Es común que cuando sucede una inundación en una ciudad se señale que la culpa es de los residuos en las alcantarillas, probablemente a que en el pasado las declaraciones de políticos o técnicos así lo señalaban. Pero esa es la forma más simple de ver el problema.
Las causas de las inundaciones en las ciudades hoy día son diversas, empezando porque el desarrollo urbano altera la cobertura vegetal provocando varios efectos que afectan los componentes del ciclo hidrológico natural de la ciudad. La impermeabilización del suelo a través de tejados, calles, bulevares de adoquines, veredas y patios, provoca que el agua que previamente era infiltrada, pasa a escurrir por los conductos de desagüe aumentando el escurrimiento superficial. Así, el volumen que escurría lentamente por la superficie del suelo y quedaba retenido por la plantas, con la urbanización, pasa a escurrir en los caños, exigiendo mayor capacidad de escurrimiento de los colectores.
Nuestras ciudades naturalmente estaban llenas de pequeños drenajes los cuales conocíamos como acequias, las cuales han venido siendo eliminadas sistemáticamente ante la complacencia de las autoridades Municipales, eliminando así una capacidad natural que se tenía de evacuar grandes cantidades de agua en poco tiempo. La fotografía muestra una baranda de puente donde había una acequia lo cual evidencia cómo la sociedad construye el riesgo a las inundaciones.
Otro ejemplo es como en las ciudades estamos alterando el funcionamiento natural de los ríos. Estos naturalmente poseen dos secciones una llamada lecho menor o lecho de escurrimiento y otra lecho mayor. Cuando ocurre una inundación lo que sucede es que los ríos en los períodos de lluvias intensas se salen de su lecho menor y ocupan el lecho mayor, dentro de un proceso natural. Es común que en nuestras ciudades por la falta de planificación territorial e ignorancia de la población se ocupe el lecho mayor lo que hace que los pobladores queden sujetos al impacto de las inundaciones como lo muestra la fotografía.
La llegada del cambio climático nos incrementa el riesgo que ya de por si tenemos. En un estudio (1) que se publicó en el 2005 donde se evaluaron 42 años de datos climáticos se concluyó que en Centroamérica se refleja una gran variabilidad espacial en la caída de la lluvia, que no hay aumentos importantes en la cantidad de precipitación, pero si se ha observado una intensificación de las mismas, esto quiere decir que los patrones de precipitación han cambiado de forma que ahora llueve más intensamente en un periodo de tiempo más corto, lo que nos debe de poner alerta ya que muy probablemente cuando combinamos los cambios que le hemos hecho al ciclo hidrológico en las ciudades junto a esta intensificación de la lluvia tendremos más probabilidad de que la ciudad se siga inundando.
Además las ciudades están incrementando su temperatura como lo muestra la gráfica que analiza datos de la ciudad de San José desde 1851 hasta el 2013 (2). Este aumento de temperatura ambiental se mezcla con las superficies impermeables que absorben parte de la energía solar aumentando la temperatura ambiente, produciendo a la vez islas de calor en los centros urbanos, donde predomina el concreto y el asfalto. El asfalto, debido a su color, absorbe más calor que las superficies naturales y el concreto. A medida que su superficie envejece se oscurece y aumentando así la cantidad de radiación solar absorbida. Este aumento por parte de la superficie incrementa la emisión de radiación térmica que vuelve al ambiente, generando más calor. Este aumento de temperatura también crea condiciones de movimiento de aire ascendiente que pueden originar un aumento de las precipitaciones.
¿Qué hacer? Los impactos que se avecinan con el cambio climático en las ciudades requieren que las Municipalidades realicen análisis de vulnerabilidad pero que sobretodo empiecen a promover la Infraestructura “verde”, incluidas mejoras en inversiones en edificios “verdes” y vegetación, para lograr una refrigeración natural, además, se deben incrementar los paseos peatonales, las ciclovías pero inmersas en Jardines que no solo ayuden a enfriar la ciudad sino a evacuar rápidamente el agua en exceso.
Promover la renovación de la flota de autobuses existente no solo bajo en emisiones sino que estas unidades tenga el techo blanco para reducir la absorción de calor solar, y que tengan buena ventilación para garantizar una adecuada circulación del aire para disminuir el impacto del aumento de la temperatura sobre los pasajeros.
El manejo de la temperatura en las ciudades se vuelve una acción imprescindible ya que el aumento de esta exacerba las precipitaciones, la contaminación del aire, y las enfermedades y decesos inducidos por el calor.
Referencias
(1) Aguilar, E., et al. (2005), Changes in precipitation and temperature extremes in Central America and northern South America, 1961–2003, J. Geophys. Res., 110, D23107, doi:10.1029/2005JD006119.
Tucci, C. (2007). Curso de Gestión de Inundaciones Urbanas (Vol. 1). Porto Alegre-Brazil: Organización Meteorológica Mundial.
World Bank. (2011). Guide to Climate Change Adaptation in Cities. Washington-United States: The International Bank for Reconstruction and Development
(2) Datos de temperatura de la ciudad de San José tomados de: http://berkeleyearth.org/