestar humano.

Tomando en consideración lo anterior, recientemente en un artículo publicado en Biophilic Cities Journal ,el ecólogo forestal urbano Cedes Konijnendijken propone la incorporación en las ciudades de una regla complementaria a la de Santamour: la 3-30-300; basándose en numerosas investigaciones relacionadas con los vínculos entre los bosques urbanos y la salud, el bienestar, el cambio climático y el trabajo de organizaciones mundiales influyentes como la Organización Mundial de la Salud.

Sus principales argumentos parten de lograr una meta de llevar los árboles y la naturaleza hasta los barrios de las personas, las calles y las puertas de sus residencias para capitalizar sus muchos beneficios. Es claro considerar que, por el estado de desarrollo de las ciudades, esto no se logre distribuir uniformemente, más si consideramos que las poblaciones más marginadas de la ciudad generalmente son las menos favorecidas de presencia de árboles y espacios verdes, pero que lo que debemos hacer es buscar las oportunidades para mejorar y aumentar esos espacios necesarios donde sea posible.

Además, debemos tomar en cuenta que promover grandes espacios verdes en la ciudad a través de parques como La Sabana, el Parque del Este o el Parque de la Paz son solo segmentos de lo que debemos hacer porque realmente lo que debemos buscar es integrar la infraestructura verde en todos los rincones donde vivimos, trabajamos y nos recreamos para que la naturaleza este a la vista y de fácil acceso de todos sus habitantes.

La regla de los espacios verdes 3-30-300

  • 3 árboles por cada hogar

El primer elemento de la regla es que cada ciudadano debe ser capaz de ver al menos tres árboles (de un tamaño decente) desde su casa.

La pandemia, a través del teletrabajo, nos ha atado a nuestros hogares o barrios de manera directa, dando aún mayor importancia a los árboles cercanos y a otros espacios verdes como jardines y vegetación a lo largo de las calles. Ver el verde desde nuestras ventanas nos ayuda a mantenernos en contacto con la naturaleza y sus ritmos. Proporciona descansos importantes de nuestro trabajo y puede inspirarnos y hacernos más creativos.

A ello debemos de sumarle el hecho de que probablemente el teletrabajo, en alguna medida, continuará siendo parte de nuestra vida laboral. En este apartado debemos preguntarnos cuántos árboles quisiéramos ver desde nuestras casa o apartamentos para solicitarle al municipio una política de arborización congruente con nuestras necesidades.

  • 30% de cubierta de dosel de árboles en cada barrio

Konijnendijken menciona que cada vez más estudios recientes han demostrado una asociación entre el dosel del bosque urbano y el enfriamiento de la ciudad (algo que también hemos demostrado en estudios en Costa Rica), mejores microclimas, salud mental y física y posiblemente también la reducción de la contaminación del aire y el ruido.

En Australia es donde se ha demostrado científicamente que el 30% es un umbral importante, un porcentaje de cobertura de dosel mínimum que asegura que los residentes se beneficien en términos de su salud y bienestar, lo que promueve una mejora en la salud social al sacar a la gente de sus casas a pasar más tiempo libre e interactuando con sus vecinos debido al clima agradable que provoca la sombra de los árboles en las calles y espacios verdes. Este porcentaje tendrá que acomodarse a la situación actual de las ciudades, pero se vuelve muy importante su consideración en los nuevos desarrollos o en aquellos lugares donde predomina el clima seco.

  • A 300 metros del parque o espacio verde más cercano

¿Qué tan cercano debe estar un espacio verde de mi residencia? Konijnendijken propone una distancia de 300 metros basado en resultados de investigaciones. Además, menciona -por ejemplo- que la Oficina Regional Europea de la Organización Mundial de la Salud recomienda que sea una distancia máxima de 500 metros hasta el espacio verde más cercano o que esté de 5 a 10 minutos de caminata segura.

La otra exigencia es que estos espacios verdes sean de alta calidad, un problema fundamental al menos en Costa Rica en estos momentos y abriendo la mente a que estos no necesariamente tienen que ser parques como los conocemos sino pueden ser también corredores para bicicletas o senderos para caminar que atraviesen o circunden la ciudad.

Idealmente, los espacios verdes públicos deben ser, según el autor de la regla, de 1 hectárea de tamaño, algo probablemente difícil de alcanzar en el estado actual de las ciudades, pero señala que entonces un tamaño decente debería ser de al menos 0,5 hectáreas. Aquí no debemos detenernos bajo el argumento de que ya no hay espacios en la ciudad para hacer esto, porque si somos capaces de eliminar escuelas o expropiar parte de barrios para construir una vía de circunvalación para la movilidad de automóviles deberíamos ser capaces de expropiar para crear nuevos espacios verdes en la ciudad.

Implementación de las reglas en ciudades de Costa Rica

Los valores presentados en los párrafos anteriores están basados en investigaciones realizadas en diversas partes del mundo, probablemente tengamos que discutir los valores para las ciudades de Costa Rica, por lo que deberíamos de promover la investigación en esta línea, ya que es claro que tener reglas de este tipo para las ciudades del país permitirá la evaluación comparativa ( a nivel nacional e internacional) así como el fácil seguimiento sobre el progreso de la conversión o creación de ciudades verdes, lo que ayudará a mejorar y expandir el bosque urbano y, con eso, promover la salud, el bienestar, la gestión del riesgo y la resiliencia ante el cambio climático.

Finalmente, no podemos hablar de ciudades verdes si la arborización de estas o la creación de otros espacios verdes no estén basados en reglas provenientes de la ciencia de la ecología urbana. Sembrar un árbol en la ciudad es un acto heroico y muy loable, pero debemos garantizar que, en el futuro, en sus etapas de madurez, estará contribuyendo con el mantenimiento de la biodiversidad de la ciudad y con la resiliencia de la ciudad y los cambios en el clima.

El espacio verde urbano es aún más importante en una pandemia

“Este artículo es una publicación original realizada en el Blog Infraestructura Verde del Suplemento Ojo al Clima del Semanario Universidad, del 8 julio  del 2020”

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Siete de cada diez costarricenses ya vivimos en zonas urbanas por lo que cada vez más habitantes del país pierden vínculos estrechos con la naturaleza, pero la naturaleza sigue conformando la sociedad, la economía y la identidad de Costa Rica.

A medida que la pandemia de COVID-19 ha ido limitando nuestra posibilidad de movernos por la necesidad de estar confinados, ya sea por causas obligatorias o simplemente porque sentimos temor al contagio, y con ello a limitar nuestra interacción con el aire libre, la necesidad de conectarnos con la naturaleza se ha hecho cada vez más evidente, lo que demuestra el papel fundamental que podría desempeñar un parque en la ciudad.

La medida ha sido cerrarlos, probablemente porque en los centros urbanos estos son demasiado pequeños para limitar o evitar el contagio y porque los tres parques más grandes que tiene la Gran Área Metropolitana (GAM) me imagino se verían abarrotados de ciudadanos deseosos de cambiar su estado de confinamiento al menos por unas pocas horas.

Los parques son esenciales para aumentar el hábitat natural en las ciudades, proporcionando espacio para la recreación y conexión social, y mejorar nuestro bienestar mental y físico, ya que  le dan a la gente el espacio para respirar, moverse, relajarse y conectarse con la naturaleza y con los demás.

Nunca antes ha sido tan clara la interconexión entre las cuestiones sanitarias, sociales, económicas y ambientales mostradas por el desarrollo de esta pandemia de COVID-19. Por esta razón, debemos abordar la pandemia de una manera holística donde podamos equilibrar la gestión comunitaria urgente inmediata, como la atención de la salud y la seguridad alimentaria, con una visión de largo plazo y considerar el papel de los espacios verdes en la resiliencia de las ciudades.

En una visión más compleja, que se añade a la situación del daño causado por la pandemia, está el tema de las situaciones de hacinamiento comunitario y el de la desigualdad verde en las ciudades, porque no en todos los barrios existen espacios verdes de calidad y de un tamaño adecuado que pudieran ayudar a la relajación y llevar con mayor aceptación el confinamiento como mínimo de barrio.

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Los parques históricamente han servido para aquellos ciudadanos de ingresos bajos que no necesariamente tienen los recursos para escapar a la naturaleza fuera de la ciudades, es por ello que, para hacer frente a esta desigualdad entre los habitantes de la ciudad, debemos ponerle atención y revitalizar los parques en todos los barrios y porque no plantearse la necesidad de que la GAM cuente con grandes parques urbanos.

Los beneficios de los parques urbanos van más allá de la recreación, ya que ayudan a gestionar el riesgo de inundaciones, secuestran el carbono de la atmósfera, reducen la contaminación del aire y ayudan a mitigar una de las amenazas en mayor crecimiento dentro de las ciudades, su calentamiento. Pero además, pueden ser importantes revitalizadores del sector cultural y de innovación para atender necesidades sociales, económicas y de salud que surgirán o quedarán como facturas de esta crisis pandémica.

No debemos olvidar nuestro problema a más largo plazo como sociedad: el cambio climático. Los parques y los espacios abiertos son elementos vitales para mejorar el entorno urbano y mitigar el cambio climático.

A medida que las temperaturas aumentan en las ciudades, la selección adecuada del material vegetal se vuelve vital, ya que la vegetación es importante para regular la temperatura del aire. El efecto de isla de calor urbano, el fenómeno de temperaturas más altas en las zonas urbanas debido a la absorción de la radiación solar por los edificios y las superficies pavimentadas, se acentúa al dedicarse más área a las superficies pavimentadas que a las zonas con vegetación y a las masas de agua y es aquí nuevamente donde los espacios verdes juegan también rol de resiliencia de las ciudades.

Estamos frente a una oportunidad en la cual las ciudades deben adoptar un enfoque de planificación más ecológica, el cual incorpore un diseño basado en la naturaleza para hacer las urbes más habitables y resistentes. También significa gestionar las ciudades como ecosistemas y comenzar hacer ajustes graduales y emprender revisiones radicales para mejorar sus espacios verdes. Esto implica que cuando nos referimos a la restauración de ecosistemas, hablamos del tamaño, la calidad de los parches, los corredores y las matrices de espacios verdes con capacidad de sustentar la biodiversidad. Sumado a ello esto podría generar administración comunitaria y empleos  a través de una propuesta de reactivación económica basada en el mejoramiento y aumento de los espacios verdes de la ciudad.

Cuando pasemos esta dura experiencia, deberíamos cambiar nuestra forma de pensar sobre los parques de la ciudad y verlos como infraestructura esencial que garantiza la protección y la inversión para acomodar mejor a nuestras crecientes poblaciones urbanas y reflexionar cuanto nos hubiera servido tener grandes parques urbanos para hacer más llevadero el confinamiento porque la mayoría de ciudadanos urbanos no tienen posibilidades económicas para visitar un parque nacional.

La función de la conectividad y la infraestructura verde urbana en la adaptación al cambio climático

Este artículo es una publicación original realizada en la Revista Ambientico: ISSN 1409-214X. Octubre – Diciembre 2019. Ambientico 272. Artículo 1 |Pp. 74-82|

Curri1El crecimiento de la población y los modelos económicos prevalecientes sirven como mecanismos de empuje de la migración rural a los centros urbanos, generando presiones ambientales, sociales y ecológicas que representan no solo una gran amenaza para la biodiversidad, sino para el bienestar de los habitantes de una ciudad. Este proceso de urbanización presente en la mayor parte de los países del mundo también está presente en Costa Rica donde la expansión de los núcleos urbanos se está convirtiendo en el hábitat humano predominante ya que la población urbana pasó de representar un 59.0 % en el año 2000, a un 72.8 % en el 20111. En otras palabras, actualmente residen en zonas urbanas 7 de cada 10 habitantes del país. Si a esto le añadimos que, en promedio, la temperatura en la ciudad de San José se ha incrementado en 1.60 °C desde 1960 estamos frente a núcleos urbanos que vienen sufriendo un calentamiento2.

A lo anterior debemos agregarle las advertencias del Quinto Informe de Evaluación sobre Cambio Climático sobre una base de confianza alta, de que en la región centroamericana el fenómeno Niño-Oscilación del Sur (ENOS) seguirá siendo el modo dominante de la variabilidad climática natural en el siglo XXI y que es probable que aparezcan episodios de ondas de calor sin antecedentes históricos hasta ahora en la región, además de una señal con alta certidumbre en reducción fuerte en la disponibilidad de agua, frecuencia de sequías y episodios de precipitaciones extremas, lo que comprometería más el bienestar humano en espacios urbanos (IPCC, 2013). Las ciudades también son espacios en donde los riesgos asociados con el calentamiento de 1.5 °C, como el estrés por calor, las inundaciones terrestres y costeras, los nuevos vectores de enfermedades, la contaminación del aire y la escasez de agua, se unirán (Satterthwaite y Bartlett, 2017), lo que sugiere que los esfuerzos de adaptación y mitigación no solo se deben diseñar en torno a la necesidad de descarbonizar sino también se debe prestar atención a la equidad social (incluida la equidad de género), la ecología urbana (Brown y McGranahan, 2016; Wachsmuth et al., 2016; Ziervogel et al., 2016a) y la participación en grupos organizados para la acción climática (Cole, 2015; Jordan et al., 2015).

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Una de las formas más económicas de combatir el calentamiento de la ciudad es mantener abundante vegetación ya que en zonas urbanas tiene múltiples funciones, pero el papel principal es ayudar a mantener la calidad del ambiente urbano, ya que contribuye a ajustar las condiciones micro climáticas, limpiar contaminantes del aire, reducir el polvo, amortiguar el ruido, mantener el equilibrio ecológico y reducir la escorrentía de aguas pluviales y proteger contra la erosión, además, de la estética de la ciudad y los fines educativos (Gaoming, 2012). La preocupación por cambiar la visión clásica de la naturaleza urbana donde la biodiversidad y las áreas verdes se ven como componentes ornamentales o accesorios en las ciudades data de propuestas del Siglo XIX donde se proponía crear redes interconectadas de parques urbanos y periurbanos, que más tarde en la década de 1990 ante la expansión urbana en los Estados Unidos, se sugiere elevar a un concepto de infraestructura verde buscando elevar el concepto al mismo nivel del de infraestructura gris; así, actualmente se toma el concepto de ecosistema urbano como infraestructura, convirtiéndolo en una poderosa metáfora para integrarlos a las diferentes agendas políticas (por ejemplo, mitigación y adaptación al clima, conservación de la biodiversidad, planificación urbana, producción y consumo sostenible) en todas las escalas espaciales y de gobierno e integrar la conservación de la naturaleza en los esfuerzos de desarrollo humano (Da Silva y Wheeler, 2017). Lo que hoy se conoce como infraestructura verde es, en sí misma, una forma de apoyar los entornos urbanos a adaptarse a los cambios del clima y que como medida de adaptación tiene dos áreas clave de beneficio en particular. En primer lugar, contribuye a aumentar la resiliencia de habitantes urbanos protegiéndoles de aumentos de la temperatura exacerbada por la infraestructura gris, los vientos más fuertes, los cambios en los patrones de precipitación y el aumento de las inundaciones; de esta manera se puede considerar que la infraestructura verde ofrece servicios directos a corto y largo plazo. En segundo lugar, juega un papel predominante en la conservación de la biodiversidad urbana ya que crea hábitats para las plantas y animales (Pitman, 2015).

La adaptación al cambio climático se ha venido convirtiendo en un elemento central de la política y la investigación sobre el clima y ahora en el presente con un llamado a la adaptación basada en ecosistemas o a la búsqueda de soluciones basadas en la naturaleza para enfrentar los cambios en el clima; sin embargo, la infraestructura verde no ha sido ampliamente reconocida como una medida de adaptación, ya que existen pocos ejemplos de su efectividad a través de métricas (Knight et al., 2010). Esto está por cambiar, ya que a través de algunos ejemplos basados en la literatura científica se está demostrando que en un núcleo urbano con mayor presencia de infraestructura verde es posible ver diferencias significativas en el clima y en el bienestar de las comunidades urbanas (Natural England, 2013). La presencia o escases de vegetación en una ciudad es un factor esencial en su calefacción, mostrando diferencias en la temperatura entre sitios sin o poco arbolados y los vecindarios ricos en cobertura arbórea (Bounoua et al., 2015). En Reino Unido, por ejemplo, mientras la temperatura superficial máxima de los bosques urbanos fue de 18.4 °C, los centros urbanos con la menor cobertura arbórea llegaron a reportar temperaturas superficiales máximas de 31.2 °C (Pramova et al., 2012); En New Jersey, Estados Unidos, se mostró reducción de temperatura en rangos de 3 °C a 7 °C con relación a las que no tienen árboles (Solecki, 2005), mientras que en la ciudad de Tokio se ha registrado diferenciales de hasta 12 °C (Wickham , 2013). En Latinoamérica, en la ciudad de Sao Paulo, la diferencia de las temperaturas ambientales en la ciudad puede variar hasta en 10 °C, en la ciudad de Caracas se han documentado anomalías de temperatura ambiental también en el rango de los 10 °C (Córdova., 2011) y en Mexicali, México la diferencia máxima entre la ciudad y sus alrededores ocurre en invierno con un valor de 5.7 °C (Villanueva et al., 2013).

En Costa Rica en el año 2018, la Municipalidad de Curridabat inició con el apoyo del Laboratorio de Modelado Ecosistémico de la Unidad de Acción Climática del CATIE una serie de valoraciones relacionadas con la distribución de la temperatura superficial del cantón, analizando las temperaturas superficiales máximas con tecnología geoespacial en un periodo comprendido entre el 1 de enero de 2016 y el 31 de octubre de 2018 (34 meses) obteniendo como resultado una capa con el promedio de las temperaturas superficiales máximas. La estadística descriptiva de los datos muestra que la temperatura máxima superficial promedio es de 41.0 °C, con una mínima de 31.9 °C y una máxima de 49.2 °C lo que da una diferencia de temperatura máxima en el cantón de 8.2 °C (Ver Figura 1). Espacialmente, se observa un gradiente de temperatura que corre de norte a sur, en donde las temperaturas más bajas se presentan hacia el centro-norte del cantón (distrito Curridabat) y la extremas hacia el sur (distrito Tirrases y parte sur del distrito Sánchez). Esta distribución está altamente correlacionada con la densidad de construcción (zonas más calientes) y temperaturas más bajas en los sectores del cantón con menor densidad de urbanización (distrito Granadilla y Norte de distrito Sánchez), presencia de arbolados, zonas verdes, cafetales y franjas de vegetación ribereña (Municipalidad de Curridabat, 2019).

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Figura 1. Distribución de la temperatura superficial máxima en el Cantón de Curridabat. Fuente: Municipalidad de Curridabat (2019)

Posteriormente, en seguimiento al estudio de la relación entre la infraestructura verde y la temperatura superficial, la Municipalidad de Curridabat, igualmente en asocio con el CATIE, generó un mapa de cobertura de vegetación empleando imágenes de satélite del sensor World View 3 a una escala de resolución de 31 cm. Los resultados del análisis muestran que el cantón de Curridabat conserva aún un 47.3 % de vegetación distribuido entre remanentes de bosque, arbolados, parques municipales, cafetales arbolados, patios y jardines y otras áreas verdes (Ver Figura 2). El distrito con la mayor cobertura de vegetación del cantón es Sánchez con un 37.3 %, seguido de Curridabat y Granadilla con valores de 25.5 % y 25.2 % respectivamente, mientras que el distrito de Tirrases es el que presenta menor proporción de vegetación con 12.1 % en relación a la extensión de total de vegetación en el cantón (Municipalidad de Curridabat, 2019b).

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Figura 2. Infraestructura verde del cantón de Curridabat (2019).

Fuente: Municipalidad de Curridabat (2019).

En la Figura 3 observamos que las áreas de infraestructura gris muestran los valores más altos de temperatura superficial, mientras que las zonas con menor temperatura superficial están asociadas con aquellas localidades donde permanece algún tipo de infraestructura verde. Estos resultados sugieren que el mantenimiento de la infraestructura urbana constituye una medida de adaptación basada en soluciones naturales tal y como lo proponen algunos gobiernos y organizaciones alrededor del mundo. No obstante, surgen algunas preocupaciones adicionales ya que en el futuro con menos disponibilidad de agua, en tiempos de sequía como lo prevén los escenarios de cambio climático, su mantenimiento podría entrar en competencia con otros usos del agua, sumado a otras preocupaciones importantes que están relacionados con los costos  de oportunidad de la expansión urbana y al hecho de que muchos de los espacios que se deberían conservar están en propiedades privadas, lo que va a demandar la toma de decisiones para lograr un balance entre el interés individual y el interés colectivo ante la amenaza del cambio climático.

Si se empieza a demostrar la estrecha relación que existe entre la temperatura superficial y la vegetación en la ciudad, pero a la vez que estamos frente a una demanda cada vez mayor de las tierras para el desarrollo urbano, lo que debemos buscar es un balance, que en primera instancia permita que la ciudad se enfrié y que los nuevos desarrollos no provoquen un mayor calentamiento más allá de lo normal, y en segunda instancia, lograr el mantenimiento de la funcionalidad de las redes ecológicas que persisten en la ciudad a través de una mayor conectividad. Para atender este tema, la Municipalidad de Curridabat ha promovido la realización de un análisis de conectividad que les permita obtener información para lograr una mejor planificación del espacio urbano. Para lograr el objetivo se realizó un análisis de conectividad funcional a partir de la construcción de un  mapa de hábitat ecológico de la ciudad derivado del mapa de infraestructura verde (Figura 2).

Como grupo de especies objetivo, se utiliza un inventario de aves del cantón de 179 especies y 4643 registros, siguiendo las recomendaciones de Blair (1996), el cual establece que en estudios de conectividad en ciudades nos debemos centrar en las aves silvestres ya que son un taxón altamente móvil capaz de penetrar toda la matriz urbana. Cada especie de ave es caracterizada según su estado de conservación (Lista roja de la UICN, 2019; Lista de especies amenazadas de SINAC, 2017), su distribución, tipo de migración que realiza, tipo de hábitat preferencial, dieta y peso, datos que son utilizados para calcular la capacidad de dispersión media (Municipalidad de Curridabat, 2019b).

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Figura 3. Temperatura y vegetación en el cantón de Curridabat (El mapa de la izquierda muestra las áreas más cálidas de color marrón y café y las de menor temperatura de color blanco y rosado. Se observa que las áreas con más vegetación en el mapa de la derecha corresponden a las áreas más frías del mapa de la izquierda). Fuente: Municipalidad de Curridabat (2019).

La Figura 4 muestra el resultado del análisis a través de un mapa que refleja de la probabilidad de conectividad global del cantón donde se muestra que los valores más altos de conectividad se observan hacia el este del cantón principalmente en los distritos de Sánchez y Granadilla, disminuyendo hacia el sur donde se encuentra el distrito de Tirrases. En la parte oeste del cantón, principalmente lo cubierto por el distrito de Curridabat, presenta los valores más bajos de probabilidad de conectividad. Es importante notar que a pesar de que al sur del cantón se encuentra un importante remanente de bosque en el cerro La Colina, la conectividad en relación con el resto del cantón presenta valores más bajos. Esos resultados comparados con la Figura 2 muestran nuevamente la estrecha relación de que si utilizamos la vegetación urbana para enfrentar efectos del cambio climático, podemos a la vez favorecer la permanencia de la biodiversidad urbana y también mantener su conectividad y el bienestar de los habitantes a través de los servicios ecosistémicos que provee.

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Figura 4. Probabilidad de conectividad total en el cantón de Curridabat. Fuente: Municipalidad de Curridabat (2019). Fuente: Municipalidad de Curridabat (2019).

 Referencias

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Los datos dibujan una emergencia en la biodiversidad tica

“Este es un artículo de opinión publicado originalmente en el Suplemento Ojo al Clima del Semanario Universidad, del 17 mayo del 2019

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El reciente informe de la Plataforma de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes) menciona y advierte sobre la pérdida de biodiversidad y la velocidad con que está sucediendo a nivel global. Costa Rica parece no escapar a los datos revelados por el informe si revisamos algunos datos históricos recientes que advierten sobre la pérdida de biodiversidad en todos los tipos de ecosistemas que se presentan en el país. Los datos son alarmantes a nivel marino, en los bosques, entre aves y en especies terrestres.

En el contexto marino se conoce que el recurso de sardina ha mostrado una disminución progresiva desde 1975 a la actualidad y que, a partir del año 2007, los niveles de captura de camarón en la flota semi-industrial han tenido una fuerte caída, con tasas de decrecimiento anual de 15,4%. Así, la caída acumulada en el periodo 2007-2013 fue de un 45%. También se reporta que dos especies de tiburón, el martillo (Sphyrna lewini) y el sedoso (Carcharhinus Falciformis), han experimentado una reducción de ~ 90% y 80%, respectivamente en sus poblaciones. Estos datos evidencian que el país ha venido paulatinamente perdiendo biodiversidad y que al menos en este caso obedece a sobreexplotación pesquera.

En el ámbito forestal el informe sobre el Estado de los Recursos Genéticos Forestales en Costa Rica publicado en 2012 señaló que el 87% de las 688 especies forestales evaluadas  tenían algún grado de amenaza, de las cuales el 29% se encontraban en estado crítico, 14% amenazado, y 43% vulnerables.

En 2015 el Inventario Nacional Forestal publicó que en Costa Rica existen aproximadamente 2.078 especies arbóreas, lo que correspondería a un 20% del total de la flora arbórea mundial. Se documentaron en varios estratos, incluyendo 98 especies en el bosque de palmas, 893 en el bosque maduro, 904 en el bosque secundario, 166 en los pastos con árboles y 17 especies en manglares.

El inventario encontró 11 de las 18 especies de árboles catalogadas como en peligro de extinción. Entre las halladas, 7 están consideradas en el decreto ejecutivo 25700 como especies en veda. Estas especies fueron detectadas principalmente en el estrato Bosque Secundario, con un 59% del total de la frecuencia. Las especies en peligro de extinción se distribuyen principalmente en la región Pacífico Norte y Valle, seguido por la región Pacífico Central y Pacífico Sur, mientras que en la región Caribe Central y Caribe Sur prácticamente no se encontraron especies en esta categoría.

De las 18 especies consideradas en peligro de extinción y vedadas, incluidas en el decreto mencionado anteriormente, siete no fueron encontradas en el inventario lo que en alguna medida advierte el crítico estado de ellas, pudiendo pensarse incluso en que algunas de estas podrían estar ya casi extintas en Costa Rica. Las especies en esta condición son: Caryodaphnopsis burgeri, Cedrela fissilis, Copaifera camibar, Cordia gerascanthus, Couratari scottmorii, Guaiacum sanctum, Myroxylon balsamum, Paramachaerium gruberi, Parkia pendula, Podocarpus guatemalensis y Sclerolobium costarricense.

En relación a los humedales, el último inventario nacional reveló que solamente un 58% de la extensión de los humedales del país se encuentran en buen estado de conservación, considerándose que  el restante 42% se presentan como humedales alterados, debido a que se encuentran bajo la influencia de algún proceso antrópico que perjudica su condición natural.

Un estudio de largo plazo donde se mide la abundancia y diversidad de poblaciones de aves en la zona sur publicado en 2019 señala que un 60,5% de las poblaciones están declinando. En general, la proporción de especies en declive en áreas de bosque fue de 1,7 para residentes y de 1,2 para las poblaciones de migrantes de larga distancia. Sesenta y dos por ciento de disminución fueron principalmente insectívoros, 25% frugívoros, 12% granívoros y 1% nectarívoros. A nivel de plantaciones de café la disminución fue de 1,8 para residentes y de 0,75 para especies migratorias. 49% de las especies presentan valores decrecientes en insectívoros, 18% frugívoros, 17% nectarívoros, 13% granívoros y 3% piscívoros.

En 2017 el Sistema Nacional de Áreas de Conservación actualizó el listado de las especies catalogadas como en peligro de extinción y con poblaciones reducidas y amenazadas (R-SINAC-CONAC-092-2017) y  estableció que 108 especies de fauna y 40 especies de flora están en peligro de extinción y 152 especies de fauna tienen poblaciones reducidas y amenazadas, a las cuales se les agregan  corales y 7 familias completas de flora.

El país sigue sin tener resultados de los sistemas de monitoreo de la biodiversidad a nivel nacional que ha diseñado, lo que dificulta conocer con certeza cuál es el estado de las poblaciones silvestres, ya que seguimos anclados en una visión de país verde si saber que pasa realmente con la biodiversidad. El país necesita mejorar la capacidad de conservación basada en datos científicos para aumentar las posibilidades de supervivencia para miles de especies en declive.

Manglaresmuertos

Especies Globalmente Amenazadas en Costa Rica: 2016

banderaLa pérdida de biodiversidad es hoy día uno de los factores ambientales más críticos con una creciente evidencia de que las tasas actuales de extinción son las más altas de los registros históricos amenazando los valiosos servicios de los ecosistemas y con ello comprometiendo además el  bienestar humano(2). Esta pérdida en los últimos años es producto de una serie de presiones entre las que se encuentran; pérdida, degradación y fragmentación de hábitats naturales; sobreexplotación de los recursos biológicos; contaminación, en particular la acumulación de nutrientes tales como nitrógeno y fósforo en el medio ambiente;  los impactos de especies exóticas invasoras sobre los ecosistemas y los servicios que estos brindan a la gente;  el cambio climático y la acidificación de los océanos, asociados con la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera(1).

Estas amenazas han aumentado junto al aumento de la población humana, el cambio en sus patrones y tasas de consumo, con efectos aún difíciles de predecir. Estudios recientes demuestran que la tasa de extinción de los últimos siglos es 500 a 1.000 veces mayor que la extinción normal de especies a partir de la deducción del registro fósil(5 y 6).

Por otra parte con base a la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)  desde el año 1500 a la fecha se sabe que se han extinto 850 especies de animales o plantas  de las cuales 736 son especies animales y 114 plantas. Dentro de las especies de animales, destacan los gasterópodos o caracoles con la mayor cantidad conocida de especies extintas en la naturaleza (271), seguido más distantemente por aves con 139 especies y mamíferos con 74 especies extintas. Sin embargo, sin consideramos que el número de especies conocidas es sólo una proporción mínima de las especies que realmente vivirían sobre la Tierra, es seguro que la cantidad de especies extintas desde el año 1500 es mucho mayor, es decir, muchas especies se pueden haber extinguido sin siquiera haber sido conocidas(9).

En el último informe sobre el Planeta Vivo que basa su análisis en más de 3.000 especies de vertebrados (mamíferos, aves, peces, anfibios, reptiles) representando más de 14.000 poblaciones diferentes de todo el mundo encontró que el 58% de las especies de vertebrados  han disminuido en el período entre 1970 y 2012. A la vez los datos muestran que esta disminución está ocurriendo a una tasa anual del 2%, sin indicación de que se ralentice esta tasa. Según el informe, la amenaza más común a la disminución de las poblaciones es la pérdida y degradación del hábitat y la sobreexplotación (11).

Por otra parte más del 21% de las especies de las 391.000 especies de plantas vasculares del mundo conocidas por la ciencia están amenazadas, lo que significa que una de cada cinco especies está amenazada de la extinción. Lo anterior implica que las plantas están más amenazadas que las aves, tan amenazadas como los mamíferos pero no están tan amenazadas como los anfibios(4).

A nivel de la región latinoamericana el cambio en el uso de la tierra, incluida la degradación y fragmentación de los hábitats naturales, sigue siendo la amenaza más importante de pérdida de biodiversidad. Sobre la base de los últimos datos publicados en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aproximadamente 831 especies en la región se consideran en riesgo, de las cuales al menos el 42 por ciento son anfibios, el 37 por ciento  mamíferos, 25 por ciento  aves y el 18 por ciento de las especies de reptiles(10).

ESPECIES AMENAZADAS EN COSTA RICA

En el ámbito Costarricense es difícil establecer las especies amenazadas actualmente en el país ya que desde el 2005 no es actualizado el listado de las especies catalogadas en peligro de extensión (Decreto No.32633) el cuál fue promulgado en 2005 y establece que 295 especies están en Peligro de Extinción y 1.284 especies tienen poblaciones amenazadas. El Decreto debió ser modificado por haber entrado en vigencia la nueva Ley de Vida Silvestre(3).

A finales del 2015 el Inventario Nacional Forestal publicó que en Costa Rica, existen aproximadamente 2.078 especies arbóreas lo que correspondería a un 20% del total de la flora mundial arbórea entre las que se documentaron en varios estratos incluyendo: 98 especies en el bosque de palmas, 893 en el bosque maduro, 904 en el bosque secundario, 166 en los pastos con árboles y 17 especies en manglares(7).

De las especies documentadas el inventario reporto haber encontrado 11 de las especies catalogadas como en peligro de extinción, 7 de las cuales están consideradas en el decreto ejecutivo 25700 (MINAE, 1997) como especies en veda. Estas especies fueron detectadas principalmente en el estrato Bosque Secundario con un 59% del total de la frecuencia. Las especies en peligro de extinción se distribuyen principalmente en la región Pacífico Norte y Valle Central con un 79% del total de la frecuencia, seguido por la región Pacífico Central y Pacífico Sur con un 12% del total, en la región Caribe Central y Caribe Sur prácticamente no se encontró especies en esta categoría(7).

De las 18 especies consideradas en peligro de extinción y vedadas, incluidas en el decreto ejecutivo 25700 (MINAE, 1997), 11 no fueron encontradas en el inventario lo que en alguna medida advierte el crítico estado de ellas, pudiendo pensarse incluso en que algunas de estas podrían estar ya casi extintas en Costa Rica. Las especies en esta condición son: Caryodaphnopsis burgeri, Cedrela fissilis, Copaifera camibar, Cordia gerascanthus, Couratari scottmorii, Guaiacum sanctum, Myroxylon balsamum, Paramachaerium gruberi, Parkia pendula, Podocarpus guatemalensis y Sclerolobium costarricense(7).

Partiendo de que en Costa Rica aún no se ha establecido un marco de trabajo que reporte y evalué el estado de las especies presentes en el país por parte de las autoridades competentes como seria el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) o la Comisión Nacional de Gestión de la Biodiversidad (CONAGEBIO), cada año el Estado de La Nación es quién realiza un reporte pero basándose en la Lista de las especies globalmente amenazadas conocida como la lista roja publicadas anualmente por la UICN(3).

A nivel global la UICN tiene en la lista roja un total de 3.884 especies con distribución en Costa Rica, de las cuáles 337 especies se encuentran en las categorías de más amenaza (en peligro crítico, en peligro, vulnerable). La figura 1 muestra el número de estas especies según el estado de amenaza.

En 1998 la lista roja reportaba 106 especies, diez años después (2008) reportaba 189 y en al año 2016 se reportan 337 especies lo que significa que en un período de 18 años hubo un incremento del 144% en las especies con distribución en Costa Rica que ingresaron a la lista roja (Figura 2). Aunque esto no necesariamente signifique que la especie esté amenazada en el país, si es importante considerar que la tendencia muestra a aumentar la amenaza a nivel global. El país sigue requiriendo su propia evaluación del estado de la biodiversidad desde el 2012(3).

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Al revisar las especies amenazadas por Reino y por categoría de la lista roja para el 2016 se observa que el reino con más especies amenazadas es el animalia donde la mayoría se encuentran en categoría de vulnerable al igual que en el reino plantae (Figura 3), lo que es similar con el dato global publicado por UICN en 2016  donde la mayoría de especies amenazadas son de fauna.

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Las especies de fauna amenazadas en Costa Rica están dominadas en número por los anfibios (61 especies ), peces (46 especies) y tiburones (14 especies) (Figura 4) lo que concuerda con lo reportado por UNEP(10) en 2016  para la región de Latinoamérica para el grupo de anfibios y para el caso de los peces concuerda con lo reportado por WWF(11) en 2016 que señala que entre el año 1970 y 2012 las especies de peces declinaron en un 81% debido a presiones como las represas, la contaminación, las especies acuáticas invasoras y las extracciones insostenibles de agua a nivel global.

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Es importante revisar más detenidamente el caso de los anfibios  ya que de las 61 especies amenazadas en Costa Rica el 74% se encuentran en las categorías En peligro crítico (23 especies) y En peligro (22 especies) lo que concuerda a lo reportado por Stuart et-al(8) que señalan que los anfibios son el grupo taxonómico más amenazado actualmente para la extinción y en donde las especies se mueven más rápido entre categorías de mayor riesgo de extinción.

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Finalmente revisamos  la relación de especies amenazadas con el número de especies descritas por grupo taxonómico al año 2014, concluyendo que en Costa Rica (Figura 6):

  • El grupo de los anfibios es el más amenazado
  • Los reptiles están tan amenazados como los peces
  • Los mamíferos están más amenazados que las aves
  • Las aves están más amenazadas que las plantas
  • En número de especies el grupo más amenazado son las plantas

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CONCLUSIONES

La pérdida de biodiversidad sigue a un ritmo acelerado producto de la continua demanda de recursos de manera insostenible, sumada a las desigualdades sociales, a una carencia de una compresión profunda de los sistemas naturales y a una necesidad de cambiar los modos de vida que nos encaminen hacia una sociedad que viva dentro de los límites planetarios. A la vez sigue pendiente la transición hacia una sociedad sostenible y a la necesidad de poner de relieve la importancia de aumentar la comprensión compartida de los vínculos entre la humanidad y la naturaleza para garantizar un futuro más sostenible.

En Costa Rica sigue pendiente la existencia de mecanismos oficiales que evalúen con frecuencia el estado de la biodiversidad en general y con mucho más importancia la evaluación periódica del estado de las especies consideradas amenazadas y en riesgo de extinción.

REFERENCIAS

  1.  (2014), Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 4. Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Montreal, Canadá
  2. Ceballos, G., Ehrlich, P. R., Barnosky, A. D., García, A., Pringle, R. M., & Palmer, T. M. (2015). Accelerated modern human – induced species losses: entering the sixth mass extinction. Sciences Advances, Vol. 1, 1–5.
  3. Corrales L. (2016). Conservación, biodiversidad y zona marino costera de Costa Rica: Avances, cambios y desafíos. Ponencia Vigésimo segundo Informe Estado de La Nación en desarrollo Humano Sostenible. Programa Estado de La Nación. San José-Costa Rica
  4. (2016). State of the World`s Plants 2016. Royal Botanic Garden.
  5. Primack R, R Rozzi, P Feinsinger, R Dirzo y F Massardo. (2001). Fundamentos de conservación biológica Perspectivas Latinoamericanas. Ciudad de México-México
  6. Primack R. (2014). Essentials of conservation biology. Sinauer Associates Inc., MassachusettsUSA.
  7. REDD/CCAD-GIZ – SINAC. (2015). Inventario Nacional Forestal de Costa Rica 2014-2015. Resultados y Caracterización de los Recursos Preparado por: Emanuelli, P., Milla, F., Duarte, E., Emanuelli, J., Jiménez, A. y Chavarría, M.I. Programa Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal en Centroamérica y la República Dominicana (REDD/CCAD/GIZ) y Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) Costa Rica. San José, Costa Rica. 380 p.
  8. Stuart, S.N., Hoffmann, M., Chanson, J.S., Cox, N.A., Berridge, R.J., Ramani, P., and Young, B.E. (eds.) (2008). Threatened Amphibians of the World. Lynx Edicions, Barcelona, Spain; IUCN, Gland, Switzerland; and Conservation International, Arlington, Virginia, USA.
  9. UICN (2016). The IUCN Red List of Threatened Species. Version 2016-2. <http://www.iucnredlist.org>. Consultado 4 octubre 2016
  10. (2016). GEO-6 Regional Assessment for Latin America and the Caribbean. Nairobi, Kenia: United Nations Environment Programme (UNEP)
  11. (2016). Informe Planeta Vivo 2016. Riesgo y resiliencia en el Antropoceno. WWW International, Gland, Suiza.

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Memorias de como iniciaron los Parques Nacionales en Costa Rica: Episodio Quinto. Anécdotas de todo en el sistema

Lluvioso

Encendemos la grabadora para escuchar en palabras de Don Álvaro Ugalde más anécdotas del sistema:

El cambio de Gobierno de Daniel Oduber a Rodrigo Carazo fue un poco novelesco. Uno de los incidentes que se sucedieron justamente durante este cambio de mandatarios fue la muerte de los venados cola blanca del Zoológico Simón Bolívar. Los venados se mataron en Febrero de 1979 y las elecciones fueron ese mismo mes. En Febrero 21 de 1978, los encabezados del periódico La Nación informaban de la matanza de los venados.

El escándalo exploto luego de las elecciones, cuando Don Daniel aún era presidente. La oposición llevo el conflicto a las altas esferas políticas con el fin de perjudicar al presidente Daniel Oduber, sin embargo, el escándalo término en mi escritorio. Yo no permití que ese hecho se usara políticamente para manchar la labor tan valiosa que Don Daniel había cumplido en materia de conservación.

Como marco de fondo, recuerdo que se había adquirido una finca en Santa Ana, comprada a la familia Ross en 2 millones de colones. Guido Sáenz había sido nombrado como ministro de cultura durante el Gobierno de Don Daniel. En 1977, el congreso había pasado una Ley para la creación de un Jardín Botánico dentro del Zoológico Simón Bolívar y Guido obtuvo fondos para la compra de plantas que sembró dentro del zoológico. Él me había pedido que saliera del zoológico, porque algunos de los venados sueltos estaban estropeando sus plantas, sin embargo, nosotros no teníamos fondos para trasladarnos del Zoológico en Barrio Amón a la finca de Santa Ana recién adquirida. Para solucionar el conflicto, solicité que capturaran los venados con redes y anestésicos, sin embargo no se pudo. Lo intentamos por más de un año, hasta que al final no tuve otra opción que ordenar que los eliminaran.

Esa decisión me condujo a un largo juicio de año y medio, en el que se me acuso de daños agravados contra la propiedad del Estado. Si resultaba culpable, me iba a prisión por 3 a 6 años, pero dichosamente salí libre. Gracias a mis testigos, logre probar que por más que trate de capturar a los venados vivos, me fue imposible y que el gobierno me había asignado la difícil tarea de proteger dos proyectos antagónicos en la misma propiedad y sin fondos para ejecutar las acciones.

La vida da sorpresas; a veces es una de cal y a veces otra de arena. En Julio 25 de 1983, gracias a la labor que Mario Boza y yo realizamos al construir el sistema de Parques Nacionales de Costa Rica, fuimos elegidos ganadores del premio a la conservación de la vida silvestre denominado J. Paul Getty. Esta es la máxima condecoración que un centroamericano había recibido en materia de conservación. A este han seguido muchos otros reconocimientos al país, a los presidentes y a muchas otras personas e instituciones.

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Regresando a la Península de Osa, que por razones históricas, siempre ha sido considerada como una Siberia para muchos funcionarios del servicio de Parques Nacionales. Allá iban a dar los mal portados o los que realmente quieren sacrificarse. Por una u otra razón, yo siempre me he mantenido cerca de Osa. Durante un tiempo, luego de que yo salí del Sistema de Parques, se inventó el concepto de comisionado, concepto que realmente no ha funcionado. La idea giraba en torno a que cada área tendría un comisionado nacional y uno internacional. De hecho este concepto está legalizado en la Ley de Biodiversidad. Los Comisionados eran, y deben ser, como padrinos, personas de renombre, de poder, etc., que se mantengan preocupados por la salud de ese su Parque asignado. A mí me pidieron que fuera el Comisionado Nacional para Corcovado y a Thomas Lovejoy, se le asignara el título de Comisionado Internacional. Siempre asumí que ser el comisionado significa informarse e informar qué está pasando en el sitio, dar la voz de alarma y buscar recursos económicos.

La década de los 80´s, marco el inicio de un movimiento conservacionista que buscaba soluciones ante la inflación de la que fuimos víctimas durante los primeros 6 años de la década. Muchas de las 26 organizaciones de ayuda internacional tales como CIDA de Canadá, DANIDA de Finlandia, GTZ de Alemania, FIINIDA de Finlandia, NORAD de Dinamarca y ODA de Inglaterra, donaron dineros a Costa Rica, con énfasis en proyectos de conservación. Además de estas organizaciones, muchas organizaciones conservacionistas apoyaron a nuestro país durante la crisis. Esta nueva fuente de ingresos, abrió la necesidad para el establecimiento de la Fundación de Parques Nacionales (FPN), institución a la cual le correspondería la administración de las contribuciones internacionales. Presidida por Mario Boza, la Fundación nace en 1979. La respuesta de la FPN ante la crisis económica fue lanzar una campaña de recaudación de $5.5 en un periodo de 5 años. Esta campaña se convirtió en la prioridad # 1 de la Fundación y gracias al esfuerzo nacional e Internacional, la cifra fue conseguida en 1986, en menos tiempo de lo inicialmente estimado.

Yo fungía de director de parques nacionales en Abril de 1986, cuando asumía la presidencia Don Oscar Arias y Don Álvaro Umaña era nombrado Ministro de Ambiente. Me sentía estresado de los continuos conflictos que este trabajo atrae, y básicamente renuncié al puesto de Director de Parques Nacionales por varias razones. Estaba sumamente cansado, ya que acabábamos de pasar por el desalojo de los oreros de Corcovado y además estaba políticamente muy mal parado, no con Oscar o Don Álvaro, sino con el ex Ministro de la Presidencia que había quedado como ministro sin cartera, el Sr. Danilo Jiménez Vega, mi oponente principal durante la crisis de los oreros. Sentí que como represalia Don Danilo iba a enfocar sus cañones contra el Sistema de Parques Nacionales y entonces pensé que yo tenía que estar fuera del Servicio para librarlo de la reprimenda.

La crisis de los oreros nos enseñó algunas valiosas lecciones, una de ellas fue que las áreas de amortiguamiento que rodean las Áreas Silvestres, son tan valiosas como los ecosistemas con categoría de protección estricta. La experiencia fue la chispa que encendió la idea para crear una fundación privada que recaudara fondos sin tener intervención gubernamental. La idea era que dicha fundación adquiriera tierras para conservación y promoviera programas de educación ambiental y el concepto del desarrollo sostenible. Con ese fin nació la Fundación Neotrópica.

No había pasado mucho tiempo de mi salida, cuando el World Wild Life primero y luego The Nature Conservancy, me becaron para que no buscara otro trabajo y funcionara como Director Ejecutivo de la Fundación de Parques Nacionales, cuyas labores incluían recaudación de fondos para la consolidación del Sistema de Parques Nacionales. Luego en 1988 trabaje de guía con Michael Kaye y su empresa “Costa Rica Expeditions” pionera en el campo del turismo ecológico. Aquí, la vida me presentó la oportunidad de ver los Parques Nacionales con los ojos de un usuario.

En los años de la Administración de Don Oscar Arias se impulsaron iniciativas tales como el mecanismo financiero conocido como canje de deuda por naturaleza. En este periodo, en materia de conservación, el poder descansaba en el Ministro Álvaro Umaña. Esta fue la era en que la Administración de las Áreas Protegidas fue reestructurada y ocurre el nacimiento de las Unidades Regionales de Conservación (URC). Las URC formaban parte de una estrategia de desarrollo sostenible que no solo incluía las Áreas Silvestres Protegidas, sino también el agro-paisaje a su alrededor.

En 1989 entré a trabajar nuevamente al MIRENEM con Mario Boza como Viceministro. Trabaje un año en la apertura de una Oficina de Cooperación Internacional y luego asumí nuevamente la Dirección del Servicio de parques en 1991. En 1993, Mario salió y yo volví a salir para trabajar con el PNUD. De 1993 a 1995 trabaje como coordinador del programa de pequeñas donaciones del GEF y en 1995 participe en la elaboración de una propuesta de la fundación de parques a CR-USA para iniciar una campaña de recaudación de fondos para Corcovado, la cual fue aprobada. La Fundación CR-USA a través de la Fundación de Parques Nacionales, garantizó el pago de mi salario.

Ese año termino en fracaso por conflictos con la Ministra del Ambiente. Yo renuncie y me fui a trabajar como guía de turismo. Luego Carlos Manuel Rodríguez me llamo al CATIE y estando allí, CR-USA me volvió a contratar como oficial ambiental y para darle continuidad al proyecto de Osa. Se armó un nuevo proyecto y CR-USA me contrató como Director de la Campaña y luego, por acuerdo con el Ministro, como director del Área de Conservación Osa, desde febrero del 2004.

La Campana de Osa, fue un proyecto de colaboración internacional entre The Nature Conservancy (TNC), Conservación Internacional (CI), (Fundación Costa Rica-Estados Unidos (CR-USA) y el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), para la recolección de fondos destinados a proyectos de conservación de la biodiversidad en el Área de Conservación Osa. El proyecto pretendía recaudar más de $30 millones de dólares para un fondo patrimonial para las áreas protegidas, la compra de tierras privadas dentro de áreas protegidas, crear corredores biológicos y trabajar con comunidades, organizaciones locales y privadas y propietarios, en la conservación de la biodiversidad de ACOSA.

Los parques nacionales de Costa Rica fueron creados, mantenidos, mejorados y expandidos gracias a que la mayoría de los costarricenses los consideran como parte del alma nacional y a que hemos aprendido a utilizarlos como parte de nuestra economía. Son la materia prima del ecoturismo. La motivación de los primeros creadores del sistema, fue un ejemplo que muchos otros continuarían y que es apoyada, no solo por mas costarricenses, sino por muchos otros amigos y amigas y organizaciones internacionales que han admirado nuestra visión y misión y que con su apoyo han garantizado el éxito de nuestros preciados parques nacionales.

Referencia

 Sáenz Y. (Sin publicar). Memorias de un Héroe Llamado Guarda Parques. San José-Costa Rica

Memorias de como iniciaron los Parques Nacionales en Costa Rica: Episodio cuarto. Salvando el Parque Nacional Corcovado

Corcovado

Encendemos la grabadora para escuchar en palabras de Don Álvaro Ugalde los inicios del Parque Nacional Corcovado:

Don Daniel Oduber se convirtió en el amigo más grande y poderoso que los Parques Nacionales han tenido. Le solicite a Daniel que creara una comisión para los Parques Nacionales y él quería crear una Comisión para los Recursos Naturales. Los miembros de la comisión fueron Oscar Arias, Fernando Zumbado, Pedro León, Eduardo Lizano, Armando Arauz, quien luego fue Vicepresidente de la república. Esta comisión, que me correspondió coordinar, presento al Presidente el proyecto de ley de creación del Instituto de Recursos Naturales (INDERENA). Esto era básicamente la transformación de la dirección general forestal en una institución autónoma. Desafortunadamente este proyecto no prosperó porque ya eran los últimos meses de la Administración Oduber-Quirós.

En este entonces llego una carta de un italiano dirigida a Don Daniel en donde este señor le informaba acerca de la importancia de conservación de la Península de Osa. Don Daniel me enseño la carta y nuevamente vi otra puerta que se abría e inmediatamente procedí a elaborar un presupuesto para salvar Corcovado.

El problema más grande que enfrentaba el Servicio de Parques Nacionales era re-ubicar a más de 150 familias de ocupantes que residían dentro del Parque. Algunos incluso estimaron que al menos 300 familias vivían dentro del parque. El presupuesto para indemnizar a estas familias se levantó rápidamente y el estimado ascendía a 1.5 millones de colones. Yo le presente este primer estudio al Presidente, sin embargo, cuando los cálculos se realizaron más minuciosamente, nos percatamos que el monto total ascendía a 12 millones. Estaba casi seguro que ese día iba a ser despedido. Aquí no tuve otra que volver a Don Daniel, con el rabo entre las piernas y confesarle que los números originales estaban muy por debajo de los reales. Daniel Oduber, un hombre de gran sabiduría, respondió con una frase célebre diciéndome: “Alvarito, dígame una cosa, cuánto cree usted que cueste Corcovado dentro de 50 años?” Así era Daniel, siempre contestaba con una pregunta o una broma que detrás llevaba todo un contexto. Nuevamente salí con vida… Ante la respuesta de Don Daniel los dos terminamos riéndonos y rápidamente le pregunte a donde podía ir a retirar el cheque de 12 millones de colones. Fue un momento que lo recuerdo con mucha nostalgia ya que Corcovado representa la joya del Sistema de Parques Nacionales de Costa Rica.

Más de la mitad de Corcovado le pertenecía al IDA y el resto, unas 16,000 hectáreas, estaban en manos de la compañía norteamericana Osa Productos Forestales, la cual mediante un canje de tierras en 1976, accedió a salir de Corcovado y tomar posesión de una parte de lo que actualmente se conoce como la Reserva Forestal de Golfo Dulce, la cual también fue creada durante el gobierno de Don Daniel. Los 12 millones aportados por el gobierno sirvieron para pagar las mejoras que los campesinos habían hecho dentro del Parque Nacional de Corcovado. Algunos de estos campesinos, se fueron de Osa, otros se trasladaron a una finca que adquirió el IDA para este fin, en el sector hoy conocido como Cañaza.

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Recuerdo que una vez, me contaron los Guardaparques de Santa Rosa en Guanacaste, que había llegado una rubia alborotera, ocupante de Puerto Rocha, entre San Pedrillo y Llorona en el Parque Nacional Corcovado. La rubia venia montada en un camión lleno de muebles y animales de granja y venia preguntando que donde estaba el Parque Nacional, porque en Osa le habían pagado bien y venía a ver si en Santa Rosa le pagaban otra vez. Afortunadamente allí mismo fue devuelta por los Guardaparques.

Don Daniel no solamente me ayudo a formar el sistema, sino también la institución. Cuando el preguntó que qué podía hacer por mí, al principio me moví con timidez, sin embargo, luego de comprender que sus palabras eran sinceras, me di cuenta del poder que me transfería el tener la firma del presidente, redactar algunos de sus discursos y su apoyo total. Durante el periodo de Gobierno de Don Daniel, se establecieron Parques Nacionales como Corcovado, La Reserva Biológica Isla del Caño, El Parque Nacional Rincón de la Vieja, La Reserva Biológica de Hitoy Cerere y Carara, La Reserva Forestal de Golfo Dulce y se firmó la ley del Parque Nacional de Tortuguero. Gracias a Daniel pasamos de 100 funcionarios a 400. El área destinada a Parques Nacionales aumento en un 2% del territorio nacional, lo cual sumado al 2.5% conquistado durante la tercera Administración de Don Pepe Figueres, nos colocaba en una posición prestigiosa a nivel mundial. Estas fueron las políticas iniciales que nos permitieron proteger una muestra aún más representativa de nuestra biodiversidad; y esto les dio al país y a don Daniel un gran prestigio internacional.

Episodio Quinto. Anécdotas de todo en el sistema

Referencia

Sáenz Y. (Sin publicar). Memorias de un Héroe Llamado Guarda Parques. San José-Costa Rica

Memorias de como iniciaron los Parques Nacionales en Costa Rica: Episodio tercero. Nace el Parque Nacional Santa Rosa

Santa Rosa

Encendemos la grabadora para escuchar en palabras de Don Álvaro Ugalde los inicios del Parque Nacional Santa Rosa:

Luego de regresar de los cursos teórico prácticos realizados en Estados Unidos, en Diciembre de 1969 conocí a Arthur “Tex” Hawkins, miembro voluntario del Cuerpo de Paz, quien formaba parte del departamento de pesca y vida silvestre dentro del MAG. Dicho Departamento no tenía una clara orientación conservacionista y su función era básicamente el control de proyectos de acuicultura y la entrega de licencias de cacería. Tex y yo comenzamos a trabajar juntos y redactamos una publicación para La Nación. El artículo era ilustrado con dibujos de la famosa pintora norteamericana Mary Paul, quien actualmente exporta sus obras a Estados Unidos y a Europa.

Posteriormente Tex y yo nos trasladamos para Santa Rosa en Guanacaste, ya que 10,000 hectáreas de la hacienda de Anastasio Somoza, dictador de Nicaragua, recién habían sido adquiridas por el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) por 4 millones de colones, con el fin primordial de crear el Parque Nacional Santa Rosa. El área incluía un enorme rectángulo desde la carretera interamericana hasta el Océano Pacífico. Este fue el primer cuadrito de Santa Rosa, que paso de 10,000 has a 111,000 has del Área de Conservación Guanacaste de hoy. Para un análisis detallado de cómo ocurrió este proceso es interesante leer el libro “The Green Phoenix” de William Allen.

Al ingresar a Santa Rosa experimentamos la cruda realidad que se vivía. El primer problema  era que la parte baja de la hacienda, conocida como el Valle del Naranjo, que se le había comprado a Somoza, había sido invadida por 36 familias, previo a la creación del Parque y los últimos bosques altos de bajura que le quedaban a la hacienda, los estaban socolando para cortarlos. El segundo problema, era que el vecino Sr. Carlos Acosta había corrido la cerca dentro del Parque como 60 hectáreas para acceder a un ojo de agua y el tercer problema, las vacas del Señor Carlos Acosta y otros, pastaban libremente en el Parque.

El ICT había contratado un peón, pero el instituto no la estaba administrando y prácticamente tenía a Santa Rosa en abandono total. Lupo Espinosa, hijo del antiguo telegrafista de la Hacienda Santa Rosa era el trabajador contratado, quien junto con su esposa Juanita y sus hijos, algunos de ellos actualmente botánicos, vivían en la casona. Lupo me enseño la realidad de las 10,000 has en posesión del estado, sin manejo y con frentes de batalla por doquier. Tex y yo le escribimos a Mario Boza, (quien se encontraba en el seminario de parques nacionales en Estados Unidos) explicándole la situación y Mario reacciono con una carta excelente a los medios de comunicación. La Carta de Mario, describía en detalle como el primer parque establecido en el país estaba por desaparecer debido a unos pocos precaristas que estaban destruyendo la herencia natural de todos los costarricenses y de las futuras generaciones. La llama se encendió y se generó un escándalo a nivel nacional que al final tuvo repercusiones positivas para la consolidación del primer Parque Nacional de Costa Rica. Debido a la situación que prevalecía, yo asumí la administración ad honoren de Santa Rosa.

En aquel momento, el Servicio de Parques Nacionales era solamente un papel, con un jefe fuera del país y dos voluntarios promoviendo alborotos. La dirección general forestal, que apenas estaba naciendo me brindo vehículos para ingresar a Santa Rosa y de Diciembre a Mayo trabaje como voluntario para el sistema, constituyéndome en el primer voluntario nacional del Servicio de Parques Nacionales. El primer voluntario extranjero fue Tex.

Un día me fui a caballo hasta el Valle de Naranjo, sitio en el cual se encontraban los precaristas y les pedí café, el cual me sirvieron de mala manera. No iba armado y tenía apenas 22 años. Hablando con los señores y señoras, logramos entendernos y a menos de una hora de dialogar, ya estábamos haciendo negociaciones. Recuerdo haberle informado a los señores que Santa Rosa era Parque Nacional. Les explique en qué consistía dicha categoría de protección y luego procedí a informarles lo que la ley establecía, el porqué de mi presencia en el sitio y también les comente que el gobierno apoyaba mis acciones. Los precaristas quedaron convencidos de que ellos debían desalojar el parque y les prometí que yo les solucionaba el problema de tierras y que si yo no tenía éxito me iba.

Recuerdo haber tenido una reunión anecdótica con el Sr. Arnoldo Madriz, Director Forestal, Jefe de Mario Boza. En esta reunión yo le decía a don Arnoldo que si no se solucionaba la situación en Santa Rosa, había que hacer un escándalo y recuerdo que él aprobó el escándalo. “Claro que si Alvarito, tienes todo mi apoyo”. El semblante y carácter amable le cambiaron inmediatamente cuando le dije que el escándalo era contra él mismo, porque no estaba asumiendo responsabilidades ante el caos que representaba la invasión de terrenos del estado por parte de los precaristas, las vacas y los vecinos molestos. Los molinos impulsados por Don Arnoldo al final comenzaron a moler, despacio, pero seguro.

Sin embargo, luego de Mayo del 70, decidí buscar trabajo en la Universidad de Costa Rica, en el Centro de Estudios de Población (CESPO), cuyo trabajo consistía en entrevistar líderes en todo el país. Le comente a Mario que no podía seguir trabajando de voluntario y que iba a trabajar a CESPO. Mario movió algunas de sus piezas vitales y para Julio del mismo año, Don José Figueres dicto un decreto ejecutivo nombrándome administrador de Santa Rosa. A la fecha, creo que los únicos dos nombramientos por decreto que se han hecho son el de Mario y el mío. Gracias a esta acción, al instante comencé a trabajar como funcionario del SPN.

El decreto ejecutivo para la creación de Santa Rosa se firmó en Santa Rosa, el 20 de Marzo de 1971, con la participación del ministro del MAG Fernando Batalla Esquivel, dicho sea de paso, fiel representante del sector agrícola y ganadero. También estaban presentes Doña Karen Olsen de Figueres, José María Figueres, Daniel Oduber y mi persona, entre muchos otros, estudiantes y vecinos.

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El 8 de Mayo de 1970, don Pepe asumió la presidencia y para el día 15 del mismo mes, ya estaba de viaje en Santa Rosa. Nos visitó en la casona y de pronto se fue a almorzar a la casa de Carlos Acosta, a quien le teníamos un interdicto de posesión, ya que se había adjudicado ilícitamente 60 hectáreas del estado. La visita de Don Pepe a Don Carlos fue como un balde de agua fría para nosotros. El juicio continúo y se resolvió a nuestro favor nuestro. Gracias a ello, la finca fue restablecida al límite del Parque original.

A pesar de las solicitudes múltiples que le habíamos hecho al Sr.  Acosta, su ganado continuaba pastando dentro del parque y luego de la aprobación judicial, procedimos a tirar el ganado. Se repartió carne a los asilos, escuelas y hospitales de Liberia, hasta que los ganaderos dejaron de meter ganado al parque. En resumen, se dio solución al problema de los precaristas, se restituyeron las cercas, se sacó el ganado y nació Santa Rosa como el primer parque nacional, con pasos firmes.

Cuando nos enteramos que los precaristas querían tierras y estaban dispuestos a negociar su traslado, iniciamos el proceso de avalúos y el proceso fue tan bien coordinado que para Junio de 1970, ya habíamos trasladado 35 de las 36 familias fuera del parque, a la finca San Luis, propiedad del Instituto de Desarrollo Agrario (IDA) en Cañas, Guanacaste. Esta fue la primera alianza interinstitucional que produjo un resultado concreto en un parque nacional y que sentó un precedente. El IDA asumió las familias del Parque Nacional de Santa Rosa.

Un jeep tapa baja del 54, de la guardia rural de Liberia, fue el que desafió el invierno torrencial y venció los canjilones de barro camino al Valle Del Naranjo. Los ríos de poco caudal, estaban crecidos y el tapa baja recorría los 24 Km, desde El Naranjo hasta la Interamericana, cargado de personas, chanchos, gallinas, perros y tiliches, para posteriormente conducirlos hasta Cañas. Cuando el IDA analizo el perfil de los precaristas, definió que de las 35 familias, solamente 13 tenían derecho a tierras, sin embargo, como el IDA no administro el recibimiento, las 35 familias se metieron en la finca. Luego de muchas vicisitudes, el Parque se inauguró.

En el traslado de los ocupantes a hacia San Luis de Cañas, nos ayudaron mucho la Procuraduría y la Notaría del estado, que básicamente eran dos viejitos. El Notario era don Enrique Ocampo y el Procurador Agrario era don Víctor Aguilar Bulgarelli. Ambos señores eran como dos leyendas vivientes que contrastaban con la juventud de Mario y la mía. Un día viniendo a caballo, salíamos de Naranjo y nos estaba llegando la noticia de que el presidente de la Asamblea Legislativa,  Lic. Daniel Oduber Quirós, acababa de presentar un proyecto de ley para trasladar Santa Rosa al ICT. Lo irónico era que el Parque ni siquiera había nacido legalmente como tal y apenas acabábamos de sacar a los precaristas y las vacas. Oduber pensaba crear impuestos a los cigarrillos y al licor con el fin de generar fondos al ICT para que Administrara Santa Rosa. El Señor Ocampo y el Sr. Aguilar nos dijeron que estábamos perdidos porque Daniel Oduber era la persona política más poderosa del momento, era el Presidente del Congreso y muy probablemente sería el próximo Presidente de la República.

A pesar de que el ICT había comprado la Hacienda Santa Rosa, no la había administrado adecuadamente y la Ley Forestal establecía que los Parques Nacionales los administraba el MAG y no el ICT y por ello nosotros lo primero que le quitamos al ICT fue Santa Rosa. La herida se volvió a abrir, ya que el ICT no aceptaba el haber perdido Santa Rosa y por ello estaban utilizando la figura política de Don Daniel Oduber para recuperar este preciado territorio tan importante para la historia de nuestra nación, ya que representaba el campo de batalla en el cual los próceres de la patria habían derrotado al filibustero William Walker. La figura de Doña Karen entra en acción. Nosotros acordamos no darnos por vencidos hasta que el Presidente Figueres no firmara la Ley de traslado de Santa Rosa al ICT. Mario y yo tuvimos que dejar botada la biología de la conservación para ver como destruíamos un proyecto de Ley en el Congreso postulado nada menos que por Don Daniel Oduber.

Diplomáticamente, Mario, yo y un grupo de conservacionistas, le expresábamos a Don Daniel los inconvenientes de trasladar Santa Rosa al ICT, sin embargo él no quería ceder ante nuestras peticiones. Mario y yo diseñamos una estrategia de inteligencia para enfrentar la amenaza que se nos venía encima. Nos volvimos agentes para boicotear ese proyecto de ley y tomamos dos iniciativas para iniciar el plan: 1) convertir a Doña Karen en nuestra aliada incondicional y arma secreta y 2) informar a los afectados (cigarrillos y licor) del proyecto de ley, y como les iba a golpear el bolsillo. El Padre de Mario era miembro de la Cámara de Comerciantes y Detallistas y la Cámara se convirtió en un vocero para informar a todas las Cámaras de los impuestos que se les iba a cobrar a licor y cigarrillos. Inmediatamente todas las cámaras se comenzaron a oponer y el frente de oposición ante el proyecto de Ley comenzó a crecer a lo interno y externo de la curul parlamentaria. Además, Doña Karen comenzó a llamar y enviar mensajes a los diputados e informarles de lo perjudicial del proyecto propuesto por Don Daniel.

La labor nuestra fue tan eficiente que la mayoría del congreso se opuso al proyecto y este no salió de comisión. Le ganamos al más grande de la Asamblea una de las primeras batallas decisivas.

Don Daniel era propietario de la finca La Flor, vecina de Santa Rosa y le encantaba venir al Parque. Continuamente visitaba a Carlos Acosta, venía a ver a su ganado y otras veces venía a ver al personal del Parque. Una vez, tome una decisión que se convirtió en un pleito duro. Para llegar a su finca, Carlos Acosta utilizaba un camino que pasaba al frente de la casona histórica. Gracias a la participación del Movimiento Nacional de Juventudes y a un grupo de amigas de Liberia, logramos colectar algunas antigüedades para decorar la casona y prepararla para la inauguración. Además estábamos haciendo el Sendero del Indio Desnudo, el cual aún continúa operando. Durante este tiempo, recuerdo que en una noche escuchamos disparos. Salí a investigar y me encontré con que Carlos venia borracho haciendo escándalo y disparando al aire. Yo me fui detrás de el a pedirle que se comportara ya que se encontraba en un Parque Nacional y tenía muchos voluntarios.

Al día siguiente llego Carlos con Don Daniel Oduber. Carlos venía muy molesto conmigo, porque hacía varios días yo le había abierto un camino de acceso a su finca para que dejara de pasar por el camino que pasaba por la casona. Para evitar más conflictos con Carlos le cerré el paso por la casona y el reacciono furioso trayendo nada menos que a Daniel para que me ordenara a mí habilitar el camino tradicional.

Cuando Don Daniel llego, me lo lleve para que observara a los niños trabajando en el sendero. Él me contó que él había estado presente en las cuevas de Santa Rosa durante la contrarrevolución del 55 y le mostré los arreglos que le habíamos hecho a la casona. Le comente a Don Daniel que yo quería traer turismo a Santa Rosa y que la casona era el centro de interés del sitio. Le mencione que Carlos  perturba la paz y por eso yo le había abierto servidumbre por otro lado. No lo quería transitando cerca de la casona. “Carlos, Alvarito tiene razón, tienes que usar el otro camino”. Fueron las palabras de Don Daniel y murió el pleito por el camino.

La familia de Lupo y Juanita y yo vivíamos en la Casona. Sin embargo, ya el sitio comenzaba a ser visitado por turistas y tuve que tomar la decisión de construir una oficina y viviendas fuera de la casona y luego se inició la construcción de la administración en el sitio actual. Gracias a la asistencia de 20 voluntarios del cuerpo de paz, en 1971 pedí permiso para concluir mis estudios universitarios. Algunos de los voluntarios llegaron luego a tener puestos en Estados Unidos y mi relación con algunos de ellos continuo. Algunos de los compañeros de aquellos días fueron Steve Cornellius, herpetólogo especialista en tortugas, Allan Moore quien trabajo en el Poás y otros Parques y Kurt Frazier y su esposa, quienes estudiaban primates y muchos otros hombres y mujeres más.

La participación de estos voluntarios norteamericanos se dio gracias a nuestros contactos con el director del Cuerpo de Paz y el Departamento de Relaciones Internacionales del Servicio de Parques Nacionales, el cual era muy comprometido con la conservación en otros países. Estas dos instituciones, el AID (Agency for Internacional Development por sus siglas en ingles) y nosotros, negociamos un paquete muy interesante. El AID pagaba el programa, el servicio de Parques de brindaba sabáticos y el Cuerpo de Paz nos los enviaba a compartir la experiencia que habían adquirido en el Servicio Norteamericano de Parques. Había planificadores, administradores, científicos, impartía talleres de interpretación, etc. y nos acompañaron en todo tipo de labores conservacionistas. Era algo así como lo que los norteamericanos llaman un “Win to Win situation”; un programa en el que todos ganábamos.

Alrededor de 1973, el gobierno comenzó a contratar personal y el presidente Jimmy Carter cambió los programas de conservación apoyados por el cuerpo de Paz y el foco de interés de la organización fue dirigido a los Derechos Humanos. Para ese entonces, ya el SNP estaba un poquito más consolidado, gracias a la labor colosal de Doña Karen. Fueron cuatro años de batallas muy duras, en los que sentamos los primeros precedentes donde Don Fernando Batalla, Ministro de Agricultura y fiel ganadero no le veía futuro al turismo.

Alrededor de 1973, una sequía muy severa, llevo a la ganadería a una crisis catastrófica. El ganado empezó a morir y Don Fernando o uno de sus asesores, invento que Santa Rosa estaba llena de heno y que para aliviar la crisis era cuestión de hacer pacas para dárselas a los ganaderos. Desde luego, yo me opuse categóricamente al proyecto. Hasta que un día llego un telegrama del Sr. Batalla ordenándome que me trasladara de la noche a la mañana al Volcán Poás. Me trasladó del calor incandescente al frío pavoroso. Vernon Cruz, un horticultor que se encontraba administrando el volcán Poás, fue trasladado a Santa Rosa.

Desde las cumbres uno ve mejor y por ello, mi paso por el Volcán Poás produjo en mi mente un milagro o un cambio radical. Pase de verme envejeciendo en Santa Rosa, a ver un país que necesitaba un sistema de Parques Nacionales y no solo un Parque o dos. Desde aquí veía otros volcanes, los Bajos del Toro, Sarapiquí, los Océanos. Con esta decisión, sin pretenderlo, Don Fernando Batalla se había convertido en un catalizador para la creación del sistema de áreas protegidas como lo conocemos hoy.

El proyecto de henificación continúo con Vernon. Las pacas se almacenaron en Liberia, pero debido al mal manejo que se le brindo, se calentó y se quemó. El escándalo llego a grandes proporciones, el colegio de biólogos se vio involucrado y finalmente el proyecto tuvo que suspenderse. En 1973, luego del Poás, gracias a una beca de la Organización de Estados Americanos (OEA), salí hacia la Escuela de Recursos Naturales de la Universidad de Michigan, USA, para realizar estudios de maestría.

En 1974, estando yo en Michigan, hubo elecciones en Costa Rica y Mario me llamo para darme las noticias de que Oduber había quedado de Presidente. Temíamos que fuera a tomar represalias contra el SPN, debido al incidente en el cual Mario y yo le habíamos boicoteado el proyecto de Ley para pasar Santa Rosa al ICT. En 1974 prácticamente nos escondíamos de Oduber. De pronto un día me lo encontré en las gradas del CATIE y me pregunto dónde estaba trabajando. En voz bajita le dije que estaba en el Servicio de Parques y me dijo que pasara a hablar con él. Antes de la reunión me preocupé mucho por que esperaba lo peor, sin embargo, los relámpagos que yo esperaba, se convirtieron en agua bendita. Sus primeras palabras fueron: “Alvarito, que puedo hacer por usted y que puedo hacer por ayudar los Parques Nacionales?”.

Aquí empezaron los años de oro de Don Daniel. Durante su periodo gubernamental de 1974-78, Daniel pasó de ser del malo de la película, a mi más preciado héroe hasta el día de hoy. Comenzamos a describir crear plazas, ya que no existían. Daniel firmaba todas nuestras peticiones y la institución creció tan explosivamente que se nos volvió un problema manejarla, ya que no teníamos la experiencia. Con respecto a Parques Nacionales, Don Daniel prácticamente nos dijo díganme que hago y como lo hago. Como Daniel era un presidente tan poderoso, lo que él decía se hacía y ello benefició mucho al SPN. Por mandatos directos de Daniel, las viejas instituciones se unieron y le abrieron espacio al SNP que venía naciendo.

Episodio cuarto. Salvando el Parque Nacional Corcovado

Referencia

 Sáenz Y. (Sin publicar). Memorias de un Héroe Llamado Guarda Parques. San José-Costa Rica

Memorias de como iniciaron los Parques Nacionales en Costa Rica:Episodio segundo. Nace el Parque Nacional Cahuita

CahuitaEncendemos la grabadora para escuchar en palabras de Don Álvaro Ugalde los inicios del Parque Nacional Cahuita:

Tortuguero, junto con Cahuita nacen en 1970 por decretos de Don Pepe, incluso nacieron antes que Santa Rosa, pero Santa Rosa se inauguró primero. Por Archie Carr nació Tortuguero y Cahuita nació gracias a los cursos de vida silvestre organizados por el CATIE, que repetidamente se llevaban a cabo en el sitio. En prácticas de campo durante estos cursos, se hizo el primer plan de manejo del parque. Igualmente, como estudiante de Maestría del CATIE, Don Mario Boza hizo el primer Plan de Manejo del Parque Nacional Volcán Poás como su obra de tesis.

Cahuita tuvo muchos escollos políticos para la comunidad. Primero se decretó Parque Nacional con muchas prohibiciones. En aquel entonces no se les consultaba a las comunidades las decisiones que tomábamos, ya que la ley no lo exigía y éramos jóvenes y sin experiencia.

Nosotros asumíamos que el Congreso representaba a la gente, y el Congreso le había dado poderes al Presidente de la República y si había un mandato, nosotros lo llevábamos a cabo. La prohibición de matar animales silvestres cayó como una bomba y el primer Guardaparques, por más afrodescendiente que fuera, cuando llego a aplicar la ley, lo corrieron a machete. El Guardaparques era el Sr. Ernesto Crawford. Todos tenían cocos y cuando los monos se comían los cocos, ellos los mataban. El año 1973, fue tumultuoso para Cahuita. El congreso paso la ley de creación de JAPDEVA y esta tomo posesión de Cahuita. La Junta Administradora pretendía construir el centro de recreo dentro de Cahuita.

En 1974, ya como director del Servicio de Parques Nacionales, cargo que ocupe hasta 1986, fui a la Procuraduría para que me aclararan si la creación de una entidad como JAPDEVA, significaba eliminar los actos de conservación anteriores. Dichosamente la Procuraduría dictaminó que no, que el parque nadie lo había eliminado y yo dije “con permiso, salgan Ustedes y entramos Nosotros”. La comunidad estaba muy confundida y cuando nosotros entramos con fuerza otra vez, la comunidad nos manifestó que no querían la expropiación.

Recuerdo que firmamos un convenio en el cual los líderes comunales y el Presidente de la Republica, Don Daniel Oduber acordamos la no expropiación. Algunos líderes reaccionaron muy fuertes para eliminar el Parque. Se convocó a un cabildo abierto para pedir que se eliminara el parque. Yo sentía que los diputados y otras figuras influyentes que se oponían al Parque Nacional Cahuita, buscaban que en el cabildo abierto se acordara la eliminación del Parque y entonces, justificar ellos lo acordado públicamente, para presentar un proyecto de Ley y eliminar el parque. Al menos esa era mi interpretación de la situación.

En este cabildo, me toco ser el último orador. Todos los oradores anteriores a mí, habían exhortado a eliminar el Parque por unas y otras razones. Se dijeron muchas mentiras que pretendían asustar al pueblo de cómo su estilo de vida iba a cambiar si se creaba el parque.

Subiendo el tablado que se había construido, cuando me correspondía hacer mi presentación, tuve una iluminación. Había muchas personas de color, algunos representantes de territorios indígenas que habían traído en camiones y unos pocos blancos. Yo no sabía qué iba decir, solo sabía que iba para arriba como Juana de Arco, porque todos allí querían ver sangre, y esa sangre era la mía, ya que Yo era el único que defendía la creación del parque. La visión me dijo “es mejor hablar en Inglés” y empecé a hablar en inglés, idioma que había aprendido años atrás, cuando estuve trabajando en los Estado Unidos, a mis dieciocho años. La mayoría eran personas de color que hablaban inglés, los indígenas entendían poco el español y nada de inglés. Esto significaba que los anglos parlantes eran el voto que en realidad contaba ya que eran los únicos que serían afectados directamente con la eliminación de la categoría de protección asignada a Cahuita. Las caras de sorpresa de los burócratas fue un termómetro que me indicaba que iba por buen camino. La mayoría de ellos tampoco hablaban inglés.

Recordé que cuando pasaba por las iglesias de afrodescendientes, mientras estudiaba en Michigan, siempre se repetía una escena en la cual el pastor dialogaba con los feligreses. Esa imagen vino a mi mente y decidí, no solo hablar en inglés, sino que también a jugar de pastor. Sentí que tenía una perfecta conexión con la audiencia y empecé a hacerles preguntas con la contestación medio incorporada.

La primera pregunta fue:

¿Is it true, that until now it has been your parents that have protected this Paradise of rainforest and coral reef?

YESSSS.

 (Verdad que han sido sus padres los que hasta la fecha han conservado este paraíso de bosques lluviosos y arrecifes de coral?

Siii)

 ¿If your parents have protected this land, and then don’t you think their kids should continue with the mission?

YESSSS.

(Si sus padres han protegido esta tierra, entonces sus hijos deben protegerlo y conservarlo? ¿No es cierto?  Siii)

¿Does the present generation, want Cahuita National Park?

YESSSS.

(¿La presente generación quiere a Cahuita como Parque Nacional? Siii)

La voz que salió del alma y de los corazones de esas hermanas y hermanos, todavía resuena como un eco en mi mente cuando pienso en Cahuita.

Otro mensaje que la gente acogió con gran interés fue cuando les informe que si Cahuita no se protegía bajo la bandera de un Parque Nacional, probablemente terminaría convertido en un complejo hotelero, con marinas y campos de golf y los únicos beneficiarios serían las compañías extranjeras. Así me los fui llevando, comenzaron a aprobar todas las iniciativas de conservación que les proponía y en medio de una euforia, baje victorioso y sonriente, agradeciendo a la multitud su apoyo. Me sentí triunfante porque luego de mi presentación nadie se manifestó en contra de la creación del parque, ni me quemaron como a Juana de Arco.

Episodio tercero. Nace el Parque Nacional Santa Rosa

Referencia

Sáenz Y. (Sin publicar). Memorias de un Héroe Llamado Guarda Parques. San José-Costa Rica

 

Memorias de como iniciaron los Parques Nacionales en Costa Rica: Episodio primero. Los inicios de uno de los pioneros

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Encendemos la grabadora para escuchar en palabras de Don Álvaro Ugalde los inicios:

“Siempre me he considerado una persona muy afortunada, ya que desde muy temprano tuve la suerte de lograr visualizar cual era mi misión en esta vida. Mi padre era topógrafo del Ministerio de Obras Públicas y Transportes. El trazó y diseñó muchas de las carreteras del país, incluyendo la circunvalación de San José y gracias a Él di mis primeros pasos en el mundo natural. Mi padre solía llevarme al bosque mientras trabajaba para el gobierno, e incluso en una oportunidad, durante la insurrección de 1948 en la cual el participo al lado de Figueres, nos llevó por unos días al bosque cuando yo tenía dos años.

Desde que decidí ingresar a la Universidad de Costa Rica, sabía que lo que quería estudiar era biología. Mi sentimiento de estudiar la vida viene desde que cursaba 5to año en el colegio Dobles Segrega. Mi maestra de biología en aquel entonces 1963, cumplió un papel primordial. Sus conceptos de biología eran muy claros y me impactaron mucho. Nidia Abarca era su nombre.

En 1963, gracias a la dedicación y esfuerzo de Olof Wessberg un ciudadano de Suecia y Doña Karen Mogensen de Dinamarca, apoyados por Don Francisco Orlich, se creó la primera reserva natural de Costa Rica, Cabo Blanco. Ellos fueron nuestros “mensajeros del futuro” y definitivamente pilares instrumentales en la creación de nuestros parques nacionales. Por su visión y aportes a la conservación en Costa Rica los considero como los mentores que contribuyeron con forjar mi visión.

Luego de obtener mi bachillerato fui a los Estados Unidos a aprender inglés y cuando regrese a Costa Rica en 1965, ingrese a trabajar al Ministerio de Transportes como asistente de Ingeniería y al mismo tiempo realizaba estudios de generales en la Universidad de Costa Rica. Sin embargo, cuando ingrese a biología, el Ministerio de Transportes no me dio permiso de continuar mis estudios porque mi interés era la biología y no la ingeniería. Aun así, continué mis estudios gracias a un trabajo de asistente de laboratorio y a una beca que obtuve y que cubría mis gastos de matrícula. En la Universidad, tuve la suerte de conocer algunos naturalistas visionarios que también contribuyeron a mi formación, entre ellos, Pedro León, Luis Fournier y Douglas Robinson.

En 1968, mientras era estudiante de biología y miembro del club de montañismo, llego una invitación al club para que enviaran un representante a una mesa redonda sobre los recursos naturales y los medios de comunicación. El club me asigno como representante y la reunión sirvió como un catalítico en mi larga trayectoria. En esta reunión asistieron figuras claves en mi vida. Mi contacto con estos individuos fue como una reacción química. Aquí conocí a Don Mario Boza, estudiante del CATIE y con un puesto en el departamento de Planificación del Ministerio de Agricultura y Ganadería, (MAG), en donde se encontraba preparando el terreno para el movimiento conservacionista que le iba a corresponder administrar al MAG. En esta reunión también participaron Don Billy Cruz representante de la Caribbean Conservation Corporation (CCC), quien me llevo al Dr. Archie Carr.

En este mismo simposio ingresó a mi vida la prominente familia Figueres, ya que luego de la sección teórica, se realizó un viaje de campo a Tortuguero, al cual Don José Figueres llego con Doña Karen, sus hijos e hijas, José María (quien luego sería presidente de la república de 1994 a 1998), Christiana y los padres de Doña Karen. Billy Cruz y Archie Carr que eran amigos de los Figueres y los invitaron al viaje. Luego de 2 o 3 días de transporte rústico, llegamos hasta nuestro destino en Tortuguero. Durante la travesía, nos hicimos muy amigos, sobre todo, Doña Karen, Don Mario Boza y Billy Cruz. Aquí nació una gran relación de amistad. La relación con los Figueres continúo y se fortaleció aún más. José María era estudiante y yo le ayudaba a hacer tareas y Doña Karen se enamoró de nuestras ideas futuras para crear el sistema de áreas protegidas.

A finales de 1968, José María y yo nos inscribimos en un programa de voluntarios para proteger las tortugas verdes durante la siguiente temporada del desove. En el mes de agosto de 1969, José María, Archie, su esposa Marjorie, su hijo David y yo, pasamos en Tortuguero. Los Carr jugaron un papel vital en mi formación, ya que eran mentores de la conservación a nivel nacional e internacional y fueron pioneros que contribuyeron, en parte a través de la familia Figueres, a que el país avanzara en esa dirección.

En Octubre de 1969, Mario Boza, Billy Cruz y Archie Carr me convencieron de que tomara un curso del manejo de parques nacionales en Estados Unidos. El programa se denominaba “Seminario Internacional de Parques Nacionales y Áreas Afines”. Este encuentro era auspiciado por la Universidad de Michigan, el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos y Canadá e iba dirigido a 25-30 personas de todos los continentes. Yo estaba en mi último año de bachillerato de biología y no quería perder un semestre entero. Inclusive mi amigo Pedro León también me aconsejo que participara en este curso y aquel “cartel verde” que comenzaba a nacer, consiguió los recursos económicos para que yo asistiera. Mario se comunicó con el Sr. Carr y el obtuvo los fondos a través de la familia Phips, donantes de la Caribbean Conservation Corporation.

Antes de salir al curso, Mario me encargo una ingrata misión, la cual consistía en perseguir cazadores de tortugas en el mar, frente a la costa de Tortuguero. Fueron tres días de mar encrespado, al que respondí con un vómito continuo. La experiencia, aunque dolorosa, fue muy valiosa, porque me permitió observar la problemática in situ. Influenciado por Archie Carr, la labor de conservación se iniciaba en Tortuguero y giraba alrededor de las tortugas verdes (Chelonia mydas).

Precisamente a menos de 24 horas de regreso de Tortuguero, salía para el seminario de Parques en Estados Unidos y Canadá. El viaje fue intenso y maravilloso y durante 30 días viajamos de Parque en Parque, iniciando en el Parque Nacional de Jasper y Banf en Canadá y continuando en los Estados Unidos por Yellowstone, Snake River, El Gran Teton, Mesa Verde, Petrified Forest, Navajo Nations, Lake Powell hasta terminar en el Cañón del Colorado. Al llegar al gran Cañón, nos integramos a una escuela de entrenamiento llamada Horace Albright Training Center, quien había sido el segundo director del sistema de parques nacionales de Estados Unidos. Precisamente durante los días que terminaba el curso en el cual yo estaba enrolado, empezaba otro en El Gran Cañón, denominado “Park Operations”. Decidí llevar el curso de dos meses cuya agenda intensiva me permitiría poner en práctica lo aprendido en el curso anterior y además, aprovechar mejor el semestre. Era un trabajo en donde se aprendía lo maravilloso y lo feo del manejo de un área tan compleja como el Gran Cañón. Aquí logramos experimentar el hacinamiento, los “shopping center” y en fin todo el desarrollo urbano del borde norte del Cañón. Durante este entrenamiento, estuvimos buscando una niñita indígena que se había perdido y nosotros participamos en las labores de rescate que se prolongaron por tres días. El trabajo fue muy difícil para mí en un abrupto terreno con temperaturas bajo cero.

El instructor durante aquel curso fue Bill Wendt, quien era un tipo muy dinámico, salía a correr todos los días en las mañanas y yo le acompañaba. Posteriormente trabajó como consultor internacional y luego para el Departamento de Relaciones Internacionales del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos. Era un hombre increíble y fue un maestro que también se convirtió en uno de mis mentores. Con él aprendí cómo ser un Guardaparques ejemplar.

Estos dos cursos me dieron una gran base práctica. Cuando regrese a Costa Rica en Diciembre de 1969, la ley forestal acababa de ser aprobada por La Asamblea Legislativa, lo cual quería decir que ya en Costa Rica había legislación forestal y un capítulo para el programa de Parques Nacionales. Precisamente en el momento que yo regresaba, Mario Boza, recién nombrado jefe del Departamento de Parques Nacionales, salía para el Gran Cañón a participar en el mismo curso que yo acababa de concluir. Yo estaba sin trabajo, no podía ingresar a la universidad a concluir mis estudios de biología y Mario quien era mi principal contacto en el gobierno, estaba en Estados Unidos.

Hoy, después de todos estos años de labores, puedo decir que, para mí, 1970 fue el año en que la historia dio inicio, al menos para nuestro sistema de áreas de conservación. Sin embargo, ya se venía preparando el terreno desde 1940 cuando Costa Rica firmó en Washington la convención del Hemisferio Occidental para la Protección de Flora y Fauna y las Bellezas Escénicas de las Américas. La conservación volvió a caer en un letargo para tomar fuerza en 1966, cuando el Congreso ratifico esta Convención como Ley y nuevamente se vuelve a hacer historia en 1969 cuando el congreso aprobó la ley forestal. En Febrero de 1970, don José Figueres fue electo por tercera vez presidente de la república, lo cual fue un sueño, ya que yo era amigo de esta influyente familia y ellos estaban dispuestos a apoyar incondicionalmente la agenda conservacionista que venía impulsando el recién creado Departamento de Parques Nacionales.

Episodio segundo. Nace el Parque Nacional Cahuita

Referencia

 Sáenz Y. (Sin publicar). Memorias de un Héroe Llamado Guarda Parques. San José-Costa Rica