Si asumiéramos que las 561.896 (SEMEC-SINAC. 2011) visitas a las Áreas Silvestres Protegidas por parte de residentes en el país en el 2010 fueran diferentes personas (esto porque es posible que una misma persona ingrese varias veces dependiendo de los días que pernocte cerca del área) solo el 12.3% de los residentes en el país visitó alguna Área Silvestre Protegida en el 2010 comparándolo con el reciente dato de población residente en el país (4.563.539 habitantes) revelado por el INEC (2012). Esto es preocupante porque significa que la mayoría de ticos (87,7%) no nos gusta estar en contacto con la naturaleza como a veces presumimos o nos consideramos conservacionistas, a pesar de haber áreas silvestres protegidas muy cerca de los centros urbanos que, además, no se utilizan como aulas abiertas en programas de educación ambiental por parte de las escuelas o colegios, salvo algunos casos de programas desarrollados por algunas Áreas de Conservación.
Desde hace mucho tiempo se sabe que las áreas protegidas logran reconocimiento y una mayor protección cuando un número suficiente de personas las visitan y aprecian, promoviendo la educación y una mejora en la calidad de vida de los visitantes ya que les hace olvidar la agitada vida en las ciudades. Además, si se lograra aumentar la visitación muchas comunidades locales se verían beneficiadas en sus negocios e ingresos familiares ya sea porque presten servicios de alojamiento, alimentación o venta de artesanías.
A pesar de este bajo porcentaje de visitación la figura siguiente muestra que desde el año 1990 la visitación a las Áreas Silvestres Protegidas del país tiene un crecimiento sostenido y que desde el 2003 la visitación por parte de visitantes extranjeros supera a los nacionales, no obstante, si comparamos la visitación con la población del país seguimos teniendo valores que no superan tal vez el 13% de visitación por parte de los Ticos.
Las Áreas Silvestres Protegidas del país son territorios especiales que están definidos geográficamente, que han sido designado legalmente y son administrados para alcanzar objetivos específicos de conservación de la diversidad biológica pero también son lugares de inspiración cultural, artística, de información histórica, religiosa y arqueológica para el disfrute, relajación y hacer olvidar el estrés de vivir en la ciudad.