Acuerdo de Paris: Un vaso medio lleno

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Columna publicada en el Suplemento de cambio climático Ojo al Clima del Semanario Universidad el 3 de Febrero del 2016

Es claro que después de 21 años de discusiones y con 6 años de atraso de la cumbre donde se debió tomar el acuerdo “Es mejor tener el acuerdo a no tenerlo”. Sin embargo, la realidad es que el verdadero esfuerzo empieza después de París y se convierte en solo un paso de un largo camino que hace que la cuesta sea menos empinada, pero que se requiere se suba con urgencia.

Alcanzar la meta del acuerdo de Paris en la que la temperatura permanezca por debajo de 2 °C en relación con los niveles preindustriales-concentraciones en 2100 entre aproximadamente 450 y 500 (ppm) de CO2eq- implican tener emisiones anuales de gases de efecto invernadero (GEI) en 2030 de aproximadamente entre 30 Gigatoneladas (GT) de CO2eq y 50 GtCO2eq. Si tomamos en cuenta que las emisiones globales en 2012 fueron de 54 GtCO2eq, podemos imaginar el esfuerzo que se debe hacer ya que el mundo necesita seguir creciendo pero con la condicionante que dentro de 15 años las emisiones deben ser menores a las del 2012. Otro dato que revela esa meta se refiere a que las emisiones globales de GEI en 2050 con relación al 2010, deben ser entre el 40% y el 70% menor a nivel mundial y al 2100 cercanos a cero GtCO2eq o negativos.

Aun cuando hubo una gran demostración de euforia política al alcanzar el acuerdo surgen algunas dudas. La primera es saber que los países, aun conociendo la urgencia de tomar medidas, presentaron contribuciones nacionales que calientan el planeta de entre 2.7°C a 3.7°C y la segunda  es leer el débil artículo 4 que señala “alcanzar un pico de emisiones de CO2 tan pronto sea posible”, como si la ciencia no hubiera ya establecido los plazos y las metas de emisiones relacionadas con la meta de los 2 °C.

La reducción de emisiones no solo debe hacerse por razones de calentamiento de la tierra sino en un país como Costa Rica que contribuye con menos del 0.04% (2012) de las emisiones globales, lo más importante es mejorar la calidad del aire y con ello los gastos en salud a causa de las enfermedades respiratorias y disminuir los tiempos que hoy se gastan en ir y venir del trabajo. Pero no hay que olvidar que se trata también de mantener la resiliencia y la integridad de fuentes de carbono, como los océanos y los bosques.

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