Cuyamel-Omoa: el Sitio Ramsar que se esta llevando el mar en Honduras

“Lo que el mar le está haciendo al sitio Ramsar Cuyamel-Omoa en Honduras muestra lo que el cambio climático podría hacerle, en algún momento, a la costa y a las economías de los poblados costeros del país”

El sitio Ramsar Cuyamel-Omoa se encuentra en la región del Caribe norte de Honduras, en el Departamento de Cortes, Municipio de Omoa, conocido localmente como Valle de Cuyamel y Sierra de Omoa. Fue designado como sitio Ramsar en febrero de 2013 por la Convención de Ramsar, cubriendo un área de 30,029 hectáreas que se dividen en 8,145 Hectáreas de área marina y 21,884 hectáreas de área terrestre (1).

La importancia de este sitio Ramsar se sustenta en que su sistema de humedales se basa en su función como hábitat de especies amenazadas como el manatí antillano (Trichechus manatus), el ave jabirú (Jabiru mycteria), el pez guaso (Epinephelus itajara), el cocodrilo (Crocodylus acutus) y las especies de tortugas marinas Dermochelys coriacea y Eretmochelys imbricate. Este Sitio Ramsar también es vital para las especies acuáticas, especialmente durante sus primeras etapas de vida, ya que contribuyen a las pesquerías del Sistema Arrecifal Mesoamericano que son la base de la economía local. Además, este sistema de humedales mantiene poblaciones de aves acuáticas residentes y migratorias. El humedal entre otros servicios ecosistémicos contribuye a proveer de alimento a las comunidades, regular el flujo de agua, prevenir la intrusión de agua salada y contaminación de acuíferos para las comunidades costeras, protección contra eventos naturales, entre otros. Entre los efectos adversos principales a los que se enfrenta este Sitio están la expansión de la ganadería y el cultivo de palma africana (1).

IMPACTOS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL

El aumento del nivel del mar constituye uno de los indicadores más importantes del cambio climático, porque incorpora la variación de diferentes componentes del sistema climático. Sus impactos físicos son más fáciles de ver y medir que otros impactos del cambio en el clima sobre otros sistemas naturales como los bosques. A lo largo de las costas centroamericanas, en las dos últimas décadas, el Mar Caribe ha mostrado tendencias de expansión térmica (2)- o sea el incremento en el volumen del agua marina a medida que aumenta su temperatura- lo que ha resultado en afectaciones sobre las costas y de manera muy evidente en el Sitio Ramsar Cuyamel-Omoa.

El aumento del nivel del mar está vinculado a tres factores principales (3):

Expansión térmica: Gran parte del calor en la atmósfera es absorbida por los océanos, los cuales se expanden de acuerdo con las leyes básicas de la física. A mayor calentamiento mayor expansión.

El deshielo de los glaciares y de los casquetes polares:  los glaciares y los casquetes polares se derriten naturalmente en verano. Pero en invierno, las precipitaciones en forma de nieve compensan las pérdidas. Sin embargo, las altas temperaturas que están siendo provocadas por el calentamiento global provoca que cada verano se derrita más hielo y a la vez disminuya la aparición de la nieve, se retrasen lo veranos y se adelanten las primaveras. Ese desequilibrio provoca que el nivel del mar se eleve al llegar esa agua al océano.

Pérdida de hielo en Groenlandia y en la Antártida Occidental: Al igual que con los glaciares y con los casquetes de hielo, el aumento del calor está provocando que las enormes placas de hielo que recubren Groenlandia y la Antártida se derritan a un ritmo acelerado aportando agua a los Océanos como se describió anteriormente.

No obstante, visto desde la tierra, la “expansión térmica” es uno de los contribuyentes más importantes de la subida del nivel del mar el cual actualmente muestra un acumulado de 103 (± 0.4) mm (4) lo que significa un incremento de +3.54 mm (± 0.4) mm/yr al año (5) a nivel global. Este proceso de ascenso puede incrementar varios impactos físicos en las costas, entre ellos:

  • La trasgresión o retroceso de la línea de ribera (erosión de playas y retroceso de acantilados);
  • La ampliación o migración tierra adentro de los terrenos sujetos a inundación mareal, o marismas, con posibilidad de provocar salinización de humedales costeros y acuíferos y de perder hábitats costeros, como playas de anidación de tortugas marinas, por ejemplo;
  • Ampliación de los efectos de las marejadas ciclónicas

Las inundaciones causadas por tales procesos pueden ser temporales o permanentes, lo que depende de la combinación del ascenso del nivel del mar con otros factores como las mareas meteorológicas y astronómicas y los cambios en el oleaje, conduciendo a que las costas sean particularmente vulnerables a dicho proceso porque la mayoría de la actividad económica, la infraestructura y los servicios están localizados en la costa o muy cerca de ella, y las economías locales están concentradas en pocos sectores, como el turismo y la pesca (6).

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN CUYAMEL?

En análisis de las tendencias de aumento del nivel medio del mar a partir de mareógrafos, se observó un cambio en la tendencia lineal evaluada para el intervalo 1948-1968 en Puerto Cortés, Honduras, reflejando un aumento de 9.23 ± 1.05 mm/ año. mientras que para el período 1992- 2012 utilizando datos provenientes de satélites altimétricos, los valores de aumento del nivel en Puerto Cortés muestran una tendencia de aumento de ~1.76 mm/año (7).

El cambio en el nivel medio del mar frente a la costa del sitio Ramsar paso de 0.0337 m/año en noviembre de 1992 a 0.0893 m/año en enero del 2019 (Figura 1) (8) lo que evidencia que las costas del sitio Ramsar se encuentran sufriendo transformaciones producto del proceso de la expansión térmica del mar y deshielo de los casquetes polares, entre otras, producidas por el calentamiento global del planeta (9).

En la zona del sitio Ramsar se ven efectos de erosión costera y salinización de tierras y humedales que podrían tener diversas causas que van desde la geodinámica local provocada por el movimiento de placas, la migración de la desembocadura del río Motagua, el probable aumento de los vientos, la construcción de infraestructura cerca de la costa y el aumento del nivel del mar como se muestra en la figura siguiente.

Figura 1. Anomalía de nivel de mar frente a las costas del Sitio Ramsar Cuyamel-Omoa en el período 1992-2019

EL FUTURO

Temperatura ambiental

Los escenarios de cambio climático para la microcuenca del río Cuyamel presente en el Sitio Ramsar Cuyamel-Omoa muestran aumentos de temperatura media anual al año 2030 con un rango de variación de 0,98 C a 1,27 C dependiendo del escenario, mientras que la temperatura mínima presenta un rango de variación de 0.91 a 1.16 C y la temperatura máxima presenta variaciones en el orden de 1.03 C a 1.13 C. Para el año 2050 la variación de la temperatura media estaría en un rango del 1.18 C a 2.12 C, la temperatura mínima mostraría valores entre 1.10 C y 2.00 C y la temperatura máxima de 1.25 C a 2.24 C dependiendo del escenario (10).

Precipitación

Los escenarios de cambio climático para la microcuenca del río Cuyamel presente en el sitio muestran variaciones de la precipitación al año 2030 con un rango de variación de -0.7% de disminución a 2.4% de aumento dependiendo del escenario, y una variación de disminución de -3.0% a un aumento de 2.1% dependiendo del escenario al año 2050 sobre una línea base de precipitación de 2175 mm anuales (10).

En síntesis, los resultados de las simulaciones muestran cambios que varían de acuerdo con el escenario donde hay aumentos y disminuciones, con pequeñas reducciones bajo los escenarios más pesimistas (RCP 6.0 y RCP 8.5) tanto para el año 2030 como para el 2050 (10).

En materia de estrés hídrico en 2030 el mismo podría alcanzar una reducción del 10% y en 2040 del orden del 10 a 20% de agua disponible para los usuarios condicionando cada vez más una competencia entre los usuarios del agua (11).

Nivel del mar

El nivel global del mar ha estado aumentando durante décadas en respuesta a un clima más cálido, y múltiples líneas de evidencia indican que el aumento se está acelerando (12).

La tendencia del aumento del nivel del mar en la costa del Sitio Ramsar Cuyamel-Omoa para el año 2030 tienen una variación de aumento de 0.20 a 0.21 metros, de 0.29 a 0.32 metros en 2040 y de 0.30 a 0.44 metros en 2050 dependiendo del escenario (Figura 2).

Figura 2. Escenarios de aumento del nivel del mar en la costa caribe de Honduras para el período 2020 a 2100 relativas al período 1995-2014 según escenarios de cambio climático del sexto informe de cambio climático del IPCC

Nota: Sobre la base de aumento del nivel del mar de Puerto Cortés

En síntesis, el sitio Ramsar en el futuro cercano presentara mayor intrusión salina, un clima más cálido y una reducción en la disponibilidad de agua dulce que llega al humedal sumado a las presiones antropogénicas lo que conllevara a una transformación del ecosistema como lo conocemos hoy.

LA RESPUESTA

Algunas opciones iniciales de adaptación podrían estar dirigidas a:

  • Enpoderamiento climático de las comunidades con el objetivo de que esten debidamente informados sobre los riesgos y se unan a participar en acciones de adaptación al cambio climático
  • Desarrollar un sistema de vigilancia y alerta temprana ante eventos extremos (por ej. ciclones tropicales, oleaje, vientos locales) producto de la variabilidad climática donde no solo se incluya el Sitio Ramsar sino también las comunidades vecinas,
  • Implementar un esquema de comunicación e información para el manejo de riesgos y la atención de contingencias resultantes de eventos meteorológicos extremos,
  • Identificar zonas críticas y vulnerables para el visitante y los pobladores, bajo eventos extremos y establecer regulaciones para su uso
  • Desarrollar un sistema de monitoreo de los perfiles de playa y dinámica de la playa para modelar los impactos futuros de aumento en nivel del mar y marejada
  • Promover la erradicación de residencias humanas permanentes cercanas a la costa
Río Cuyamel

Referencias

-(1) Ramsar (2022). Sistema de Humedales Cuyamel-Omoa. Servicio de Información sobre Sitios Ramsar. Sitio web: https://rsis.ramsar.org/es/ris/2133?language=es

-(2) BIOMARCC-USAID 2013. Vulnerabilidad y escenarios bioclimáticos de los sistemas marino-costeros a nivel del caribe centroamericano. San José, Costa Rica.

-(3) National Geographic. (2010). El aumento del nivel del mar. https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/el-aumento-del-nivel-del-mar

-(4) NASA. (2022). Global Climate Change, Vital Signs of the Planet; Sea Level. 3 diciembre 2022, de NASA’s Jet Propulsion Laboratory Sitio web: http://climate.nasa.gov/vital-signs/sea-level/

-(5) AVISO+. (2022). Satellite Altimetry Data. CNES. Sitio web: https://www.aviso.altimetry.fr/en/data/products/ocean-indicators-products/mean-sea-level.html

-(6) Andrade, J. M. (1996). Análisis de la vulnerabilidad de la zona costera ante el ascenso del nivel del mar por un cambio climático global. Costa del Pacífico de Costa Rica. Informe final. Proyecto Centroamericano sobre Cambio Climático-Comité Regional de Recursos Hidráulicos;

-(7) Ballestero, D. y Salazar, P. (2012). Variabilidad y Cambio del Nivel del Mar en Costa Rica. Informe Técnico preparado por el Laboratorio de Oceanografía y Manejo Costero de la Universidad Nacional. Costa Rica:

-(8) NASA Sea Level (1 diciembre 2022). Descarga de datos https://coast.noaa.gov/

-(9) IPCC, 2021: Summary for Policymakers. In: Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [Masson-Delmotte, V., P. Zhai, A. Pirani, S.L. Connors, C. Péan, S. Berger, N. Caud, Y. Chen, L. Goldfarb, M.I. Gomis, M. Huang, K. Leitzell, E. Lonnoy, J.B.R. Matthews, T.K. Maycock, T. Waterfield, O. Yelekçi, R. Yu, and B. Zhou (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA, pp. 3−32, doi:10.1017/9781009157896.001.

-(10) Navarro-Racines, C., Monserrate, F., Llanos-Herrera, L, Obando, D. Córdoba, J. (2018). Desarrollo de los Escenarios Climáticos de Honduras y Módulo Académico de Capacitación. Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT); Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); Dirección Nacional de Cambio Climático de MiAmbiente.

-(11) Hofste, R., S. Kuzma, S. Walker, E.H. Sutanudjaja, et. al. 2019. “Aqueduct 3.0: Updated Decision- Relevant Global Water Risk Indicators.” Technical Note. Washington, DC: World Resources Institute. Available online at: https://www.wri.org/publication/aqueduct-30.

-(12) IPCC 6th Assessment Report Sea Level Projections (12 noviembre 2021). Descarga de datos https://sealevel.nasa.gov/

Foro: Cómo gestionar el riesgo sistémico contra huracanes y pandemias

Los huracanes Eta e Iota y la covid-19 ponen en la palestra la adaptación y la reducción del peligro de desastre

“Este artículo es una publicación original realizada en la sección de Opinión del Periódico La Nación de Costa Rica, del 29 de noviembre  del 2020. Acceso al artículo original Aqui

Por: Andrea Vincent, Allan Lavell, Ana María Durán, Alice Brenes Maykall, Lenin Corrales, Pascal Girot y Omar Lizano miembros del Consejo Científico de Cambio Climático de Costa Rica (4C).

Los huracanes Eta e Iota golpearon a una Centroamérica que afrontaba la pandemia de covid-19, acarreando altos costos económicos y sociales especialmente para quienes viven en condiciones de vulnerabilidad y pobreza.

El impacto indirecto de huracanes en Costa Rica es común; no obstante, Otto, en noviembre del 2016, reveló la posibilidad de afectaciones directas en forma de tormentas tropicales de menor intensidad en múltiples ocasiones.

Los escenarios futuros sugieren un aumento en la frecuencia e intensidad de los huracanes e incertidumbre en cuanto a sus nuevas trayectorias.

Las pérdidas económicas asociadas a eventos extremos (fenómenos atmosféricos, sísmicos y volcánicos), sin contar los costos asociados a otros más recurrentes y de menor escala, se calculan en $2.210 millones entre el 2005 y el 2017 en infraestructura, servicios y producción.

Las pérdidas debidas a la influencia indirecta de Eta ascienden a $14,5 millones en daños en infraestructura y 325.000 afectados, lo cual agrava la crisis económica y fiscal preexistente y la vulnerabilidad de la población más pobre.

Incremento de la frecuencia. Lejos de ser una situación anómala esta combinación de amenazas probablemente marque un hecho cada vez más frecuente.

Los acuerdos internacionales sobre riesgo de desastres de Hyogo (2005) y de Sendái (2015) reconocen que en una sociedad cada vez más densamente poblada, globalizada e interconectada, el riesgo es sistémico y transciende las barreras de lo económico, social y ambiental.

Por ejemplo, el riesgo de enfermedades zoonóticas como la covid-19 aumenta con factores que incrementan la probabilidad de transmisión entre animales silvestres y humanos (p. ej. crecimiento poblacional, deforestación).

La pandemia no solo resulta de la transmisibilidad del virus, sino también de la interconectividad de un mundo globalizado.

Esta situación sistémica resalta pautas que no deben ser ignoradas en materia de gestión de riesgo. El huracán Eta trae a colación la adaptación y la reducción del peligro de desastre.

La respuesta nacional a Eta se caracterizó por medidas de gestión reactivas y de emergencia de gran costo, seguidas por medidas de recuperación, reconstrucción y compensación a un costo aún mayor.

Los acuerdos de Hyogo y Sendái insisten en la adopción de una gestión integral del riesgo que busque reducir ex ante e impedir la construcción de riesgo en el futuro. Se trata de invertir en la sostenibilidad y seguridad de los medios de vida y de la infraestructura, no solamente de la acción puntual pre y posimpacto.

El país no está preparado. En nuestra «estrategia país» se hace hincapié en estos elementos, pero falta lograr muchos mayores niveles de ejecución.

Esto implica la toma de decisión con base en evidencia científica y mejorías radicales en el uso de los recursos, ya que si a duras penas se atienden las amenazas climáticas actuales, ¿cómo vamos a enfrentar los impactos del cambio climático?

Costa Rica promueve la mitigación del cambio climático y la carbono neutralidad. Sin embargo, en un país cuyas emisiones globales de gases de efecto de invernadero alcanzan el 0,04 %, es preocupante que no haya una inversión similar para adaptación y reducción de la amenaza de desastre.

La prevención y el control de la creación de nuevo riesgo deben volverse parámetros medulares para el desarrollo de nuestro país. Las instituciones y organizaciones públicas y privadas que promueven y efectivizan el crecimiento económico y el desarrollo deben obligatoriamente incorporar mecanismos de análisis y evaluación de riesgo, y tomar las medidas necesarias para mantenerlo en niveles socialmente aceptables.

Costa Rica tiene múltiples precedentes en la gestión correctiva y prospectiva del riesgo, como la prohibición del uso de adobe después del terremoto de Cartago (1910), la reforestación de las pendientes del volcán Irazú tras la erupción (1963) y el exitoso reasentamiento de Chinchona (2009).

Esto nos demuestra que sí es posible dar ese salto. En Centroamérica, Eta e Iota, Otto (2016), Nate (2017), Mitch (1998) y Joan (1988) nos enseñaron que los desastres y el riesgo que los antecede no son naturales, sino socialmente construidos. El costo de no actuar acorde con estas lecciones será muy caro.

La próxima década seria crucial para alcanzar los objetivos del Acuerdo de Paris

CO2

En un artículo recientemente publicado en Nature Communications se advierte sobre los esfuerzos que se deben hacer en la próxima década para aproximarse a lo establecido en el histórico Acuerdo de París de limitar el aumento futuro de la temperatura media mundial por debajo de los 2 °C y proseguir los esfuerzos para limitar aún más el aumento medio a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Sin embargo, el tiempo y los detalles de estos esfuerzos se dejaron a cada país, lo que puede ralentizar el proceso de la toma de medidas concretas.

El dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera pueden reducirse básicamente de dos maneras: reduciendo nuestras emisiones o eliminándolas de la atmósfera, por ejemplo, a través de la captura por parte de las plantas, el océano y el suelo.

El estudio en mención demuestra que el sistema combinado de energía y uso de la tierra debería entregar cero emisiones antropogénicas netas antes del 2040 para asegurar el alcance de la meta de 1.5 °C para el año 2100. Esto implica que el consumo de combustibles fósiles probablemente tendría que reducirse a menos del 25% del suministro mundial de energía para 2100, en comparación con el 95% actual. Al mismo tiempo, el cambio en el uso de la tierra, tales como la deforestación, debe ser disminuido. Esto conduciría a una disminución del 42% de las emisiones acumuladas para finales del siglo, en comparación con un escenario normal.

Los resultados del estudio dan una amplia explicación del dióxido de carbono en nuestra atmósfera, de dónde viene y hacia dónde se dirige, tomando en cuenta no sólo las emisiones de combustibles fósiles, sino también la agricultura, el uso de la tierra, la producción de alimentos, la bioenergía y la absorción de carbono por parte de los ecosistemas naturales. Compara cuatro escenarios diferentes para el desarrollo energético futuro, con una gama de mezclas de energías renovables y fósiles. En un escenario de «alta renovación» en el que el viento, la energía solar y la bioenergía aumentan alrededor del 5% al ​​año, las emisiones netas podrían alcanzar su nivel máximo en 2022, según el estudio. Sin embargo, sin tecnologías de emisiones negativas sustanciales, esa vía aún conduciría a un aumento medio de la temperatura a nivel mundial de 2,5 ° C, perdiendo el objetivo del Acuerdo de París.

El escenario de alta energía renovable es ambicioso, pero no imposible -la producción global de energía renovable creció 2.6% entre 2013 y 2014, según la Agencia Internacional de Energía. En contraste, el estudio concluye que la dependencia continua de los combustibles fósiles (con tasas de crecimiento de las renovables entre el 2% y el 3% al año), causaría que las emisiones de carbono sólo alcanzaran su máximo al final del siglo, causando una temperatura global estimada de aumento de 3,5 ° C hacia el 2100. Esto quiere decir que no sólo la mezcla de energía importa, sino también la cantidad total de energía consumida.

Para enfrentar tales desafíos el reciente informe publicado por la Carbon Princing Leadership Colation 2016-2017 señala la necesidad de promover cambios paralelos en la economía global para alcanzar emisiones netas y mantener el aumento de la temperatura promedio global debajo de los 2°C entre los que se encuentran;

  • La descarbonización de la producción de electricidad; necesaria para estabilizar el cambio climático, mediante el uso de energía renovable u otras formas de energía cero-carbono
  • La promoción de la electrificación mediante el aumento del uso de energía generada libre de carbono o, al menos en una fase de transición, es necesaria para los combustibles más limpios o sin carbono, en los sectores de la vivienda, la industria y el transporte;
  • La mejora de la eficiencia, mediante la mejora de la eficiencia energética y la reducción de los residuos en todos los sectores (entre otros, la manufactura, los servicios, la agricultura, el consumo de alimentos, el consumo de energía residencial y la reducción de la congestión urbana) contribuye a reducir las emisiones y facilita la transición a emisiones netas-nulas;
  • Optimizar los paisajes, preservando y mejorando los sumideros naturales de carbono, mediante la creación de paisajes «respetuosos con el clima», el manejo de los bosques y otros tipos de vegetación y suelos y los cambios en las prácticas agrícolas.

Temp1

Adaptación en el contexto del Acuerdo de París: En Costa Rica un asunto pendiente

Nubes

Artículo publicado en la Revista AMBIENTICO #258 de Junio del 2016

El último informe de evaluación sobre el cambio climático (AR5) publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) llega a tres conclusiones básicas: la primera se refiere a que  “el calentamiento en el sistema climático es inequívoco y, desde la década de 1950, muchos de los cambios observados no han tenido precedentes entre los últimos decenios y milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado, han ocurrido cambios en algunos fenómenos climáticos extremos y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado”. La segunda conclusión se refiere a que “la influencia humana en el sistema climático es clara. Esta evidencia de la influencia humana es mayor desde que se elaborara  el Cuarto Informe de Evaluación”. Y la tercera conclusión señala que “limitar el calentamiento requerirá reducciones sustanciales y sostenidas de las emisiones de gases de efecto invernadero” (IPCC, 2013).

Este mismo informe indica que es probable que, para fines del siglo XXI, la temperatura global en la superficie sea superior en 1,5 °C a la del período entre 1850 y 1900 para todos los escenarios considerados de trayectorias de concentración representativas (RCP), excepto para el escenario RCP2.6. Es probable que esa temperatura sea superior en 2 °C para los escenarios RCP6.0 y RCP8.5, y más probable que improbable que sea superior en 2 °C para el escenario RCP4.5. El calentamiento continuará después de 2100 en todos los escenarios RCP, excepto para el RCP2.6 y que el calentamiento continuará mostrando una variabilidad interanual y decenal, y no será uniforme entre las regiones (IPCC, 2013).

La preocupación porque la temperatura promedio de la tierra permanezca por debajo de 2 °C llevó a alcanzar finalmente la meta del acuerdo de París. Esto implica tener emisiones anuales de gases de efecto invernadero (GEI) en el año 2030 de aproximadamente entre 30 Gigatoneladas (GT) de CO2eq y 50 GtCO2eq. Si tomamos en cuenta que las emisiones globales en 2012 fueron de 54 GtCO2eq, podemos imaginar el esfuerzo que se debe hacer ya que el mundo necesita seguir creciendo pero con la condicionante que dentro de 15 años las emisiones deben ser menores a las del 2012. Otro dato que revela esa meta se refiere a que las emisiones globales de GEI del año 2050 con relación al 2010, deben ser entre 40% y 70% menores a nivel mundial.

No obstante, el haber llegado a un acuerdo vinculante llama la atención que en su consideración número 17 (FCC, 2015) señala que se observa con preocupación que los niveles estimados de las emisiones agregadas de gases de efecto invernadero en los años 2025 y 2030 resultantes de las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional no son compatibles con los escenarios de 2 °C sino que conducen a un nivel proyectado de 55 gigatoneladas de emisiones de gases de efecto invernadero en el año 2030, lo que implica un calentamiento de la tierra de 2,7 °C a 3,7 °C, y observa también que, para mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, mediante una reducción de las emisiones a 40 gigatoneladas, o por debajo de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, se requerirá un esfuerzo de reducción de las emisiones mucho mayor que el que suponen las contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (INDCs, por sus siglas en inglés), esto significa que el acuerdo de París es solo el primer paso del esfuerzo de transformación mundial que se requiere.

Con un promedio acumulado casi ya de 1,0 °C (0,87 °C fue el último promedio mundial) y en un país que solo contribuye con el 0,03% (2012) de las emisiones globales, es claro que Costa Rica debe prepararse y darle más prioridad al aumento de la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima bajo un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero. Lo anterior no solo por su compromiso de aportar a los esfuerzos mundiales, sino aprovechando los co-beneficios  sociales que esto implica como mejorar la calidad del aire y con ello los gastos en salud a causa de las enfermedades respiratorias y disminuir los tiempos que hoy se gastan en ir y venir del trabajo por ejemplo, a la vez que trataría de mantener la resiliencia y la integridad de fuentes de carbono, como los océanos y los bosques.

El clima de la región centroamericana y por consiguiente de Costa Rica es moldeado por una serie de manifestaciones atmosféricas entre las que se encuentran; ondas provenientes del este, frentes fríos e intrusión de masas de aire frío, las oscilaciones de la zona de convergencia intertropical, el tránsito de ciclones tropicales en el océano Atlántico y el mar Caribe y los sistemas ciclónicos que viajan paralelos al istmo y México a lo largo del océano Pacífico. Cuando estas condiciones se acoplan con otras condiciones atmosféricas de otra escala de tiempo y espacio como el fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), surgen los eventos climáticos extremos que tienen lugar en la región como las fuertes lluvias, inundaciones, deslizamientos de tierra y las sequías. Por tanto, los eventos climáticos extremos en Centroamérica no son excepción, sino que son bastantes recurrentes, lo suficiente para convertirse en una situación normal para el istmo por lo que su impacto tiene importantes consecuencias sobre las condiciones sociales, económicas y ambientales de los habitantes de la región (SICA, 2006).

Durante el periodo 2005-2011, ocurrieron en el país 16 eventos intensos asociados a fenómenos hidrometeorológicos y geotectónicos, que provocaron pérdidas estimadas en    1 130,39 millones de dólares constantes del año 2011 (US$ 1,13 billones). Siendo la infraestructura vial la que sufrió más impacto, seguida por la infraestructura de generación eléctrica, la agricultura y las viviendas. Es importante destacar que el 78,2% de estas pérdidas corresponden a obras públicas, mientras que el restante corresponde a las actividades privadas (MAG-MIDEPLAN, 2013).

Proyectando las tendencias de pérdida basada en estadísticas del último Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (GAR) que emite la Oficina de las Naciones Unidas  para la Reducción de los Desastres, se estima que las “pérdidas anuales esperadas” por amenazas múltiples (terremotos, inundaciones, vientos ciclónicos, mareas de tormenta y tsunamis), en Costa Rica podrían alcanzar una suma anual de US$ 280 millones (GAR, 2015), lo que de materializarse podría tener importantes repercusiones a nivel fiscal, dado el tamaño  de la economía nacional (Comisión Nacional de Emergencias [CNE], 2015).

Otras estimaciones señalan que “de continuar por la senda de acumulación creciente de riesgos, implicará pérdidas económicas y sociales que superarán la capacidad nacional. Para el 2030 las pérdidas ascenderían a más de US$ 7 mil millones (constantes del 2006) y para el 2050 a casi US$ 30 mil millones (constantes del 2006). De mantenerse la tendencia de eventos declarados emergencias nacionales, al 2030 se habrán duplicado en el escenario de línea base que se definió, y  para el 2050 se multiplicarán en ocho veces” (CNE, 2015).

En 2015 el Gobierno de la República, a través de la CNE destinó más de ₵ 15 500 millones, de los cuales ₵ 12 000 millones salieron del Fondo Nacional de Emergencias y el resto, unos ₵ 3 500 millones son de recursos ordinarios de las instituciones que participan en las acciones de respuesta. Entre tanto, también se destinaron ₵ 75 mil millones para la recuperación de las comunidades afectadas por las inundaciones y deslizamientos (CNE, 2016).

Los números anteriores evidencian que el país aún no se ha adaptado a la variabilidad del clima actual y esto implica que está dejando de utilizar esa oportunidad de laboratorio para aprender y prepararse para los cambios climáticos futuros. Entonces es válido plantear la interrogante: si aún no nos hemos adaptado a la variabilidad climática actual ¿Cómo esperamos adaptarnos al cambio climático  futuro?

Es importante que el país haga esfuerzos para empezar la adaptación al clima actual y futuro ya que los principales cambios proyectados en relación con los fenómenos climáticos para la región centroamericana y el Caribe según el último informe del IPCC (AR5) señalan una reducción proyectada de la precipitación media, aumento de la precipitación extrema y una mayor precipitación extrema debida a ciclones tropicales. Además, existe un nivel de confianza alto en que el fenómeno ENOS seguirá siendo el modo dominante de la variabilidad climática natural en el siglo XXI, con influencias globales, y en que es probable que se intensifique la variabilidad de las precipitaciones regionales que induce (IPCC, 2013).

En relación a impactos esperados, se señala bajo niveles aún de confianza bajos, sobre inundaciones y deslizamientos de tierra en zonas urbanas y rurales debido a precipitaciones extremas, menor producción de alimentos y calidad alimentaria, mayor difusión de enfermedades transmitidas por vectores en altitud y latitud, y un aumento de la decoloración de corales, más allá de los efectos de la contaminación y las perturbaciones físicas (IPCC, 2014).

El recientemente Acuerdo de París le hace un llamado a la comunidad global para que aumente su capacidad de adaptación, fortalezca la resiliencia y reduzca la vulnerabilidad al cambio climático con miras a contribuir al desarrollo sostenible y lograr una respuesta de adaptación adecuada en el contexto del objetivo referente al tope en el aumento de la temperatura global. Se reconoce a su vez, que la adaptación es un desafío mundial que incumbe a todos, con dimensiones locales, subnacionales, nacionales, regionales e internacionales, y que es un componente fundamental de la respuesta mundial a largo plazo frente al cambio climático, cuyo fin es proteger a las personas, los medios de vida y los ecosistemas.

Así mismo, el Acuerdo hace un llamado al reforzamiento de acciones en materia de intercambio de información, buenas prácticas, experiencias y enseñanzas extraídas, en lo referente, según el caso, a la ciencia, la planificación, las políticas y la aplicación de medidas de adaptación. Específicamente se hace referencia al fortalecimiento de los conocimientos científicos sobre el clima, con inclusión de la investigación, la observación sistemática del sistema climático y los sistemas de alerta temprana, de un modo que aporte información a los servicios climáticos y apoye la adopción de decisiones de una manera eficaz.

Le queda al país la tarea aún de desarrollar su plan o planes nacionales de adaptación establecidos en el Acuerdo, por lo que tendrá que emprender procesos de planificación de la adaptación y adoptar medidas, como la formulación o mejora de los planes, políticas o contribuciones pertinentes. Se podrá incluir: a) La aplicación de medidas, iniciativas y/o esfuerzos de adaptación; b) El proceso de formulación y ejecución de los planes nacionales de adaptación; c) La evaluación de los efectos del cambio climático y de la vulnerabilidad a este, con miras a formular sus medidas prioritarias determinadas a nivel nacional, teniendo en cuenta a las personas, los lugares y los ecosistemas vulnerables; d) La vigilancia y evaluación de los planes, políticas, programas y medidas de adaptación y la extracción de las enseñanzas correspondientes; y e) El aumento de la resiliencia de los sistemas socioeconómicos y ecológicos, en particular mediante la diversificación económica y la gestión sostenible de los recursos naturales.

El Acuerdo de París en materia de daños y pérdidas señala que se debe actuar de manera cooperativa y facilitadora para mejorar la comprensión, las medidas y el apoyo; acá se podrán incluir: a) Los sistemas de alerta temprana; b) La preparación para situaciones de emergencia; c) Los fenómenos de evolución lenta; d) Los fenómenos que puedan producir pérdidas y daños permanentes e irreversibles; e) La evaluación y gestión integral del riesgo; f) Los servicios de seguros de riesgos, la mancomunación del riesgo climático y otras soluciones en el ámbito de los seguros; g) Las pérdidas no económicas; y h) La resiliencia de las comunidades, los medios de vida y los ecosistemas (FCCC 2015).

En síntesis, atender la adaptación en el país va a requerir promover esfuerzos para enfrentar los cambios en el clima basados en sólidos planes y políticas de reducción de la pobreza y desarrollo sostenible que aumente el grado en el cuál los daños y pérdidas a causa del cambio climático puedan ser evitados. Así el Acuerdo de París reviste una oportunidad para reconocer el vínculo entre la mitigación, la adaptación y los daños y pérdidas, para mejorar los esfuerzos a través de una acción climática integral a partir de la alineación de las diversas agendas sectoriales (Roberts et al., 2015).

 Referencias

-Comisión Nacional de Emergencias [CNE]. (2015). Política Nacional de Gestión del Riesgo 2016-2030. San José-Costa Rica: Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias. Comisión Nacional de Emergencias

-[CNE]. (2016). En el último año. CNE financió proyectos por más de ₵􀵂55.800 millones. Disponible en http://www.cne. go.cr/index.php/269-noticias/timas/1089-inversion-obras-2015. Consultado 12 Enero del 2016.

-FCCC. (2015). Acuerdo de París. Convención Marco sobre el Cambio Climático. París, Francia: Conferencia de las Partes, 21er período de sesiones.

-GAR. (2015). GAR: Evaluación global sobre la reducción del riesgo de desastres. Oficina de la Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR). New York, EE.UU

-IPCC. (2013). “Resumen para responsables de políticas. En: Cambio Climático 2013: Bases físicas. Contribución del Grupo de trabajo I al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático” [Stocker, T.F., D. Qin, G.-K. Plattner, M. Tignor, S.K. Allen, J. Boschung, A. Nauels, Y. Xia, V. Bex y P.M. Midgley (eds.)]. Cambridge UniversityPress, Cambridge, Reino Unido y Nueva York, NY, Estados Unidos de América.

-IPCC. (2014). Cambio climático 2014: Impactos, adaptación y vulnerabilidad – Resumen para responsables de políticas. Contribución del Grupo de trabajo II al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático [Field, C.B., V.R. Barros, D.J. Dokken, K.J. Mach, M.D. Mastrandrea, T.E. Bilir, M. Chatterjee, K.L. Ebi, Y.O. Estrada, R.C. Genova, B. Girma, E.S. Kissel, A.N. Levy, S. Mac- Cracken, P.R. Mastrandrea y L.L. White (eds.)]. Organización Meteorológica Mundial, Ginebra, Suiza, 34 págs.

-MAG-MIDEPLAN. (2013). Sistematización de la Información de Impacto de los Fenómenos Naturales en Costa Rica, Período 2005- -2011. San José, San José: Ministerio de Agricultura y Ganadería, Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica

-Roberts, E., Andrei, S., Huq, S., & Flint, L. (2015). Resilience synergies in the post-2015 development agenda. Nature Climate Change, 1024-1025.

-SICA. (2006). Impacts and Adaptation to Climate Change and Extreme Events in Central America.San José, Central America Integration System, Regional Committee on Hydraulic Resources, University of Costa Rica, Geophysical Research Center.

TOMADO DE:

Corrales Lenin. 2016. Adaptación en el contexto del Acuerdo de París: En Costa Rica un asunto pendiente. En: UNA.2016. ¡¡¡Histórico!!!. Implicaciones para Costa Rica del Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Ambientico #258. Artículo 7.p. 43-49.Heredia-Costa Rica. ISSN 1409-214X.

Para acceder a la Revista completa hacer “click” aquí:

http://www.ambientico.una.ac.cr/pdfs/ambientico/258.pdf

Acuerdo de Paris: Un vaso medio lleno

Paris2015B

Columna publicada en el Suplemento de cambio climático Ojo al Clima del Semanario Universidad el 3 de Febrero del 2016

Es claro que después de 21 años de discusiones y con 6 años de atraso de la cumbre donde se debió tomar el acuerdo “Es mejor tener el acuerdo a no tenerlo”. Sin embargo, la realidad es que el verdadero esfuerzo empieza después de París y se convierte en solo un paso de un largo camino que hace que la cuesta sea menos empinada, pero que se requiere se suba con urgencia.

Alcanzar la meta del acuerdo de Paris en la que la temperatura permanezca por debajo de 2 °C en relación con los niveles preindustriales-concentraciones en 2100 entre aproximadamente 450 y 500 (ppm) de CO2eq- implican tener emisiones anuales de gases de efecto invernadero (GEI) en 2030 de aproximadamente entre 30 Gigatoneladas (GT) de CO2eq y 50 GtCO2eq. Si tomamos en cuenta que las emisiones globales en 2012 fueron de 54 GtCO2eq, podemos imaginar el esfuerzo que se debe hacer ya que el mundo necesita seguir creciendo pero con la condicionante que dentro de 15 años las emisiones deben ser menores a las del 2012. Otro dato que revela esa meta se refiere a que las emisiones globales de GEI en 2050 con relación al 2010, deben ser entre el 40% y el 70% menor a nivel mundial y al 2100 cercanos a cero GtCO2eq o negativos.

Aun cuando hubo una gran demostración de euforia política al alcanzar el acuerdo surgen algunas dudas. La primera es saber que los países, aun conociendo la urgencia de tomar medidas, presentaron contribuciones nacionales que calientan el planeta de entre 2.7°C a 3.7°C y la segunda  es leer el débil artículo 4 que señala “alcanzar un pico de emisiones de CO2 tan pronto sea posible”, como si la ciencia no hubiera ya establecido los plazos y las metas de emisiones relacionadas con la meta de los 2 °C.

La reducción de emisiones no solo debe hacerse por razones de calentamiento de la tierra sino en un país como Costa Rica que contribuye con menos del 0.04% (2012) de las emisiones globales, lo más importante es mejorar la calidad del aire y con ello los gastos en salud a causa de las enfermedades respiratorias y disminuir los tiempos que hoy se gastan en ir y venir del trabajo. Pero no hay que olvidar que se trata también de mantener la resiliencia y la integridad de fuentes de carbono, como los océanos y los bosques.

Paris2015

 

Manuel Antonio: un Parque Nacional vulnerable a eventos climáticos extremos

Figura1A

Considerado en 2011 como uno de los 12 Parques Nacionales más hermosos del mundo por la revista Forbes (1) y una visitación anual de 379.608 visitantes (2014) el Parque Nacional Manuel Antonio (PNMA) es una de las Áreas Silvestres Protegidas de Costa Rica más visitadas y la que genera mayores ingresos dentro del Sistema Nacional de Áreas de Conservación, donde además, ha contribuido a un incremento en el desarrollo del turismo local.

Figura1El Parque Nacional Manuel Antonio se encuentra ubicado en la Región del Pacífico Central cercano a la ciudad de Quepos y nace en 1972 como “Parque Recreativo Nacional Playas de Manuel Antonio”, posteriormente en 1978 cambia su categoría a Parque Nacional. A pesar que tiene una extensión en la parte continental bastante reducida (~1800 hectáreas), es la tercer área silvestre protegida marino-costera (~55.210 hectáreas) más grande del país y es considerado como un remanente de humedales y bosque en medio de amplias extensiones de monocultivos de palma africana y desarrollos turísticos(2). La porción continental está dominada en su extensión por un 50% de humedales, 35% bosque, 2% de playas y un 13% con modificaciones de origen humano, donde se han reportado 943 especies terrestres y 237 especies en el ambiente marino para un total de 1.180 especies(3).

 IMPACTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Procesos propios de la dinámica costera han venido aumentando de manera significativa en los últimos años tales como:

  • Entradas de ráfagas de viento de gran poder destructivo procedente del mar (Figura 1),
  • Erosión de la costa,
  • Marejadas de fondo e inundaciones temporales (Figura 2).

Estos fenómenos se verán cada vez exacerbados por los impactos previstos del cambio climático haciendo el PNMA particularmente vulnerable. De hecho, en los últimos años los eventos extremos de corta duración han provocado un cambio radical de la playa de mayor visitación del Parque.

Figura2Figura3

 

 

 

 

 

 

 

 

Algunos de estos eventos son explicados por las marejadas de fondo (oleaje) que afectan frecuentemente el pacífico centroamericano y que son producidas por tormentas originadas en el Pacífico Sur(4). Estas tormentas intensas, llamadas intertropicales, cuando llegan a Nueva Zelanda se desvían hacia la costa pacífica de Costa Rica que a diferencia de los otros países de la región como Ecuador, México, Honduras o Nicaragua donde las olas alcanza hasta 3,5 metros de altura en Costa Rica solo alcanzan los dos metros y medio gracias a que las Islas Galápagos “protegen” al país reduciendo la energía de las olas (5). Con cambios en el clima es probable que estas tormentas aumenten su influencia sobre el pacífico.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN MANUEL ANTONIO?

Figura4En agosto del 2012 el Parque sufrió un evento extremo provocado por oleaje alto y marejadas de fondo (Figura 3), que produjo impactos importantes sobre la conformación de la playa. A pesar de que los administradores tomaron acciones para reconstruir la playa con el uso de maquinaria, durante el evento la playa perdió varios metros de vegetación destruyendo los sistemas de agua potable (Figura 4) y el sendero en la playa más visitada (Figura 5) y aumentando finalmente la vulnerabilidad del Parque a nuevos fenómenos extremo

EL FUTURO

Figura5Los efectos previstos del cambio climático en el PNMA incluyen aumento del nivel del mar(6), incremento de la temperatura ambiental(7) y superficial del mar(8), leve aumento de las precipitaciones al año 2050(9).

Estos efectos tendrán un impacto negativo en la salud de la biodiversidad del PNMA, así como una reducción probable en el número de turistas, a causa de la trasformación y erosión de las playas existentes. Finalmente, los eventos extremos tendrán un impacto significativo en la infraestructura del parque, con el riesgo concreto de destrucción de senderos y edificios para uso turístico.

Escenarios de cambio climático(10) establecen en la región del PNMA una tendencia de aumento en el nivel medio del mar de 1.95 mm/año, lo que equivaldría a un incremento de 58,61 mm al año 2040 – o sea un retroceso de la costa de 3 a 6 metros o incluso se podría llegar a 166.08 mm en presencia de un fenómeno del Niño (como pasó en 1997).

LA RESPUESTA

Los eventos de origen climático que se empiezan a documentar en el parque y bajo escenarios futuros de una mayor intensificación provocados por cambio en el clima llaman la atención sobre la necesidad de empezar a tomar acciones de adaptación que garanticen en el mediano y largo plazo el servicio ambiental de la recreación que el PNMA ofrece a los visitantes. Para lograr lo anterior algunas opciones de adaptación identificadas hasta ahora son(11):

  • Desarrollar un sistema de vigilancia y alerta temprana ante eventos extremos (por ej. marejadas de fondo, oleaje, vientos locales) producto de la variabilidad climática
  • Implementar un esquema de comunicación e información para el manejo de riesgos y la atención de contingencias resultantes de eventos meteorológicos extremos
  • Establecer zonas críticas y vulnerables para el visitante, bajo eventos extremos y establecer regulaciones para su uso
  • Mantener y conservar una línea de bosque mínima entre la zona supralitoral y los senderos en el bosque
  • Desarrollar un sistema de monitoreo de los perfiles de playa y dinámica de la playa para modelar los impactos futuros de aumento en nivel del mar y marejadas
  • Implementar un plan de desarrollo de capacidades del personal del PNMA y de otros actores estratégicos locales y regionales para la atención de los eventos extremos producidos por la variabilidad climática
  • Generar una línea base que permita dimensionar y monitorear el estado de la dinámica de la playa asociada a eventos extremos (marejadas de fondo, oleaje), consecuencias del aumento del nivel del mar y cambios en su composición por exceso de sedimentos

El documento en formato de publicación puede ser obtenido aquí:

Folleto

Publicación Manuel Antonio

REFERENCIAS

1 Jane Levere. (2011).The World’s Most Beautiful National Parks. 2 marzo 2015, de Forbes Magazine Sitio web: http://www.forbes.com/

2 Araucaria. (2003). Plan de ordenamiento territorial de la cuenca del Río Savegre. MINAE-AECI 3 SINAC. (2013). Plan de Manejo Parque Nacional Manuel Antonio 2014-2018. Área de Conservación Pacífico Central (ACOPAC). Aguirre-Costa Rica.

4 MioCimar.(2015).Condiciones de oleajes y mareas altas para estos días en el Pacífico de Costa Rica.Inforem Oceanográfico MIO01205-04-17. 17 de abril del 2015

5 Pablo Rojas. (2014). Fuerte oleaje en Centroamérica no repercutió en el país; prevén fenómeno

6 CEPAL, MASEE, IH-UC. (2012).Dinámicas, tendencias y variabilidad climática. Efectos del cambio climático en la costa de América Latina y el Caribe. Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Ministerio de Asuntos Exteriores de España (MASEE), Instituto de Hidráulica Ambienta de la Universidad de Cantabria. Santiago-Chile

7 IMN (2008). Cambio Climático: Clima, variabilidad y Cambio Climático en Costa Rica. Instituto Meteorológico Nacional. MINAET-GEF-IMN-PNUD.

8 CEPAL, MASEE, IH-UC. (2012).

9 IMN (2008).

10 CEPAL, MASEE, IH-UC. (2012).

11 SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación) . (2015). Plan de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del Parque Nacional Manuel Antonio. Área de Conservación Pacífico Central (ACOPAC). Quepos-Costa Rica. 35 pags.

Figura6

Cahuita: el Parque Nacional que se está llevando el mar

“Lo que el mar le está haciendo al Parque Nacional Cahuita muestra lo que el cambio climático podría hacerle, en algún momento, a la costa y a las economías de los poblados costeros del país”

PNCahuita

 

 

El Parque Nacional Cahuita se encuentra en la región del Caribe sur de Costa Rica, en la provincia de Limón. Su creación como Área protegida ocurrió en septiembre de 1970 como Monumento Nacional y más tarde en 1978 es declarado como Parque Nacional cubriendo un área de 1,102 ha en el perímetro terrestre y 23,290 ha en la parte marítima, de las cuales 600 ha corresponden a zonas de arrecife.

La gran diversidad biológica del Parque va de la mano con la diversidad cultural de la región, ya que el Parque se ubica en una de las zonas más diversas culturalmente hablando del país en el cantón de Talamanca, donde se encuentra cerca del 65% de la población indígena del país (Bribris, Cabecares y Ngobes). Además, de estos grupos indígenas en la zona se ubican otros grupos étnicos (afrocaribeños, migrantes europeos, asiáticos y centroamericanos).

IMPACTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

El aumento del nivel del mar constituye uno de los indicadores más importantes del cambio climático, porque incorpora la variación de diferentes componentes del sistemaCahuita climático. Sus impactos físicos son más fáciles de ver y medir que otros impactos del cambio en el clima sobre otros sistemas naturales como los bosques. A lo largo de las costas centroamericanas, en las dos últimas décadas, el Mar Caribe ha mostrado tendencias de expansión térmica (1)- o sea el incremento en el volumen del agua marina a medida que aumenta su temperatura- lo que ha resultado en afectaciones sobre las costas y de manera muy evidente en el Parque Nacional Cahuita.

Gran parte del calor en la atmósfera es absorbida por los océanos, los cuales se expanden de acuerdo con las leyes básicas de la física. Visto desde la tierra, esta llamada “expansión térmica” es uno de los contribuyentes más importantes de la subida del nivel del mar el cual actualmente muestra un incremento de +3.18 mm al año (2). Este proceso de ascenso puede incrementar varios impactos físicos en las costas, entre ellos:

  • La trasgresión o retroceso de la línea de ribera (erosión de playas y retroceso de acantilados),
  • La ampliación o migración tierra adentro de los terrenos sujetos a inundación mareal, o marismas, con posibilidad de provocar salinización de humedales costeros y acuíferos y de perder hábitats costeros, como playas de anidación de tortugas marinas, por ejemplo.

Las inundaciones causadas por tales procesos pueden ser temporales o permanentes, lo que depende de la combinación del ascenso del nivel del mar con otros factores como las mareas meteorológicas y astronómicas y los cambios en el oleaje, conduciendo a que las costas sean particularmente vulnerables a dicho proceso porque la mayoría de la actividad económica, la infraestructura y los servicios están localizados en la costa o muy cerca de ella, y las economías locales están concentradas en pocos sectores, como el turismo (3).

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN CAHUITA?

Cahuita2

En análisis de las tendencias de aumento del nivel medio del mar a partir de mareógrafos, se observó un cambio en la tendencia lineal evaluada para el intervalo 1948-1968 en Limón, Costa Rica, reflejando un aumento de 1,68 mm/ año. La tendencia anterior también se observó a la hora de utilizar datos provenientes de satélites altimétricos, que muestran una tendencia al aumento del nivel del mar para el período 1992- 2012, con máximos extremos en el Caribe de Costa Rica (figura 1). Los valores de aumento del nivel de Cahuita muestran una tendencia de aumento de ~2 mm/año.

 

En los últimos años el oleaje y los procesos de erosión han incrementado su velocidad e impacto con consecuencias directas y económicas sobre la infraestructura del parque con registros históricos de pérdida:

  • En el año 1985 el mar desapareció la primera casa de guarda parques,Cahuita3
  • En 1990 el mar inició la invasión de los servicios para los visitantes en una región del parque (Puerto Vargas) provocando el cierre de la zona de camping en 2004,
  • En otros sectores del parque a partir de 1995 se habían desarrollado 50 áreas de camping hasta desaparecer completamente en enero del 2015 (Figura 2),
  • Hoy el parque en el sector más expuesto al Mar Caribe ha perdido completamente los senderos y el camino de acceso a la residencia de los guardaparques cada vez se ve más comprometido por el aumento del nivel del mar (Figura 3).

 

Cahuita4

 

Así mismo el bosque se ve impactado directamente por el oleaje, provocando a la vez la entrada de agua salada al sistema y drenaje de agua dulce lo que se ha traducido en cambios importantes en la estructura del bosque junto a la caída de árboles centenarios.

Todos los efectos anteriores están provocando una disminución en la visitación de turistas, con importantes afectaciones sobre la economía local, ya que la principal actividad económica del pueblo de Cahuita es el turismo. Aunque aún no se ha podido cuantificar la magnitud económica de este impacto, los testimonios de los pobladores evidencian la gradual reducción de sus ingresos económicos derivados del turismo.

EL FUTURO

En el año 2040 el nivel del mar en la costa caribeña podría llegar a valores entre 81,0 y 84,9 mm (5) (cada 10 mm significan ~1 metro de retroceso de la costa). Debe tomarse en cuenta que, a partir de 2003, la contribución del deshielo al aumento del nivel del mar absoluto global supera a la contribución de la dilatación térmica, lo que implica que, si la rapidez del deshielo en los polos aumentara, como parece estar ocurriendo en los últimos años, el aumento del nivel del mar global podría acelerarse y superar los efectos locales, resultando en un aumento del nivel del mar geográficamente generalizado (6).

LA RESPUESTA

Cahuita5Los eventos documentados hasta ahora muestran la necesidad urgente de la puesta en marcha de opciones de adaptación que garanticen en el mediano y largo plazo el servicio ambiental de la recreación que el PN Cahuita ofrece a los visitantes. Además, intervenciones de adaptación se hacen fundamentales para seguir garantizando el ingreso de recursos al sistema nacional de área de conservación (SINAC) y como medio de vida de los pobladores que reciben beneficios, a través de los ingresos que obtienen a partir de las diversas actividades que realizan con los turistas. Para lograr lo anterior algunas opciones de adaptación identificadas hasta ahora entre otras son (7):

 

  • Desarrollar un sistema de vigilancia y alerta temprana ante eventos extremos (por ej. ciclones tropicales, oleaje, vientos locales) producto de la variabilidad climática Cahuita6donde no solo se incluya el Parque sino también las comunidades vecinas,
  • Implementar un esquema de comunicación e información para el manejo de riesgos y la atención de contingencias resultantes de eventos meteorológicos extremos,
  • Rediseñar el sistema de senderos del Parque tomando en cuenta los escenarios de cambio climático,
  • Establecer una hoja de ruta para el traslado de las instalaciones administrativas del parque a un lugar seguro y considerar en su construcción la arquitectura tradicional basada en pilotes
  • Identificar zonas críticas y vulnerables para el visitante, bajo eventos extremos y establecer regulaciones para su uso
  • Desarrollar un sistema de monitoreo de los perfiles de playa y dinámica de la playa para modelar los impactos futuros de aumento en nivel del mar y marejada
  • Participar activamente en el proceso de formulación del Plan Regulador Cantonal para garantizar la incorporación de medidas de adaptación y mitigación al cambio climático

TESTIMONIOS DE LOS POBLADORES RESPECTO AL CLIMA Y LA COSTA (8)

Cahuita7 

  • Hace 20 años era más húmedo y llovía más
  • Antes podía llover un mes seguido
  • Ahora llueve menos pero los aguaceros son intensos y de corta duración
  • Ahora sentimos que es más seco que hace 20 años
  • Ahora es más caliente que antes tanto en el día como en la noche
  • Ahora tenemos que dormir con el abanico toda la noche algo que no ocurría antes porque las noches eran más frescas
  • La arquitectura de las casas ha cambiado, antes estaban en pilotes y ahora están en el suelo porque hay menos humedad
  • En 1996 la playa de Puerto Vargas y Playa Blanca tenía 40 metros de ancho
  • A lo largo del Parque la playa siempre tuvo entre 15 y 20 metros y en algunos lugares hasta 50 metros de ancho (Figura 4)
  • En los últimos 6-7 años es cuando se ha incrementado la erosión
  • La línea de árboles ahora está más adentro que hace 20 años y se nota cada vez más la arena dentro del bosque
  • El Parque Nacional Cahuita antes estaba rodeado de humedales y hoy es de casas porque no hay tanta agua como antes

El documento en formato de publicación puede ser obtenido aquí:

Publicación

Publicación Cahuita

Referencias

(1) BIOMARCC-USAID 2013. Vulnerabilidad y escenarios bioclimáticos de los sistemas marino-costeros a nivel del caribe centroamericano. San José, Costa Rica.

(2) NASA. (2015). Global Climate Change, Vital Signs of the Planet; Sea Level. 3 marzo 2015, de NASA’s Jet Propulsion Laboratory Sitio web: http://climate.nasa.gov/vital-signs/sea-level/

(3) Andrade, J. M. (1996). Análisis de la vulnerabilidad de la zona costera ante el ascenso del nivel del mar por un cambio climático global. Costa del Pacífico de Costa Rica. Informe final. Proyecto Centroamericano sobre Cambio Climático-Comité Regional de Recursos Hidráulicos; Fish, M., Coté, J. A., Gill, A., Jones, P., Renshoff, S. y Watkinson, A. R. (2005). Predicting the impact of sea-level rise on Caribbean sea turtle nesting habitat. Conservation Biology 19, 482–491; Fish, M., Coté, J. A., Gill, A., Jones, P., Renshoff, S. y Watkinson, A. R. (2005). Predicting the impact of sea-level rise on Caribbean sea turtle nesting habitat. Conservation Biology 19, 482–491; Cepal, Masee, IH-UC. (2012). Dinámicas, tendencias y variabilidad climática. Efectos del cambio climático en la costa de América Latina y el Caribe. Santiago: Comisión Económica para América Latina (Cepal), Ministerio de Asuntos Exteriores de España (Masee), Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria.

(4) Ballestero, D. y Salazar, P. (2012). Variabilidad y Cambio del Nivel del Mar en Costa Rica. Informe Técnico preparado por el Laboratorio de Oceanografía y Manejo Costero de la Universidad Nacional. Costa Rica:

(5) Cepal, Masee, IH-UC. (2012). Dinámicas, tendencias y variabilidad climática. Efectos del cambio climático en la costa de América Latina y el Caribe. Santiago: Comisión Económica para América Latina (Cepal), Ministerio de Asuntos Exteriores de España (Masee), Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria.

(6) Protti, M., Ballestero, D. y Fonseca, A. (2010). Tectónica, nivel del mar y ciclo sísmico en playa Junquillal y el Pacífico Norte costarricense. San José: Ovsicori, Una, WWF 7 SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación) . (2015). Plan de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del Parque Nacional Cahuita. Área de Conservación La Amistad-Caribe (ACLAC). Limón-Costa Rica. 35 págs.

(7) SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación) . 2015. Plan de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del Parque Nacional Cahuita. Área de Conservación Amistad-Caribe (ACLAC). Cahuita-Costa Rica. 37 pags.

(8)Testimonios de Taller Comunal para el Diseño del Plan de Adaptación del Parque Nacional Cahuita, 26 Febrero 2015

 

Climate Change Impacts on Tropical Forests in Central America: An ecosystem service perspective

Forest BookHace tres años nos embarcamos un grupo de investigadores de diversas partes del mundo en la escritura de un primer libro que acercara los bosques, el cambio climático y los servicios ecosistémicos en Centroamérica. Nuestro objetivo, impulsar a otros investigadores de la región a seguir explorando  sobre los futuros impactos del cambio climático sobre los bosques de la región.

La pérdida de biodiversidad es un problema ambiental importante en casi todos los ecosistemas terrestres en la Tierra. Esta pérdida se está acelerando impulsada por el cambio climático, así como por otras causas como la explotación agrícola, la fragmentación y la degradación provocada por los cambios de uso del suelo. La cuestión crucial en debate es el impacto en el bienestar de la población actual y futura, y el papel de los humanos en la explotación de los recursos naturales. Esto es de particular importancia en Centroamérica, la cual es una de las regiones más ricas y más amenazadas de la biodiversidad en la Tierra, y donde la pérdida de ecosistemas afecta fuertemente su vulnerabilidad socioeconómica.

Este libro aborda los impactos del clima y el cambio de uso del suelo en los ecosistemas forestales tropicales en esta importante región, y evalúa los costos económicos esperados si no se toman medidas de política, considerando diferentes escenarios futuros y diferentes escalas geográficas.

La publicación es innovadora porque utiliza enfoques teóricos y resultados empíricos para proporcionar un marco conceptual que sirva como un análisis integrado de clima y de uso del suelo así como los efectos del cambio en los ecosistemas forestales y los efectos económicos relacionados, ofreciendo a la vez una idea de la compleja relación entre los ecosistemas y los beneficios para los seres humanos. Consideramos que es una importante contribución de gran valor para estudiantes y académicos en los campos de la economía ambiental y ecológica, ciencias del medio ambiente y la silvicultura, manejo de recursos naturales, la agricultura y el cambio climático.

Reseñas editoriales

«Este es un volumen definitivo de lecturas sobre cambio climático y los servicios de los ecosistemas en los bosques de América Central. Las lecturas proporcionan información y análisis de viabilidad, y deben servir de inspiración para investigadores interesados no solamente en este problema, sino también en la realización de estudios sobre el impacto del clima en ecosistemas de otras regiones críticas del mundo».-Edward B. Barbier, University of Wyoming, USA

«Los bosques tropicales se encuentran entre los ecosistemas más valiosos de la tierra en términos de su biodiversidad y su contribución al bienestar humano. Este libro es una adición oportuna y valiosa a la creciente literatura sobre servicios de los ecosistemas de bosques tropicales.» –Robert Costanza, The Australian National University, Australia

«Se trata de un volumen de lectura que vale la pena para los investigadores y los responsables de políticas que presenta uno de los pocos estudios integrales ecológicos y económicos de cómo el cambio climático está afectando a los servicios del ecosistema. El enfoque y análisis metodológico, utilizado al combinar diferentes datos espaciales y escenarios, deben servir de modelo para otras regiones críticas. «- Maria Jose Sanz Sanchez, Agriculture Organization of the United Nations (FAO), Italy

Contenido del Libro

Introduction

Part 1: Central American Tropical Forests, Ecosystem Services and Human Wellbeing

  1. An overview of forest biomes and ecoregions of Central America
  2. Ecosystem services in tropical forests: Contribution to human well-being and implications for economic valuation

Part 2: Climate, Water and Land-Use Changes in Central American Tropical Forests

  1. Impacts of climate change on ecosystem hydrological services of Central America: Water availability s
  2. Climate change impacts on the water services in Costa Rica: A production function for the hydro-energy sector
  3. Climate change economic impacts on water and recreation services in Central American forests
  4. Cost-benefit analysis of alternative land-use scenarios: A sustainability study for the volcanic central Talamanca biological corridor

Part 3: Economic Assessment, Adaptation, Options and Policy Implications

  1. The role of economic valuation of ecosystem services in an interdisciplinary context
  2. Ecosystem-based adaptation: Natural responses to climate change impacts

EL LIBRO SE PUEDE ADQUIRIR EN:

www.amazon.com

Cambio climático, Ciudades e inundaciones en San José

Inunda_Ave2Es común que cuando sucede una inundación en una ciudad se señale que la culpa es de los residuos en las alcantarillas, probablemente a que en el pasado las declaraciones de políticos o técnicos así lo señalaban. Pero esa es la forma más simple de ver el problema.

RecuadroLas causas de las inundaciones en las ciudades hoy día son diversas, empezando porque el desarrollo urbano altera la cobertura vegetal provocando varios efectos que afectan los componentes del ciclo hidrológico natural de la ciudad. La impermeabilización del suelo a través de tejados, calles, bulevares de adoquines, veredas y patios, provoca que el agua que previamente era infiltrada, pasa a escurrir por los conductos de desagüe aumentando el escurrimiento superficial. Así, el volumen que escurría lentamente por la superficie del suelo y quedaba retenido por la plantas, con la urbanización, pasa a escurrir en los caños, exigiendo mayor capacidad de escurrimiento de los colectores.

Alajuelita

Nuestras ciudades naturalmente estaban llenas de pequeños drenajes los cuales conocíamos como acequias, las cuales han venido siendo eliminadas sistemáticamente ante la complacencia de las autoridades Municipales, eliminando así una capacidad natural que se tenía de evacuar grandes cantidades de agua en poco tiempo. La fotografía muestra una baranda de puente donde había una acequia lo cual evidencia cómo la sociedad construye el riesgo a las inundaciones.

Maria_AguilarOtro ejemplo es como en las ciudades estamos alterando el funcionamiento natural de los ríos. Estos naturalmente poseen dos secciones una llamada lecho menor o lecho de escurrimiento y otra lecho mayor. Cuando ocurre una inundación lo que sucede es que los ríos en los períodos de lluvias intensas se salen de su lecho menor y ocupan el lecho mayor, dentro de un proceso natural. Es común que en nuestras ciudades por la falta de planificación territorial e ignorancia de la población se ocupe el lecho mayor lo que hace que los pobladores queden sujetos al impacto de las inundaciones como lo muestra la fotografía.

La llegada del cambio climático nos incrementa el riesgo que ya de por si tenemos. En un estudio (1) que se publicó en el 2005 donde se evaluaron 42 años de datos climáticos se concluyó que en Centroamérica se refleja una gran variabilidad espacial en la caída de la lluvia, que no hay aumentos importantes en la cantidad de precipitación, pero si se ha observado una intensificación de las mismas, esto quiere decir que los patrones de precipitación han cambiado de forma que ahora llueve más intensamente en un periodo de tiempo más corto, lo que nos debe de poner alerta ya que muy probablemente cuando combinamos los cambios que le hemos hecho al ciclo hidrológico en las ciudades junto a esta intensificación de la lluvia tendremos más probabilidad de que la ciudad se siga inundando.

C:UsersROBERT~1AppDataLocalTemptp137cc797_8cb3_45af_b232_1Además las ciudades están incrementando su temperatura como lo muestra la gráfica que analiza datos de la ciudad de San José desde 1851 hasta el 2013 (2). Este aumento de temperatura ambiental se mezcla con las superficies impermeables que absorben parte de la energía solar aumentando la temperatura ambiente, produciendo a la vez islas de calor en los centros urbanos, donde predomina el concreto y el asfalto. El asfalto, debido a su color, absorbe más calor que las superficies naturales y el concreto. A medida que su superficie envejece se oscurece y aumentando así la cantidad de radiación solar absorbida. Este aumento por parte de la superficie incrementa la emisión de radiación térmica que vuelve al ambiente, generando más calor. Este aumento de temperatura también crea condiciones de movimiento de aire ascendiente que pueden originar un aumento de las precipitaciones.

Bogota

¿Qué hacer? Los impactos que se avecinan con el cambio climático en las ciudades requieren que las Municipalidades realicen análisis de vulnerabilidad pero que sobretodo empiecen a promover la Infraestructura “verde”, incluidas mejoras en inversiones en edificios “verdes” y vegetación, para lograr una refrigeración natural, además, se deben incrementar los paseos peatonales, las ciclovías pero inmersas en Jardines que no solo ayuden a enfriar la ciudad sino a evacuar rápidamente el agua en exceso.

Promover la renovación de la flota de autobuses existente no solo bajo en emisiones sino que estas unidades tenga el techo blanco para reducir la absorción de calor solar, y que tengan buena ventilación para garantizar una adecuada circulación del aire para disminuir el impacto del aumento de la temperatura sobre los pasajeros.

El manejo de la temperatura en las ciudades se vuelve una acción imprescindible ya que el aumento de esta exacerba las precipitaciones, la contaminación del aire, y las enfermedades y decesos inducidos por el calor.

Inunda_Barrio Chino

Referencias

(1) Aguilar, E., et al. (2005), Changes in precipitation and temperature extremes in Central America and northern South America, 1961–2003, J. Geophys. Res., 110, D23107, doi:10.1029/2005JD006119.

Tucci, C. (2007). Curso de Gestión de Inundaciones Urbanas (Vol. 1). Porto Alegre-Brazil: Organización Meteorológica Mundial.

World Bank. (2011). Guide to Climate Change Adaptation in Cities. Washington-United States: The International Bank for Reconstruction and Development

(2) Datos de temperatura de la ciudad de San José tomados de: http://berkeleyearth.org/

Adaptación al cambio climático en zonas costeras de Costa Rica: tarea pendiente

Artículo publicado en la Revista AMBIENTICO #246 de Agosto del 2014

El ascenso del nivel del mar constituye uno de los indicadores más importantes del cambio climático, porque incorpora la variación de diferentes componentes del sistema climático. Este proceso de ascenso puede incrementar varios impactos físicos en las costas, entre ellos la trasgresión o retroceso de la línea de ribera (erosión de playas y retroceso de acantilados), la ampliación o migración tierra adentro de los terrenos sujetos a inundación mareal, o marismas, con posibilidad de provocar salinización de humedales costeros y acuíferos y de perder hábitats costeros, como playas de anidación de tortugas marinas, por ejemplo (Andrade, 1996; Klein & Nicholls, 1999; Fish et al., 2005). Las inundaciones causadas por tales procesos pueden ser temporales o permanentes, lo que depende de la combinación del ascenso del nivel del mar con otros factores como las mareas meteorológicas y astronómicas y los cambios en el oleaje, conduciendo a que las costas sean particularmente vulnerables a dicho proceso porque la mayoría de la actividad económica, la infraestructura y los servicios están localizados en la costa o muy cerca de ella, y las economías locales están concentradas en pocos sectores, como el turismo (Nicholls et al., 1999; Cepal et al., 2012).

Desde mediados del siglo XIX, el ritmo de elevación del nivel del mar ha sido superior a la media de los dos milenios anteriores. Durante el período 1901- 2010, el nivel medio global del mar se elevó 0,19 metros (entre 0,17 y 0,21 m) (IPCC, 2013). En análisis de las tendencias de aumento del nivel medio del mar en el Caribe centroamericano, realizados a partir de mareógrafos, se observó un cambio de -1,38 +/- 2,01 mm/año en Santo Tomás, Guatemala, 9,23 +/- 1,05 mm/ año en Puerto Cortés, Honduras, y 3,13 +/- 2,12 mm/año en Puerto Castilla, Honduras. Más al sur, la tendencia lineal de cambio del NMM evaluada para el intervalo 1948-1968 en Limón, Costa Rica, refleja un aumento de 1,68 mm/ año, mientras que utilizando datos del mareógrafo de San Cristóbal, en Panamá, el cual tiene una de las series de tiempo más extensas de la región, desde 1907 hasta 2010 muestra tendencias lineales del NMM en esta estación, evaluada entre 1907 y 1978 es de 1,44 mm/año (Ballestero y Salazar, 2012).

La tendencia anterior también es observada a la hora de utilizar datos provenientes de satélites altimétricos (http:// http://www.aviso.oceanobs.com), que muestran que en toda la parte costera del Caribe centroamericano, a lo largo de la barrera de corales desde Yucatán hasta Panamá, hay una tendencia al aumento del nivel del mar para el período 1992-2012, con máximos extremos en el Caribe de Costa Rica y en el Caribe norte de Panamá (figura 1). Los valores de aumento del nivel del mar obtenidos de satélite en algunas estaciones evaluadas son de 1,79 mm/año en Santo Tomás (Guatemala), de 1,76 mm/ año en Puerto Cortés (Honduras) y de 4,40 mm/año en Puerto Castilla (Honduras) (Ballestero et al., 2011); mientras que en el Caribe Sur de Costa Rica (Barra Colorado, Limón, Cahuita) y en Panamá (San Cristóbal), utilizando estas mismas series de tiempo altimétricas, muestran una tendencia de aumento de ~2 mm/año, con un mínimo de 1,87 mm/año en Barra del Colorado y un máximo de 2,3 mm/año en San Cristóbal (Ballestero y Salazar, 2012).

Figura 1

 

 

 

Figura 1. Tendencia de aumento del nivel medio del mar. 1992-2012 (datos de Aviso, 1992-2012).

En el caso del Pacífico, las mediciones mareográficas y altimétricas del nivel del mar, relativo y absoluto, respectivamente, muestran una importante variabilidad interanual que se asocia principalmente al fenómeno climático ENOS, que, por ejemplo durante el fenómeno de El Niño de 1987-1988, por calentamiento del océano produjo una elevación promedio del nivel del mar por expansión térmica de 30 cm, con un máximo de 60 cm medido en 1987 (Lizano, 1997; Protti et al., 2010). Durante el período 1992-2010, el Pacífico de Costa Rica mostró una tendencia promedio de disminución de ~ -1 mm/año (cuadro 1) (Biomarcc-Sinac-Giz, 2013).

 Cuadro 1. Anomalías de nivel medio del mar, período 1992-2012.

Caribe mm/año
Barra Colorado +1,87
Limón (puerto) +2,16
Cahuita +2,02
Pacífico
Bahía Santa Elena -0,96
Golfo de Papagayo -0,92
Cabo Blanco -0,98
Chira-Tempisque -1,18
Quepos -1,22
Isla del Caño -0,88
Golfo Dulce -0,22

Fuente: Biomarcc-Sinac-Giz, 2013.

En síntesis, se concluye que en el período 1992-2012 ha existido una tendencia positiva de aumento del nivel del mar en la costa del Caribe cercana a la tendencia global, que es de 3,26 mm/año (Beckley et al., 2014), mientras que en la costa del Pacífico se observa una disminución (Protti et al., 2010).

Los anteriores datos de expansión térmica del mar muestran que nuestro país no escapa del impacto del aumento del nivel de las aguas oceánicas, y esto es debido a que se encuentra en un istmo con costas en ambas vertientes (pacífica y caribeña) (Lizano, 1997; Lizano y Salas, 2001). Costa Rica tiene 1.086 km de línea de costa en el Pacífico y 212 km en el mar Caribe (Andrade, 1999), y, hasta ahora, en el ámbito nacional político-administrativo y social en general hay poca conciencia sobre la vulnerabilidad de la costa ante el cambio climático y sus efectos sobre la población y el uso de la tierra, a pesar de que los expertos científicos y técnicos del país vienen desde hace décadas advirtiendo del problema e, incluso, sugiriendo medidas que fueron incorporadas en documentos oficiales del Estado en el año 2000, pero sin llegar a formar parte de la planificación del territorio costero en los últimos 14 años.

Cahuita

Estudios realizados en el país sobre un eventual impacto del aumento del nivel del mar muestran retrocesos de la línea ribereña en playas del Pacífico en valores que van de 22 a 167 metros (Andrade, 1996 y 1999) (cuadro 2). Y algunos informes señalan que un ascenso significativo del nivel del mar podría hacer inhabitable gran parte de las ciudades de Puntarenas, Quepos y Golfito –en el Pacífico-, por afectar drásticamente la capacidad de las instalaciones portuarias actuales, además de provocar conflictos por la tenencia de la tierra en la franja próxima a playas y ecosistemas costeros (Minae, 2000). En especial para Puntarenas, se han efectuado estudios combinando cuatro fenómenos que pueden aumentar el nivel del mar: cambio climático, fenómeno de El Niño, apilamiento de oleaje y mareas astronómicas. Los resultados sugieren que Puntarenas podría ser totalmente inundada en algún momento (Lizano y Lizano, 2010).

Cuadro 2. Retroceso de la línea ribereña en playas del Pacífico ante un aumento del nivel del mar de 1 metro en 100 años.

Playa Retroceso en metros
Sector Pacífico Norte-Guanacaste (playas Potrero, Conchal, Grande, Avellanas, Ostional, Sámara, Jabilla) Promedio 42 metros
Sector golfo de Nicoya
Playa Cabuya 94
Playa Cocal de Puntarenas 87
Playa El Roble 167
Playa Tivives 28
Playa Bajamar 22
Playa Guacalillo 167
Playa Tárcoles 165
Agujas 100
Mantas 100
Sector Pacífico Central
(Quepos, Jacó, Hermosa, Palo Seco, Damas, Savegre, Matapalo, Guapil) Promedio 42 metros

Fuente: Andrade, 1996 y 1999.

PNManuel Antonio_QueposOtro de los fenómenos que puede ocasionar problemas a las poblaciones es el causado por las tormentas lejanas y/o locales, que provocan el apilamiento del oleaje, las cuales, sumadas a un período de marea alta, podrían provocar inundaciones (Lizano y Lizano, 2010), como sucedió recientemente en la zona de Caldera en el golfo de Nicoya (The Tico Times, 2014), o provocar eventos más extremos, como el aumento del nivel del mar por un tsunami: el ocurrido en Japón en 2011 hizo que en Quepos el nivel del mar subiera 18 cm, según datos del Centro de Alerta de Maremotos del Pacífico (Lizano y Lizano, 2010). Todo lo anterior en el Pacífico, y en el litoral Caribe habría que agregar los efectos directos e indirectos de los ciclones tropicales, frecuentes anualmente.

Se prevé que, en el año 2040, el nivel del mar en la costa pacífica del país pueda haberse elevado entre 52,2 y 58,5 mm, y con un El Niño como el de 1998 podría llegar a 166,08 mm. Mientras, en la costa caribeña los valores previstos para ese año oscilan entre 81,0 y 84,9 mm (Cepal et al., 2012). Debe tomarse en cuenta que, a partir de 2003, la contribución del deshielo al aumento del nivel del mar absoluto global supera a la contribución de la dilatación térmica, lo que implica que, si la rapidez del deshielo aumentara, como parece estar ocurriendo en los últimos años, el aumento del nivel del mar global podría acelerarse y superar los efectos locales, resultando en un aumento del NM geográficamente generalizado (Protti et al., 2010). Lo anterior sugiere que las zonas bajas con fuerte desarrollo podrían experimentar cambios, limitaciones y daños con un elevado costo económico y social, por lo que es urgente que las autoridades locales y nacionales planifiquen el desarrollo costero tomando en consideración los probables daños para disminuir el impacto sobre las inversiones financieras, la infraestructura y el desarrollo local (Minae, 2000). Ya en el año 2000, en la Primera Comunicación Nacional ante la Convención Marco de Cambio Climático, se dio una serie de recomendaciones generales que hasta ahora no parecen haber sido tomadas en cuenta en la planificación territorial; ellas son (Minae, 2000):

  • No construir en el rango de los 200 m de los manglares.
  • Elevar los diques de los estanques según los nuevos niveles mareales.
  • Ubicar los desarrollos futuros más allá de los 600 m de la costa.
  • Reducir ciertas áreas de cultivo y pastoreo y compensar esto con la explotación intensiva de los restantes.
  • Buscar mecanismos para mantener una zona restringida de amortiguamiento entre las áreas explotadas y las de conservación.
  • Evitar desarrollos en las áreas susceptibles de inundación.
  • Estimular los desarrollos a mediano y largo plazos y elaborar un plan regulador que considere la reubicación de las zonas residenciales a áreas de mayor altitud.
  • Mantener un control efectivo de las variaciones del nivel del mar en las áreas de riesgo.
  • Lograr una estrategia efectiva de apropiación en cuanto a la información de este reporte por parte de todos los actores sociales.

Playa Hermosa_Garabito

Referencias

Andrade, J. M. (1996). Análisis de la vulnerabilidad de la zona costera ante el ascenso del nivel del mar por un cambio climático global. Costa del Pacífico de Costa Rica. Informe final. Proyecto Centroamericano sobre Cambio Climático-Comité Regional de Recursos Hidráulicos. 34 pp.

Andrade, J. M. (1999). Determinación de las zonas de riesgo ante un ascenso del nivel del mar: Punta Morales-Tárcoles (Informe Final). San José: Minae- IMN. 59p.

Ballestero, D., Murillo, G. y Salazar, P. (2011). Variabilidad y Cambio del Nivel del Mar en el Golfo de Honduras. Informe Técnico preparado por el Laboratorio de Oceanografía y Manejo Costero de la Universidad Nacional. Costa Rica: UNA. 20 pp.

Ballestero, D. y Salazar, P. (2012). Variabilidad y Cambio del Nivel del Mar en Costa Rica. Informe Técnico preparado por el Laboratorio de Oceanografía y Manejo Costero de la Universidad Nacional. Costa Rica: UNA. 31 pp.

Beckley, N. P., Zelensky, S. A., Holmes, F. G., Lemoine, R. D., Ray, G. T., Mitchum, S., Desai, D. y Brown, S. T. Assessment of the Jason-2 Extension to the TOPEX/Poseidon, Jason-1 Sea-Surface Height Time Series for Global Mean Sea Level Monitoring. Marine Geodesy Vol 33, Suppl 1, 2010. DOI: 10.1080/01490419.2010.491029.

Biomarcc-Sinac-Giz. (2013). Análisis de vulnerabilidad de las zonas oceánicas y marino-costeras de Costa Rica frente al cambio climático. San José. 103 pp.

Cepal, Masee, IH-UC. (2012). Dinámicas, tendencias y variabilidad climática. Efectos del cambio climático en la costa de América Latina y el Caribe. Santiago: Comisión Económica para América Latina (Cepal), Ministerio de Asuntos Exteriores de España (Masee), Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria. 263 pp.

Fish, M., Coté, J. A., Gill, A., Jones, P., Renshoff, S. y Watkinson, A. R. (2005). Predicting the impact of sea-level rise on Caribbean sea turtle nesting habitat. Conservation Biology 19, 482–491.

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Lizano, O. G. y Salas, S. (2001). Variaciones geomorfológicas en los últimos 50 años de la Isla Damas, Quepos, Costa Rica. Rev. Biol. Trop. 2, 171-177.

Lizano, M. y Lizano, O. (2010). Creación de escenarios de inundación en la Ciudad de Puntarenas ante el aumento del nivel del mar. InterSedes. Vol. XI. (21-2010) 215-229. ISSN: 2215-2458.

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Nicholls, R. J., Hoozemans, F. M. J. y Marchand, M.. (1999). Increasing flood risk and wetland losses due to global sea-level rise: regional and global analyses. Global Environmental Change 9, Supplem: p.S69–S87. Disponible en: http:// http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0959378099000199.

Protti, M., Ballestero, D. y Fonseca, A. (2010). Tectónica,nivel del mar y ciclo sísmico en playa Junquillal y el Pacífico Norte costarricense. San José: Ovsicori, Una, WWF. 16 pp.

The Tico Times. (2014, julio 4). Disponible en http://www.ticotimes.net/2014/07/04/big-waves-cause-flooding-along-costa-ricas-central-pacific-coast

TOMADO DE:

UNA.2014. Cambio Climático, Ecosistemas y Economía Costera en Costa Rica. Ambientico #246. Artículo 5.p. 29-35.Heredia-Costa Rica. ISSN 1409-214X.

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