El Cambio Climático como política de salud pública

«Este artículo es una publicación original realizada en el Blog Infraestructura Verde del Sumplemento Ojo al Clima del Semanario Universidad, del 22 agosto del 2018»

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Los efectos del cambio climático están estrechamente entrelazados con la salud: La Organización Mundial de la Salud estima que nueve de cada diez personas de todo el mundo respiran aire contaminado en interiores y exteriores principalmente proveniente de las emisiones del transporte basado en combustibles fósiles; y que mueren cada año unos 7 millones de personas por esta causa.

A lo anterior, hay que agregarle el impacto de los desastres naturales relacionados con el clima; efectos negativos en los rendimientos de los cultivos y la seguridad alimentaria; y patrones cambiantes de enfermedades transmitidas por vectores; a la configuración de los determinantes sociales y ambientales de la salud.

Grafico Contaminación aire

En un país como Costa Rica con una infraestructura de movilidad colapsada y con un crecimiento de población urbana que se espera alcance el 87% en 2030; que prácticamente se duplique para el 2040 el porcentaje de población entre los 65 y 100 años y que hoy alcanza a 8 de cada 10 costarricenses es de esperarse que aparezcan una gran cantidad de implicaciones para la salud de los habitantes urbanos, si el país no empieza a mirar con detenimiento de que en realidad la necesidad de una legislación sobre cambio climático debería ser traducida en una política de salud pública de cambio climático.

Grafico 65 años

El informe sobre calidad del aire del Área Metropolitana del año 2017 brinda datos sobre al material particulado con diámetro menor a 10 μm (micrómetros, es decir la milésima parte de un milímetro). Esa información permite observar las concentraciones de partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, entre otras, llamadas PM10. La investigación muestra que en las áreas industriales y comerciales de alto flujo vehicular se presentan concentraciones significativamente superiores de PM10 (49 – 31 μg/m3) a las registradas en zonas residenciales y comerciales de bajo flujo vehicular (23-26 μg/m3).

Además, las mediciones de dióxido de nitrógeno en los cantones de San José y Belén, mostraron que en al menos 13 sitios en San José y 5 en Belén presentaron valores mayores que 40 μg/m3. Se trata de concentraciones mayores al valor anual recomendado por la Organización Mundial de la Salud para este gas, con excedentes de hasta un 55% del límite.

“Al menos 13 sitios en San José y 5 en Belén presentaron valores mayores que las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud para este gas, con excedentes de hasta un 55% del límite”

En 2016 un estudio sobre la variable económica en la reducción de la contaminación del aire en la salud en la Gran Área Metropolitana, concluyó que casi la totalidad de los distritos del área urbana de San José cumple con los estándares de calidad del aire establecidos por el Ministerio de Salud de Costa Rica y por la Unión Europea (50 μg/m3 y 40 μg/m3 de PM10 anual, respectivamente), pero no con los de la OMS (20 μg/m3 de PM10 anual).

No obstante, si se pusiera en marcha un plan de mejora de calidad del aire en la GAM para que cumpla con la normativa de la OMS evitaría un total de 229 muertes anuales, el 3,5% del total para los mayores de 30 años. Además, esto representaría en promedio una mejora en el bienestar equivalente de US$ 185,5 millones, anualmente. Adicionalmente, el estudio menciona que se podría evitar hasta 563 casos de bronquitis crónica en adultos al año, con un beneficio económico promedio anual de US$ 17,3 millones, 4.508 crisis asmáticas en adultos por año y 2.571 en niños, con un beneficio económico promedio anual conjunto de US$ 55 millones.

“Si se pusiera en marcha un plan de mejora de calidad del aire en la GAM para que cumpla con la normativa de la OMS evitaría un total de 229 muertes anuales”

Los datos con que cuenta hasta ahora el país sobre contaminación atmosférica en la GAM deberían utilizarse para informar las políticas a fin de respaldar soluciones intersectoriales para el transporte, el uso de la tierra, la vivienda urbana y la infraestructura energética con una participación predominante de los Municipios Urbanos. En este contexto, la salud debería ser la principal prioridad para los planificadores urbanos, tomando en cuenta que más del 70% de la población del país vive en ciudades con el agravante de que si no tomamos en cuenta el calentamiento de estas provocada por el calentamiento global estaríamos frente a impactos económicos producidos por la urbanización a través de la denominada isla de calor que serían 2.6 veces mayores a aquellos que se obtendrían midiendo únicamente el cambio climático global.

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El segundo aspecto está relacionado con el calentamiento de las ciudades y la probable aparición de olas de calor en las ciudades Centroamericanas en un futuro cercano, según el último informe sobre cambio climático del IPCC.

Las olas de calor representan en la actualidad una preocupación considerable para la vida humana ya que cuando estas se producen se puede llegar a condiciones donde se excede la capacidad del cuerpo para expulsar el calor, pudiendo amenazarse la vida mediante el proceso de la hipertermia. Numerosos casos como la ola de calor europea de 2003 -cuando 70,000 personas murieron en una ola de calor de dos semanas- o la ola de calor de Moscú de 2010 -cuando 10,000 personas murieron en una ola de calor de dos meses-, son algunos ejemplos asombrosos del riesgo a la vida que representan las olas de calor.

Un artículo publicado a mediados del 2017 evaluó las condiciones climáticas en 164 ciudades alrededor del mundo. La investigación estimó el umbral común de temperatura y humedad más allá del cual las condiciones se tornan mortales. A partir de eso, los investigadores observaron el número de días en un año en que las condiciones de temperatura y de humedad superaban ese umbral, según los escenarios de cambio climático.

Aplicando los escenarios anteriores a Costa Rica se obtiene que al año 2050 podrían alcanzarse 136 días de calor mortal en la GAM  bajo un escenario RCP45  (es decir, un escenario en el que el mundo logre alcanzar una reducción de gases de efecto invernadero antes de 2050) mientras que en regiones como Guanacaste podrían alcanzarse 238 días y en la zona Sur 213 días.

“Costa Rica podría alcanzar 136 días de calor mortal en el 2050 en un escenario levemente positivo en el que el mundo logre alcanzar una reducción de gases de efecto invernadero antes de 2050”

En una situación más crítica bajo un escenario RCP85 (en el que los seres humanos continuaremos con altas emisiones de gases de efecto invernadero) los valores podría llegar a 172 días de calor mortal en la GAM, 256 días en la región de Guanacaste y 263 días en la región Sur del país, prácticamente más de la mitad de días del año.

La discusión de una legislación de cambio climático en el país debe pasar primero por una reflexión sobre la relación de este y la salud pública para poder maximizar los beneficios para la salud principalmente de la población urbana. La cooperación y el intercambio de objetivos, metas y medidas en diversos sectores respaldarán una acción eficaz sobre el cambio climático, especialmente la contaminación ambiental.

La discusión sobre legislación del Cambio Climático juega un papel importante en el país y podría actuar como un faro para informar los resultados nacionales dentro del marco del Acuerdo de París. A su vez los profesionales de la salud tienen la responsabilidad de influir y contribuir a las políticas de cambio climático a nivel local y nacional que demuestren su compromiso con la salud pública, ya que esto definirá la forma en que la sociedad Costarricense tomará forma en nuestro mundo el futuro.

Enlace blog original: https://ojoalclima.com/entrada_blog/el-cambio-climatico-como-politica-de-salud-publica/

Urbanización transformaría San José en una isla de calor, ¿qué podemos hacer?

Artículo de opinión publicado en Ojo al Clima el 25 de octubre  del 2017 en el Blog Infraestructura verde

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En los últimos años Costa Rica ha sufrido un proceso de urbanización en el cuál el porcentaje de población urbana pasó de representar un 59,0% en el año 2000, a un 72,8% en el 2011. En otras palabras, actualmente  residen en zonas urbanas 7 de cada 10 habitantes del país. Si a esto le añadimos que, en promedio, la temperatura en la ciudad de San José se ha incrementado en 1.60 °C desde 1960 estamos frente a  ciudades candidatas a sufrir el efecto de islas de calor por el calentamiento.

El denominado «efecto de la isla de calor urbano» consiste en aumentos locales de temperatura que se presentan en las ciudades. Estos aumentos  consisten en la dificultad de que el calor se disipe en horas nocturnas producto de la acumulación del calor por la inmensa mole de cemento y del asfalto.

El efecto provoca que los edificios y las carreteras desprendan por la noche el calor acumulado durante el día generando, entre otras cosas, una elevación de las temperaturas nocturnas y un cambio en los vientos locales que, además,  puede terminar en una mayor demanda de energía por ser cada vez la ciudad más calurosa.

A lo anterior debemos agregarle las advertencias del último informe del IPCC que dice, sobre una base de confianza alta, que en la región centroamericana el fenómeno Niño-Oscilación del Sur (ENOS) seguirá siendo el modo dominante de la variabilidad climática natural en el siglo XXI y que es probable que aparezcan episodios de ondas de calor sin antecedentes históricos hasta ahora en la región, además  de una señal con alta certidumbre en reducción fuerte en la disponibilidad de agua, frecuencia de sequías y episodios de precipitaciones extremas, lo que comprometería más el bienestar humano en las ciudades.

Debido a la alteración de las superficies donde se ha reemplazado a la vegetación natural, las áreas urbanas enfrentan mayores tasas y volumen de escorrentía superficial, e impactos de islas de calor urbano.

Fuera de Costa Rica

En el Reino Unido se  ha demostrado que la adición de cobertura verde en los ambientes urbanos  tiene el potencial de reducir la escorrentía durante los eventos de lluvia extremos. Por ejemplo, mientras la temperatura superficial máxima de los bosques urbanos fue de 18.4°C, los centros urbanos con la menor cobertura arbórea llegaron a reportar temperaturas superficiales máximas de  31.2°C.

En Nueva Jersey, Estados Unidos, se mostró que los árboles urbanos reducen los impactos en la salud provenientes de las islas de calor (resultantes del estrés térmico y la contaminación del aire) y también reducen el consumo de energía por el menor uso del aire acondicionado. Los árboles grandes y maduros tienden a ser particularmente eficaces, ya que poseen mayor cobertura de copa y área de sombra. Eso  ha reducido las temperaturas en rangos de 2,7-3,3 °C con relación a las que no tienen árboles. En el verano en la ciudad de New York la diferencia entre la zona rural y el centro de la ciudad puede ser de 2 a 3 °C. En la Ciudad de Tokio y en Moscú se ha registrado diferenciales de hasta 12 °C.

En Tahoua y Zinder, Níger, los bosques y los árboles han demostrado minimizar el clima adverso en áreas urbanas a través de la regulación del microclima y las aguas pluviales. En otro estudio, se observaron temperaturas más altas en las áreas comerciales e industriales de Enugu, Nigeria, que en las áreas con bosques. En Latinoamérica en la ciudad de Sao Paulo, la diferencia de las temperaturas ambientales en la ciudad pueden variar  hasta en  10 °C, en la ciudad de Caracas se han documentado anomalías de temperatura ambiental también en el rango de los 10 °C y en Mexicali, México la diferencia máxima entre la ciudad y  sus alrededores ocurre en invierno con un valor de 5.7 °C.

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Qué podemos hacer

“Requerimos tener visiones muy amplias, más allá de lo que llamamos corredores biológicos interurbanos para pasar a pensar en términos de sistemas de paisaje rural-urbano más amplios”

Los pocos estudios sobre el papel de los bosques y los árboles en la adaptación urbana a la variabilidad y el cambio climático se han realizado principalmente en los países desarrollados mientras que en los países en desarrollo se hace necesario tomar en  consideración la adaptación al cambio climático en la planificación del uso de la tierra urbana y la evaluación de los beneficios de los ecosistemas. Esto debería además tomar en cuenta los desafíos particulares de adaptación relacionados con la falta de infraestructura “gris” (por ejemplo, los drenajes), la destrucción en gran escala de la infraestructura “verde” (por ejemplo, los bosques y humedales) y las cuestiones de capacidad vinculadas con la pobreza y la alta concentración de personas en zonas de alto riesgo como los barrios marginales.

La introducción de medidas de adaptación al cambio climático dentro de las ciudades plantea preocupaciones adicionales ya que los espacios verdes urbanos pueden desviar los recursos naturales de otros usos: por ejemplo, el agua puede ser necesaria para mantener los árboles en detrimento de otros usuarios durante el racionamiento del agua en tiempos de sequía. Otras preocupaciones importantes están relacionadas con los costos de oportunidad, de la expansión urbana. En general, los costos asociados con los bosques urbanos han sido descuidados tanto en la ciencia como en la planificación urbana. Muchas de las plantaciones de árboles proyectadas en escenarios óptimos de planificación del uso urbano son propiedad privada, incurriendo en costos para los propietarios, los barrios afluentes del centro urbano tienen poco espacio disponible y fondos limitados para la plantación de árboles.

Requerimos en nuestras zonas urbanas tener visiones muy amplias, más allá de lo que hoy llamamos corredores biológicos interurbanos para pasar a pensar en términos de sistemas de paisaje rural-urbano más amplios creando lo que llamamos redes naturales que podrían mejorar los beneficios generales de la adaptación al cambio climático en las ciudades donde se trabaje en sistemas verdes a tres niveles: regional (a través de zonas forestales naturales y seminaturales, y cinturones de amortiguación), ciudad (por medio de corredores ribereños, parques y corredores verdes) y vecindarios (a partir de extensiones verdes, vías verdes y verticales).

Aún con los desafíos que se plantean los bosques y árboles urbanos deben de introducirse con mayor intensidad en las áreas urbanas ya que pueden proporcionar sombreado, enfriamiento por evaporación,  servicios de interceptación, almacenamiento e infiltración de aguas pluviales en las ciudades, de esta manera pueden desempeñar un papel importante en la adaptación urbana a la variabilidad climática y al cambio climático y hacer nuestras vidas más agradables en las ciudades.

Acuerdo de Paris: Un vaso medio lleno

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Columna publicada en el Suplemento de cambio climático Ojo al Clima del Semanario Universidad el 3 de Febrero del 2016

Es claro que después de 21 años de discusiones y con 6 años de atraso de la cumbre donde se debió tomar el acuerdo “Es mejor tener el acuerdo a no tenerlo”. Sin embargo, la realidad es que el verdadero esfuerzo empieza después de París y se convierte en solo un paso de un largo camino que hace que la cuesta sea menos empinada, pero que se requiere se suba con urgencia.

Alcanzar la meta del acuerdo de Paris en la que la temperatura permanezca por debajo de 2 °C en relación con los niveles preindustriales-concentraciones en 2100 entre aproximadamente 450 y 500 (ppm) de CO2eq- implican tener emisiones anuales de gases de efecto invernadero (GEI) en 2030 de aproximadamente entre 30 Gigatoneladas (GT) de CO2eq y 50 GtCO2eq. Si tomamos en cuenta que las emisiones globales en 2012 fueron de 54 GtCO2eq, podemos imaginar el esfuerzo que se debe hacer ya que el mundo necesita seguir creciendo pero con la condicionante que dentro de 15 años las emisiones deben ser menores a las del 2012. Otro dato que revela esa meta se refiere a que las emisiones globales de GEI en 2050 con relación al 2010, deben ser entre el 40% y el 70% menor a nivel mundial y al 2100 cercanos a cero GtCO2eq o negativos.

Aun cuando hubo una gran demostración de euforia política al alcanzar el acuerdo surgen algunas dudas. La primera es saber que los países, aun conociendo la urgencia de tomar medidas, presentaron contribuciones nacionales que calientan el planeta de entre 2.7°C a 3.7°C y la segunda  es leer el débil artículo 4 que señala “alcanzar un pico de emisiones de CO2 tan pronto sea posible”, como si la ciencia no hubiera ya establecido los plazos y las metas de emisiones relacionadas con la meta de los 2 °C.

La reducción de emisiones no solo debe hacerse por razones de calentamiento de la tierra sino en un país como Costa Rica que contribuye con menos del 0.04% (2012) de las emisiones globales, lo más importante es mejorar la calidad del aire y con ello los gastos en salud a causa de las enfermedades respiratorias y disminuir los tiempos que hoy se gastan en ir y venir del trabajo. Pero no hay que olvidar que se trata también de mantener la resiliencia y la integridad de fuentes de carbono, como los océanos y los bosques.

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La Última Frontera de los Ecosistemas de Manglar de Costa Rica

Manglar1El último dato de la extensión de los manglares del país sitúa el valor en 34.100 hectáreas (SINAC.2014), pero aunque no se sabe con certeza cuál es el área en décadas anteriores (ver más adelante), en 1980 las estimaciones mencionan una cobertura de 64.400 ha (FAO.2007a) lo que significaría que el país en un lapso de 33 años ha perdido el 46% de la extensión de manglares.

Diversos factores han sido mencionados como los causantes de esta pérdida, en primera instancia se menciona la explosión demográfica de los años cuarenta que tuvo efectos negativos en la conservación en general de los recursos naturales y que no perdono para nada los manglares. Inicialmente la explotación del mismo se hizo para extraer taninos (especialmente la corteza de Rhizophora), carbón, materiales para construcción,  drenado y conversión para salinas, campos de arroz, cultivo de camarón, caña y más recientemente palma africana y expansión urbana (FAO.2007b; CGR.2011ª;CGR2011b).

La protección legal de los manglares de Costa Rica comienza en el siglo XIX, cuando se declara en la de «Ley de Aguas», N º 11 del 26 de mayo 1884, que toda la costa hasta una milla tierra adentro pertenece al estado, luego la «Ley de Aguas» de 1942 lo reafirma y posteriormente la «Ley de Zona la Marítimo Terrestre «, de 1977. En los años 40 la primera ley para regular la utilización directa de los manglares es la Ley General Sobre Terrenos Baldíos que en su artículo Art. 17 del reglamento regula la extracción de madera de mangle y establece el pago de una tasa de acuerdo al peso de la madera extraída. El proceso de protección de los manglares finalmente fue establecido en 1996 con la entrada en vigor de la Ley Forestal N º 7575, que prohíbe completamente la extracción de madera y la explotación de los manglares (FAO.2007b).

La pérdida de manglares

A pesar de la promulgación de la legislación las tendencias es que la destrucción de los manglares del país ha continuado, entre 1980 y el año 2000 se perdió a tasas en promedio de  1000 has por año, disminuyendo la pérdida a 160 hectáreas por año en el período 2000-2005 (Cuadro 1), incluso se estima que el área del Humedal Térraba Sierpe hoy sitio Ramsar debería tener una cobertura de aproximadamente 50.000 hectáreas. Es decir una superficie casi el doble del territorio actual (CGR.2011b)

Cuadro 1

Estado y tendencias del área de manglar – Costa Rica (1980–2005)

Cuadro1

Otros estudios recientes hacen ver que que en 22 años (entre 1990 y 2012) el país ha perdido casi 4000 ha de manglares, lo que se traduciría en una emisión histórica de CO2 de 1.6 Tg . Esto equivale a 1.3 veces la cantidad de emisiones producidas por todo el sector de uso de la tierra en Costa Rica en la década de los 90 (BIOMARCC-SINAC-GIZ. 2012).

Figura 1

Paisaje típico alrededor de los principales manglares del país

Paisaje_manglar

Donde están actualmente los manglares del país

Con base al nuevo mapa de cobertura forestal del país (SINAC.2014) se estima que el área de conservación con mayor extensión de manglares remanentes es Osa (41,1%) seguida del área de conservación Pacifico Central (30,1%), Tempisque (19,2%) y con la menores extensiones Arenal-Tempisque (6,9%) y Guanacaste (2,6%) todas presentes en la costa Pacífica. A nivel de la costa caribe del país el área de conservación Amistad –Caribe solo registra un 0,1% de la extensión total de manglares del país (Mapa 1, Gráfico 1).

Mapa 1

Ubicación de los manglares remanentes del país-2013

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 Fuente:Elaboración propia a partir de datos de SINAC (2014)

Gráfico 1

Porcentaje de cobertura de manglares por área de conservación-2013

 Manglares_AC_2013

En el contexto de cantones el que mayor extensión presenta es el Cantón de Osa (34,1%) seguido de Puntarenas (15,9) y Nicoya (9,9%), luego le siguen Golfito (6,7%), Parrita (6,6%) y Aguirre (4,9%).Los restantes cantones presentan valores que va del 4,0 % al 0,1% con relación a la extensión total de manglares del país. Es importante notar que dos cantones de la zona sur del país representan aproximadamente el 41,5% de la extensión total de manglares (Ver Gráfico 2).

Gráfico 2

Porcentaje de cobertura de manglares por cantón-2013

Manglares_Cantones_2013

El desafío del cambio climático

Los ecosistemas de manglar, al igual que otros ecosistemas, están sometidas a numerosos cambios que varían en su naturaleza intrínseca (por ejemplo, geológicos, físicos, químicos, biológicos) en el tiempo y el espacio. Se ubican en la interfaz entre la tierra y el mar y se puede decir que ocupan un ambiente hostil, al ser sometidos a diario a cambios de la marea, temperatura, exposición a niveles de salinidad, y diversos grados de anoxia. Los bosques de manglar y sus habitantes son más bien robustos y altamente adaptables si las amenazas antropogénicas se ven disminuidas. Aún así se espera que tanto el aumento de la temperatura ambiental en la costa como el aumento del nivel del mar generen cambios en la estructura y composición de los manglares.

La figura 2 muestra un ejemplo de sensibilidad del manglar más grande del país en el cuál los próximos 26 años se proyecta un aumento en el nivel del mar del orden de 1.95 mm/año lo que significa un incremento de 56,61 mm al año 2040, aunque este valor podría verse triplicado si ocurre un fenómeno del niño con la misma intensidad que el del año 1998. Cualquiera que sea la situación los modelos de sensibilidad muestran afectaciones no solo sobre la biología del lugar sino sobre los asentamientos humanos actuales.

Figura 2

Sensibilidad al aumento del nivel del mar del Humedal Térraba Sierpe

Terraba

La dificultad de saber realmente cuanto manglar tuvo el país

Al no contar el país con un sistema de información ambiental robusto al igual que en otros indicadores ambientales siempre se hace difícil poder estimar la cobertura histórica de un ecosistema como en este caso del manglar. El gráfico 3 muestra estimaciones de cobertura del manglar del país entre el año 1975 y el 2013 lo que evidencia que no conocemos con certeza cuál ha sido la cobertura de manglares a lo largo de estos 38 años, algo que debe preocupar a las autoridades para lograr una adecuada gestión del recurso ya que como señala la Contraloría General de la Republica (CGR.2011b) la falta de control y monitoreo sistemático no permite a las instancias competentes detectar situaciones anómalas que le alerten para la toma de acciones correctivas acorde con el ordenamiento jurídico y así evitar el deterioro de tan valiosos ecosistemas.

Gráfico 3

Estimaciones cobertura de manglar-1975-2013

Estimaciones_manglares1975_2013

Elaboración propia a partir de: FAO, PNUMA. 1981, Saenger, P. et-al. 1983, Herrera W. 1985, FAO. 1988 Solórzano, R., et-al. 1991, Jiménez. 1992, Furley, P.A. and Munro, D.M. 1993, Fisher, P and Spalding, M.D. 1993, Polanía, J. 1993, Jiménez, J.A. 1994, IMN-PNUD-MAG- IGN-DGF. 1996, Spalding, M.D. et-al. 1997, Bravo, J. and Rivera, L. 1998, CATIE. 1999, Madrigal. 2000, FAO. 2005, FAO.2007, Silva.2009,SINAC.2014.

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Bravo, J. and Rivera, L. 1998. Humedales de Costa Rica. Cartografía Técnica y Litografía. Instituto Geográfico Nacional. Programa Uso y Conservación de Humedales, Escuela de Ciencias Ambientales, Universidad Nacional Series Edition: 1 (series of 9 maps).

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CGR.2011a. Auditoría operativa acerca del cumplimiento por parte del Estado de Las Medidas de Protección y Conservación del Humedal Estero de Puntarenas. Contraloría General de La República. Informe No. DFOE AE-IF-14-2011. Noviembre 2011. 27 páginas.

CGR.2011b. Informe de los resultados de la Auditoría operativa acerca del cumplimiento por parte del Estado de Las Medidas de Protección y Conservación de los Humedales de Importancia Internacional. Contraloría General de La República. Informe No. DFOE AE-IF-14-2011. Noviembre 2011. 27 páginas.

FAO.1988. Proposed integrated forest management planning and utilization of mangrove resources in the Terraba-Sierpe reserve. Based on the work of Chong P.W. Informe técnico No. 2. Costa Rica Manejo integral de un area de manglar. TCP/COS/6652:FAODGF. 196 pp.

FAO.PNUMA. 1981. Los Recursos Forestales de la América Tropical Proyecto de Evaluación de los Recursos Forestales Tropicales (en el marco de SINUVIMA) FAO, PNUMA , pp 343 + 86.

FAO. 2005 Global Forest Resources Assessment (FRA) 2005 country report – Costa Rica. By González, L.N.. FRA 2005 Working Paper No. 106.

FAO 2007a.The world´s mangroves 1980-2005. FAO Forestry Paper 153. Rome-Italy. 89 Pags.

FAO 2007b. Los manglares de América del Norte y de América Central 1980-2005. Informes Nacionales. Forest Resources Assessment Programme. Working Paper 138. Rome-Italy. 161 Pags.

Fisher, P and Spalding, M.D. 1993. Protected areas with mangrove habitat. Draft Report World Conservation Centre, Cambridge, Reino Unido. 60 pp. El «Año» es el año de publicación.

Furley, P.A. and Munro, D.M. 1993. The wetlands of Belize: ecology, environment and utilisation. Department of Geography, Edinburgh University, Edinburgo. 102pp.

Herrera Wilbert. 1985. Tipos de clima de Costa Rica.

Instituto Meteorológico Nacional (IMN) –Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUD)- Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG)- Instituto Geográfico Nacional (IGN)- Dirección General Forestal (DGE). 1996. Atlas del Cambio de Cobertura de la Tierra en Costa Rica 1979-1992. Costa Rica.

Jiménez, J.A. 1992. Mangrove forests of the Pacífic coast of Central America. In: Seelíger, U. (ed.), Coastal Plant Communitíes of Latin Ameríca. Academic Press, San Diego, p:259-267.

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Saenger, P., Hegerl E.J. and J.D.S., Davie. 1983. Global status of mangrove ecosystems. Commission on ecology Papers No.3. UICN. Gland, Suiza. 88 pp.

Silva M. 2009. Mangroves. Marine Biodiversity of Costa Rica, Central America. Monographiae Biologicae Volume 86, 2009, pp 123-130

SINAC.2014. Mapa de Tipo de Bosque Costa Rica, 2013 Inventario Nacional Forestal. Presentación en Ppt. FONAFIFO-SINAC-MINAE: San José-Costa Rica

Solórzano, R., R. De Camino, R. Woodword, J. Tosi, V. Watson, A., Vásquez, C. Villalobos, J. Jimenez, R. Repetto, and W. Cruz. 1991. Account Overdue: Natural Resource Depreciation in Costa Rica. World Resources Washinghton, D.C., 110 pp.

Spalding, M.D., Blasco, F. and Field, C.D., eds. 1997. World Mangrove Atlas. The International Society for Mangrove Ecosystems, Okinawa, Japón. 178 pp.

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Aumento y variabilidad en el nivel del mar: Comunidades del Caribe no les quedo otra que empezar la lucha contra el mar

Una de las mayores consecuencias que se conoce del cambio climático es el aumento del nivel del mar, lo cual intensifica el estrés de muchas zonas costeras, particularmente donde hay actividades humanas (Feenstra J., et-al. 1998). Los impactos del aumento del nivel del mar se manifiestan a nivel local en lugar de pensar que solo son cambios globales.

El cambio en el nivel relativo del mar toma en cuenta la suma de componentes globales, regionales y locales ya que  los cambios en el nivel de mar manifiestan variaciones geográficas que dependen de factores diferentes, como cambios en la temperatura superficial del océano, la salinidad, los vientos, la circulación oceánica y muy a nivel regional los aportes de la variabilidad climática en escalas de tiempos más pequeñas como los fenómenos de El Niño y la Niña (IPCC. 2007ª), sumado a por ejemplo al ajuste isostático glacial y a los hundimientos naturales o inducidos por el hombre a nivel muy local. Por lo tanto el aumento relativo del nivel del mar es una respuesta al cambio climático y otros factores que varían de un lugar a otro. ( Nicholls R. 2010)

Mediante el estudio de núcleos de sedimentos costeros y la reconstrucción de datos a partir de mareógrafos y muy recientemente con datos de altimetría basados en satélites indican que la tasa de aumento del nivel medio del mar en el mundo se elevó a un ritmo medio de 1,8 [1,3 a 2,3] mm anual desde 1961 a 2003 (IPCC. 2007ª). Otros autores (Domingues C.,  et-al. 2007) ha estimado en este mismo período incrementos de 1.5 ± 0.4 mm yr-1 lo que está dentro del rango manejado por el IPPC para ese período. No obstante, desde 1993 la tasa ha sido superior a 3 mm/año, la mayor que cualquier otro período de duración similar durante el siglo 20.

Una de las particularidades del aumento del nivel del mar es que su manifestación no es igual en toda la tierra sino que presenta variaciones a nivel regional y local afectando de manera diferenciada a la sociedad y al medio ambiente.

Utilizando datos de satélites se ha observado que las variaciones regionales son significativas y que en algunas regiones se ha experimentado aumentos de cinco veces la tasa promedio global observada desde el año 1993. Sin embargo, esta variación regional se da como resultado de la variabilidad climática, especialmente en el Océano Pacífico ecuatorial, provocado por el movimiento del agua en el océano, los patrones de viento asociados con los fenómenos climático como El Niño-Oscilación del Sur y se refleja ampliamente en los patrones regionales de expansión térmica del océano. La figura siguiente muestra la  distribución regional del aumento del NM (en mm/año) 1992-2010 derivada de datos altimétricos.

A nivel local en Centroamérica existe poca información, el sistema de registro mundial del nivel del mar no cuenta con datos nuevos de la región desde 1998 para el aumento relativo del mar, no obstante, desde  1992 es posible obtener datos de altimetría de satélites, sin embargo, es poco lo que se hace para procesar datos a nivel local, lo que daría en la actualidad valores de aumento absoluto del mar.

A pesar de lo anterior se están empezando hacer esfuerzos preliminares apoyados por proyectos que ya han obtenido datos preliminares para el Golfo de Honduras por ejemplo, donde se han obtenido valores de aumento relativo del mar de 1,4 a 9,235 mm/año para un período de años de 1945 a 1982 y de aumento absoluto de 1990 al 2011, con variaciones de 1,76 a 4,40 mm/año. Es importante aclarar  que aumento relativo del mar se refiere a la medida que se hace con referencia a un objeto instalado en tierra como son los mareógrafos y el aumento absoluto se refiere a datos de altimetría obtenidos de satélites de orbita polar.

Algunas comunidades del Caribe como las del Barrio Waimilito en Livingston, Guatemala,  ya han perdido casas y tienen en riesgos de perder sus pozos de agua y sus lugares de atraque de las embarcaciones artesanales por el aumento en el nivel del mar. Estos pobladores estiman que en 20 años han perdido 200 metros de Playa.

La necesidad de luchar contra el mar para eliminar el riesgo de inundación de sus hogares ha hecho que a través de un esfuerzo colaborativo y liderados por Celso Nery un líder comunal han empezado la dura tarea de construir diques que ayuden a parar la llegada del mar. Un de las cosas a destacar es que esto lo están logrado gracias a pequeñas donaciones a través de la ONGs local BlackCarbNation.org.

Los resultados no se han dejado esperar, tienen nuevamente playa, han recuperado tierra y la vegetación vuelve a florecer pero necesitan más aportes ya que parece ser que los Gobiernos del área aún no se han dado cuenta del riesgo que ya están corriendo algunas comunidades costeras pobres del caribe centroamericano, aunque, todavía no tengamos la certeza de que el aumento del nivel del mar observado sea causa del cambio climático lo que si es cierto es que el mar ya esta llegando a hogares costeros de la región.

Referencias

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Feenstra Jan F., Burton Ian, Smith Joel B., Tol Richard S.J.. 1998. Handbook on Methods for Climate Change Impact Assessment and Adaptation Strategies.  United Nations Environment Programme UNEP, Institute for Environmental Studies.464 pages. Nairobi. Kenia

IPCC. 2007A. Cambio Climático 2007 – Base de Ciencia Física. Contribución del Grupo de Trabajo I al Cuarto Informe de Evaluación del IPCC. Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático 2007. Cambridge University Press. London-UK. 164 pp.

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UNESCO/IOC 2010. Sea-level Rise and Variability – A Summary for Policy Makers.